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La libertad y las circunstancias: Un análisis al comportamiento ético de los conciudadanos de Orán en la peste de Albert Camus


Enviado por   •  27 de Marzo de 2022  •  Ensayos  •  2.004 Palabras (9 Páginas)  •  100 Visitas

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La libertad y las circunstancias: Un análisis al comportamiento ético de los conciudadanos de Orán en la peste de Albert Camus.

Bárbara Ortiz 1ro B

Para Camus: “La libertad no es más que la oportunidad de ser mejor” (2019:p.1).  Aunque a nuestro punto de vista la misma puede verse presionada en tales circunstancias de un encierro como el de la peste, proporcionando aquellas bases al presente ensayo para abrir un nuevo tema de discordia, un hambre de respuestas dando paso a que se investigue a fondo temas como la individualidad total y parcial de cada ser humano, la libertad, los límites éticos y como los mismos se transforman en torno a las circunstancias y la esencia y solidaridad por la que se puede optar como seres libres. Para  llevar a cabo el trabajo se ha procedido con el análisis de las siguientes fuentes: Sartre: la conciencia como libertad Infinita ”(Gordillo:2009: p. 2), El mito de Sísifo ” ( Camus 2010: p. 32-33), Nietzsche y las paradojas Del individualismo(Andolfi,2012: p.3), Martin Heidegger y el concepto de ser-en el mundo (1946:p.3), desde las cuales se ha buscado una definición de los conceptos  de libertad, solidaridad e individualidad y esencia de una persona. Nuestro propósito a través del mismo es ofrecer al lector un análisis que lleve a debatir y a generar más preguntas acerca de cómo en circunstancias de presión los límites éticos  del ser humano pueden verse afectados y como lo mismo se relaciona con la libertad de la que estamos atados. Dichos aspectos que si bien si se ejemplifican en la obra “La peste” de Albert Camus a través de este trabajo investigativo y de origen literario se presume dar un análisis de los mismos.

En torno al avance de la peste en Orán se reflejan ciertos puntos a discutir, y en primera instancia hablamos de los conciudadanos y como los mismos toman la peste en un inicio, sin decir de otro modo de manera despreocupada y sin paso a ningún interés significativo para algunos tantos, y es así que comenzamos a apreciar la libertad de los mismos, su individualidad como seres para pensar que las circunstancias siempre se deben mantener iguales, porque a ello lo asumimos como normal; cuando en realidad la naturaleza y normalidad es que las circunstancias cambien en debido momento. Y aunque para Camus su obra La Peste no debería  ser llamada existencialista, es inevitable pensar en tantas ideas que de existir para ser, y es que no hay mejor manera de evidenciar dichos conceptos que leyendo la peste.

Si bien los conciudadanos no dejan de ser libres; se comienza a plantear  la idea de una libertad condicionada, de la forma en que se refleja el sentimiento de ser prisioneros de las circunstancias, que en este caso son provocadas por la peste; es así que se llegaría a pensar que la  libertad está lejos de ser infinita, y precisamente no es cierto aunque todo parezca indicarlo; los mismos conciudadanos no dejan de ser seres libres de actuar, de pensar, de crear su ser y  formar su esencia, aunque algunos estén segados por la idea de que si la perdieron, y con esto nos parece oportuno analizar el concepto de Heidegger, "ser-en el mundo (In-der-Welt-sein) "(2009:p.103) y de la conocida frase de Sartre en una conferencia tenida en octubre de 1945 en París y cito : "la existencia precede a la esencia "(1946:p.3). El ser humano existe en el mundo independientemente si lo quiera o no, este se encuentra determinado en él y es por ello que puede intervenir en el mismo y en su entorno como no hacerlo de igual forma lo que lleva a otro tema que es la solidaridad y la individualidad de cada ser humano, a pesar de encontrarse rodeado de otra gente no deja de ser individual y es gracias a ello por lo que a través de sus acciones y elecciones va creando su esencia en todo momento, demostrando su libertad infinita de que a pesar de encontrarse en las mismas circunstancias que otros seres humanos puede decidir y es libre de actuar, libre para querer involucrarse y familiarizarse a ese mundo del que es parte(en este caso en Orán y su contexto), de ser solidario con sus alternos y de esa forma de grano en grano, de elecciones y acciones creando su propia esencia y renovándola.

Para ejemplificar esta idea retomamos el entorno y contexto de peste en el que viven los conciudadanos. Todos ellos que se encuentran en las mismas condiciones; aislados en Orán por la peste independientemente de su estatus social, de su empleo, su edad, su raza y su religión todos están en condiciones de cuarentena por la peste, en la misma época, con la misma incertidumbre y las mismas probabilidades de ser contagiados y morir.

Nadie sabe a ciencia cierta qué es lo que podría pasar y aun así  como es en el caso de Panelux que dice:

"Hermanos míos" -dijo con fuerza-, es la misma caza mortal la que se corre hoy día por nuestras calles. Vedle, a este ángel de la peste, bello como Lucifer y brillante como el mismo mal. Erguido sobre vuestros tejados, con el venablo rojo en la mano derecha a la altura de su cabeza y con la izquierda señalando una de vuestras casas. Acaso en este instante mismo, su dedo apunta a vuestra puerta, el venablo suena en la madera, y en el mismo instante, acaso, la peste entra en vuestra casa, se sienta en vuestro cuarto y espera vuestro regreso. Está allí paciente y atenta, segura como el orden mismo del mundo. La mano que os tenderá, ninguna fuerza terrestre, ni siquiera, sabedlo bien, la vana ciencia de los hombres, podrá ayudaros a evitarla. Y heridos en la sangrienta era del dolor, seréis arrojados con la paja." Aquí, el Padre volvió a tomar con más amplitud todavía la imagen patética del azote. Evocó el asta inmensa de madera girando sobre la ciudad, hiriendo al azar, alzándose ensangrentada, goteando la sangre del dolor humano, "para las cementeras que prepararán las cosechas de la verdad". Al final de tan largo período, el Padre Paneloux se detuvo, el pelo caído sobre la frente, el cuerpo agitado por un temblor que sus manos comunicaban al pulpito y recomenzó más sordamente pero con tono acusador: "Sí, ha llegado la hora de meditar. Habéis creído que os bastaría con venir a visitar a Dios los domingos para ser libres el resto del tiempo. Habéis pensado que unas cuantas genuflexiones le compensarían de vuestra despreocupación criminal. Pero Dios no es tibio. Esas relaciones espaciadas no bastan a su devoradora ternura. Quiere veros ante Él más tiempo, es su manera de amaros, a decir verdad es la única manera de amar. He aquí por qué cansado de esperar vuestra venida, ha hecho que la plaga os visite como ha visitado a todas las ciudades de pecado desde que los hombres tienen historia. Ahora sabéis lo que es el pecado como lo supieron Caín y sus hijos, los de antes del diluvio, los de Sodoma y Gomorra, Faraón y Job y también todos los malditos. Y como todos ellos, extendéis ahora una mirada nueva sobre los seres y las cosas desde el día en que esta ciudad ha cerrado sus murallas en torno a vosotros y a la plaga. En fin, ahora, sabéis que hay que llegar a lo esencial." Un viento húmedo se arremolinó entonces bajo la nave y las llamas de los cirios se inclinaban chisporroteando. Un espeso olor de cera, un estornudo, diversas toses subieron hacia el Padre Paneloux que, volviendo a su tema con una sutileza que fue muy apreciada, recomenzó con la voz serena. "Muchos de entre vosotros, ya lo sé, se preguntan a donde voy a parar. Quiero haceros llegar conmigo a la verdad y enseñaros a encontrar la alegría, a pesar de todo lo que acabo de decir. No estamos ya en el momento en que con consejos, con una mano fraternal hubiera podido empujaros hacia el bien. Hoy la verdad es una orden. Y es un venablo rojo el que os señala el camino de la salvación y os empuja hacia él. Es en esto, hermanos míos, en lo que se muestra la misericordia divina que en toda cosa ha puesto el bien y el mal, la ira y la piedad, la peste y la salud del alma. Este mismo azote que os  martiriza os eleva y os enseña el camino. "Hace mucho tiempo, los cristianos de Abisinia veían en la peste un medio de origen divino, eficaz para ganar la eternidad, y los que no estaban contaminados se envolvían en las sábanas de los pestíferos para estar seguros de morir. Sin duda este furor de salvación no es recomendable. Denota una precipitación lamentable muy próxima al orgullo. No hay que apresurarse más que Dios pues todo lo que pretende acelerar el orden inmutable que Él ha establecido de una vez para siempre, conduce a la herejía. Pero este ejemplo nos sirve al menos de lección. A nuestros espíritus, más clarividentes, les ayuda a valorar ese resplandor excelso de eternidad que existe en el fondo de todo sufrimiento. Este resplandor aclara los caminos crepusculares que conducen hacia la liberación. Manifiesta la voluntad divina que sin descanso transforma el mal en bien. Hoy mismo, a través de este tropel de muerte, de angustia y de clamores, nos guía hacia el silencio esencial y hacia el principio de toda vida. He aquí, hermanos míos, la inmensa consolación que quería traeros para que no sean sólo palabras de castigo las que saquéis de aquí, sino también un verbo que os apacigüe." (2010:p.153)

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