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La lucha por la existencia

JAZMINInforme31 de Diciembre de 2011

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CAPÍTULO III. La lucha por la existencia.

Toda variación, no importa lo ligera que aparezca, se conserva si es de utilidad a los individuos, el principio de la Selección Natural, para señalar así su relación con la facultad de selección que tiene el hombre.

En efecto, hemos visto que el hombre puede por la selección producir resultados realmente extraordinarios y adaptar a sus propias conveniencias seres orgánicos por medio de la acumulación de variaciones, ligeras, pero útiles, que la Naturaleza ha sometido a la acción de sus manos.

Pero la Selección Natural, es una energía lista continuamente a actuar, y desde luego inconmensurablemente superior a los débiles esfuerzos del hombre.

Todo ser que en el transcurso natural de su vida rinde huevos o semillas se encuentra, en un período de esa vida suya, ante la necesidad de verse destruido; y durante una estación cualquiera de un año de su existencia, o accidentalmente en uno de esos años, obedeciendo al principio de progresión geométrica, verla aumentados sus individuos de modo tan rápido e inmoderado que ningún país sería bastante a mantenerlos.

El clima influye en modo directo en reducir severamente el rendimiento de los productos que sirven de alimento ya que somete a los individuos a la prueba más dura, porque les pone en la precisión de combatir con los miembros de su especie, o de otras que dependen para su subsistencia de la misma alimentación.

Cada especie, aún allí donde más abunde, sufre constantemente verdadera destrucción en un determinado período de su vida, que le causan enemigos o competidores que tiene en el mismo lugar en que habita y por el mismo alimento que le sostiene; con el resultado de que si estos enemigos o competidores resultan favorecidos, aunque sea sólo el menor grado, por un ligero cambio de clima, se aumentará su número, y como cada área está ya enteramente poblada, tienen que decrecer las demás especies.

La acción del clima favorece de modo principal, aunque en el prodigioso número de plantas, no llegan ha aclimatarse a ciertos climas porque no pueden competir con otras plantas de diferente clima ni resistir la destrucción a que les someten los animales de la región.

Cuando una especie, debido a circunstancias altamente favorables, aumenta desusadamente en número en una región reducida, con frecuencia surgen epidemias que causan al organismo ser independiente de la lucha por la vida.

Las epidemias se deben a gusanos parasitarios que, por alguna causa, quizás en parte por la facilidad con que se extienden entre los animales que viven aglomerados, se encuentran en condiciones favorables extraordinarias a su expansión; y de aquí resulta cierta clase de rivalidad, de lucha que entablan el parásito y su presa.

No es que en la Naturaleza sean siempre tan sencillas como éstas las relaciones: tiene que librarse batalla tras batalla, constantemente, con varia fortuna, para que, al cabo se encuentren las fuerzas tan balanceadas que la faz de las cosas aparece uniforme durante largas épocas, hasta que a menudo surge una pequeñez, una trivialidad, de lo más insignificante, que concede la victoria a una criatura orgánica sobre otra.

La dependencia de una criatura orgánica a otra descansa generalmente en seres bien remotos en la escala de la Naturaleza. Así ocurre a menudo en las criaturas de las cuales puede estrictamente afirmarse que luchan mutuamente por su existencia.

Pero invariablemente es más dura la lucha entre los individuos de una misma especie, porque

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