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Lucha De Clases

mafer399119 de Abril de 2012

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LUCHA DE CLASES

La lucha de clases es un concepto o una teoría que explica la existencia de conflictos sociales como el resultado de un supuesto conflicto central o antagonismo inherente entre los intereses de diferentes clases sociales.

Aunque el concepto es fundamental en el marxismo o materialismo histórico, no es exclusivo de él. Según Karl Marx y Friedrich Engels, a través de la historia las personas han tratado de organizarse en diferentes tipos de sociedades bajo la tensión causada por pobres y ricos, hombres libres y esclavos, patricios y la plebe, señores feudales y siervos , maestros de corporaciones y oficiales, capital y proletariado . Este conflicto sólo puede resolverse, según ellos, cuando se llegue a una sociedad sin clases y sin que ello suponga la desaparición del proceso y el progreso históricos, lo que ellos proponen alcanzar con el comunismo

Orígenes y desarrollo del concepto

El primero en postular no solo la existencia de un conflicto central en toda sociedad políticamente organizada sino que tal conflicto tiene un poder explicativo fue Nicolás Maquiavelo, para quien tal conflicto se origina en los "tipos de vida" -vivere- que se encuentran en un Estado organizado políticamente: el del pueblo y el de "los grandes" (los que gobiernan al pueblo)1 El capítulo IV del Libro I de los Discursos sobre la Primera Década de Tito Livio introduce un tema clave para la interpretación de la obra de Maquiavelo: la división social es propia del orden político: (Maquiavelo escribe) "Yo digo que quienes condenan los tumultos entre los nobles y la plebe atacan lo que fue la causa principal de la libertad de Roma, y que se fijan más en los ruidos y gritos que nacían de esos tumultos que en los buenos efectos que produjeron. En toda República hay dos espíritus contrapuestos, el de los grandes y el del pueblo, y todas las leyes que se hacen en pro de la libertad nacen de la desunión de ambos..." (ver también: Secessio plebis)

Posteriormente, ese conflicto comenzó a verse como basado en clases sociales, entendidas como relaciones de propiedad. Así, por ejemplo, Jean-Jacques Rousseau -en 1754- argumenta: “El primer hombre al que, tras haber cercado un terreno, se le ocurrió decir ‘Esto es mío’ y encontró a gentes lo bastante simples como para hacerles caso, fue el verdadero fundador de la Sociedad Civil “.Se ha alegado que Rousseau analiza el tránsito del hipotético estado de naturaleza al estado social como una degeneración (no un progreso) producto de las desigualdades sociales que surgen con la propiedad privada, el derecho para protegerla, y la autoridad para que se cumpla ese derecho. Las leyes establecidas en toda sociedad son siempre las leyes que defienden al poderoso, al rico y a su poder frente a los no poseedores de propiedad, a los pobres. La propiedad privada y el derecho han creado un abismo entre dos "clases" jerárquicamente diferenciadas entre sí: la clase de los propietarios, de los poderosos y de los amos, frente a la clase de los no propietarios, pobres y esclavos. Esta situación no es superable, según Rousseau, pero puede ser mitigada a través de una sana vuelta a la naturaleza y una educación que fomente el individualismo y la independencia del hombre.

Poco después (1758) François Quesnay publica el primer tratado fisiócrata, en el cual divide la sociedad en la "clase productora" (las basadas en las actividades agrícolas) y las clases no-productivas y explotativas (militares, académicos, funcionarios políticos y estatales, los nobles y privilegiados políticos, etc)

Este proceso culmina con Adam Smith, quien concluye -en 1776 - al presentar el resultado de sus investigaciones acerca: “De las causas del adelantamiento y perfección en las facultades productivas del trabajo; y del orden con que su producto se distribuye naturalmente entre las diferentes clases del Pueblo” que “Todo el producto anual de la tierra y del trabajo de una nación ... naturalmente se divide, como ya se ha observado, en tres partes; la renta de la tierra, los salarios del trabajo, y las ganancias del capital (stock en el original), y constituye un ingreso a tres órdenes diferentes de personas; los que viven de rentas, los que viven de salarios, y los que viven por la ganancia. Esas son los tres órdenes originarios, y principales partes componentes de toda sociedad civilizada, de cuyos ingresos esos de todos los otros órdenes últimamente se derivan”

En esa época se consideraba obvio y natural que los "órdenes" o "clases" -generalmente conocidas como estados- y entendidas como “tipo” o “clases de propiedad” -aristocrática, eclesiástica-; la “nueva forma de propiedad que estaba apareciendo en las ciudades o Tercer Estado” y el resto del Pueblo llano sin o casi sin propiedad- tienen intereses que están en conflicto, opuestos por su diferente naturaleza.

Por ejemplo, James Madison escribía en 1780, como parte de su análisis de las facciones (sus opiniones, sus pasiones y sus intereses), que dentro del grupo de los poseedores libres de la nueva propiedad privada (cuya base en Estados Unidos estaba constituida por una mayoría agraria de clase media y que en ausencia de pasado feudal no convivía con ningún estamento), incluso la "protección de facultades diferentes y desiguales para adquirir propiedad, produce inmediatamente la existencia de diferencias en cuanto a la naturaleza y extensión de la misma; y la influencia de estas sobre los sentimientos y opiniones de los respectivos propietarios, determina la división de la sociedad en diferentes intereses y partidos."

Sin embargo -y a pesar del criticismo, a veces bastante explícito, de lo anterior- tal conflicto (o sus consecuencias) se veía generalmente como positivo, dando origen a la libertad responsable y estableciendo las bases de la supremacía del poder de los monarcas. Esa visión se puede trazar al dicho de Heráclito: “Los opuestos acuerdan, y de la discordia resulta la mejor armonía (esta sugerencia es conocida como Doctrina de la armonía de los intereses)

Así, por ejemplo, Edmund Burke aduce (en 1790):

“En vuestros antiguos estados Uds. tenían esa variedad, toda esa combinación y toda esa oposición de intereses, teníais toda esa acción y reacción que, en el mundo natural y político, a partir de la lucha reciproca de poderes discordantes, extrae la armonía del universo. Esos intereses opuestos y conflictivos, que Uds. consideran una falta grave en vuestra Constitución pasada y la presente, interpone un saludable balance a toda resolución precipitada, transformando la deliberación en una materia no de gusto sino de necesidad, hace todo cambio un asunto de compromiso que naturalmente engendra moderación... A través de la diversidad de miembros e intereses la libertad general tiene tantas seguridades como hay diferentes versiones en los varios órdenes, mientras que manteniéndose bajo el control de un monarca, las partes mismas son prevenidas de desviarse y alejarse de sus posiciones correspondientes”.

Partiendo de lo anterior, Burke avanza a producir una justificación política práctica acerca de la necesidad de un poder real: Nadie -alega- puede ser juez en su propia causa. Por lo tanto, las clases tienen necesidad de un poder externo, superior, que pueda -si es que las clases no pueden llegar a acuerdo- adjudicar sin estar comprometida con ninguna parte. Ese poder es el rey. (Burke: op cit).

Desarrollo pos-revolucionarios

La Revolución francesa marcó la irrupción a órganos del poder estatal no solo de esa nueva forma de propiedad, sino también la aparición de un nuevo actor político-social: aquellos que carecían de posesiones materiales, en la medida que empezaron a acumular poder a través de alianzas ya sea con un sector u otro de las clases posesoras. Empezó también a cambiar la percepción general del resultado del conflicto a uno cuyas consecuencias no eran universal y necesariamente positivas.

Por ejemplo Considerant alega: ".. a todos esos vicios sociales , que secan las fuentes de riqueza y prosperidad, debe agregarse la lucha, la discordia, la guerra, que en corto, y bajo muchos nombres y muchos aspectos... corresponde a la oposición radical -una antinomia con raíces profundas- entre los varios intereses. Exactamente en la misma manera que se pueden establecer clases y categorías dentro de la nación, en esa medida habrá, también, oposición de intereses y guerra interna ya sea abierta o secreta, incluso si solo considera el aparato industrial".

Quizás el primer teórico liberal que no solo comprendió que la irrupción de las "clases desposeídas" tendría profundas repercusiones políticas sino que las examino fríamente fue John Stuart Mill: “La discusión que ahora se requiere es una que debe ir a los principios mismos. Las doctrinas fundamentales que una vez se asumieron como incontestables por las antiguas generaciones son de nuevo puestas a juicio. Hasta el presente la institución de la propiedad, en la manera que nos ha sido legada desde el pasado, no había sido, excepto por algunos escritores especulativos, seriamente cuestionada, porque los conflictos del pasado habían sido entre clases, ambas de las cuales tenían un interés en la constitución existente de la propiedad. No será posible continuar de esta manera. Cuando la discusión incluye clases que poseen casi nada y están solo interesadas en la institución en la medida que es de interés público, ellos no permitirán que nada sea asumido, ciertamente no el principio de propiedad privada, cuya legitimidad y utilidad es cuestionada por algunos de los pensadores que miran desde el punto de vista de las clases

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