La vida no es más que aquello que vivimos

La vida no es más que aquello que vivimos, la continua sucesión de acontecimientos que nos ocurren desde que nacemos hasta que morimos, es como una carretera por la que tienes que correr, atravesar sin parar y en la que sabes que encontrarás obstáculos y premios, habrá un número mayor de los primeros que de los segundos pero nos han enseñado a aguantar los golpes, a no rendirnos y levantarnos de nuevo, a volver a recibir el siguiente pero lo cierto es que, ¿qué hay al final de esa carretera? Un punto, un punto en el que mirarás atrás pensando en todo lo que has superado para llegar hasta ahí y ver lo que has tenido que superar, ver que otros han elegido otro trazado del camino y no se llevaron tantos golpes y ver que el número de los que te has llevado es inferior a los premios, pero ya no puedes hacer nada, es irrevocable, y no te quedará otra que aceptar que has corrido mucho para llegar hasta ahí pero has cometido errores y eso, es madurar.

La concepción de vida es tan abstracta como el porqué de habérnosla entregado, entregarnos un tiempo inútil en el que intentar alcanzar una felicidad que no llegará, pues no existe porque esa sucesión de acontecimientos no está regida por ninguna norma o factor que nos permita prever lo que ocurrirá, no hay un extraño método para averiguar lo que nos depara la vida al hacer una elección en la misma, pero con cierta certeza puedo asegurar que la probabilidad de que algo no salga como lo imaginas es alta, para esto debemos de definir lo que es la imaginación.

La imaginación es un mundo paralelo, inalienable y único que reside en nuestra mente donde pretendemos visualizar los movimientos que queremos realizar con antelación. Esta imagen es subjetiva, esta imaginación nos mueve a intentar cosas que en ella pueden salir bien, nos mueve a realizar actos de fe que no progresarán en algunos casos o que serán realizados en otros. Esto definirá tres tipos de personas: las que consiguen aquello que se proponen, estas personas tendrán una gran confianza en sí mismas, han logrado sus objetivos su índice de logros es mayor que el de fallos y por eso siempre tenderán a confiar en la estadística, a repetir la forma del éxito porque la conocen y han visto sus frutos. Los que equiparan sus logros, estos han logrado de vez en cuando lo que han perseguido, no con tanta frecuencia pero siguen aspirando a seguir sumando, y por último los que nunca lograron nada, la minoría, aquellos que no consiguieron su éxito nunca, estas personas no son nada, no aspiran a nada, no serán más que un pequeño grupo sin fortuna que no sabe lo que es triunfar, no lo han logrado nunca, estos no tienen estadística en la que apoyarse ni motivación por conseguir nada por falta de confianza, no verán más allá debido al razonamiento humano de la vida.

El ser humano tiende a realizar un cantidad base de esfuerzo en su labor por conseguir un objetivo, con ese esfuerzo puede ocurrir dos cosas: que sirva para progresar o que se estanque, en el primer caso la reacción de ese individuo será producir un mayor esfuerzo que el primero para seguir progresando hasta obrar su objetivo, pero solo seguirá invirtiendo si ve un beneficio material de cara a ese logro pues en el momento en el que no haya progreso no lo aumentará. Esto es lo que le ocurre a este último grupo de personas, que de forma repetida han hecho un esfuerzo por algo en vano y al repetirse ese proceso, al faltar un beneficio que lleva a la motivación, aparece lo que es definido como impotencia, que les llevará a pensar lo evidente según la prueba, según el razonamiento humano en la vida, les llevará a pensar que son incapaces de lograr lo que desean, buscarán aprobación de otros individuos y pasarán a ser dependientes del resto pues su confianza en ellos mismos es nula y no podrán levantarse por sí solos.

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