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Las 4 Leyes Del Materialismo Dialectico

Ant20111 de Febrero de 2012

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CAPÍTULO SEGUNDO LAS LEYES DE LA DIALÉCTICA PRIMERA LEY: EL CAMBIO

DIALÉCTICO

I. QUÉ SE ENTIENDE POR CAMBIO DIALÉCTICO

La primera ley de la dialéctica comienza por comprobar que “nada permanece donde está, nada sigue

siendo lo que es”. Decir dialéctica es decir movimiento, cambio. En consecuencia, cuando se habla de

situarse en el punto de vista de la dialéctica, esto quiere decir situarse en el punto de vista del

movimiento, del cambio: cuando querramos estudiar las cosas según la dialéctica, las estudiaremos en

sus movimientos, en su cambio.

He aquí una manzana. Tenemos dos medios de estudiar esta manzana: por una parte desde el punto de

vista metafísico, por la otra desde el punto de vista dialéctico.

En el primer caso daremos una descripción de este fruto, su forma, su color. Enumeraremos sus

propiedades, hablaremos de su gusto, etc. Después podremos comparar la manzana con una pera, ver sus

semejanzas, sus diferencias, y por último sacar la conclusión: una manzana es una manzana y una pera

es una pera. Así se estudiaban las cosas antiguamente, como lo atestiguan numerosos libros.

Si queremos estudiar la manzana situándonos desde el punto de vista dialéctico, nos situaremos desde el

punto de vista del movimiento; no del movimiento de la manzana cuando rueda y se desplaza, sino del

movimiento de su evolución. Entonces comprobaremos que la manzana madura no siempre ha sido

como es. Antes era una manzana verde. Previamente a su condición de flor era un botón; y así nos

remontaremos hasta el estado del manzano en la época primaveral. Por lo tanto, la manzana no ha sido

siempre una manzana, tiene una historia; y del mismo modo, no seguirá siendo lo que es. Si cae se

podrirá, se descompondrá, liberará sus semillas que, si todo va bien, darán un retoño y después un árbol.

Por consiguiente, la manzana no ha sido siempre lo que es y tampoco seguirá siendo lo que es.

He aquí lo que se llama estudiar las cosas desde el punto de vista del movimiento. Es el estudio desde el

punto de vista del pasado y del porvenir. Estudiando de este modo, sólo se ve la manzana como

transición entre lo que era, el pasado, y lo que será, el porvenir.

Para situar correctamente esta manera de ver las cosas, tomaremos otros dos ejemplos: la Tierra y la

sociedad.

Colocándonos desde el punto de vista metafísico, describiremos la forma de la Tierra en todos sus

detalles. Comprobaremos que en su superficie hay mares, tierras, montañas; estudiaremos la naturaleza

del suelo. Después podremos comparar la Tierra con los otros planetas o la luna y por último sacaremos

la conclusión: la Tierra es la Tierra.

En cambio, estudiando la historia de la Tierra desde el punto de vista dialéctico, veremos que no fue

siempre lo que es, que ha experimentado transformaciones y que, en consecuencia, la Tierra

experimentará nuevamente en el porvenir otras transformaciones. Por lo tanto, hoy debemos considerar

que el estado actual de la Tierra sólo es una transición entre los cambios pasados y los cambios, que

vendrán. Transición en 1a cual los cambios que se efectúan son imperceptibles, aunque se produzcan en

una escala mucho más grande que los que se efectúan en la maduración de la manzana.

Veamos ahora el ejemplo de la sociedad, que interesa particularmente a los marxistas.

Sigamos aplicando nuestros dos métodos: desde el punto de vista metafísico, se nos dirá que siempre ha

habido ricos y pobres. Se comprobará que hay grandes bancos, enormes fábricas. Se nos dará una

descripción detallada de la sociedad capitalista comparándola con las sociedades pasadas; (feudal,

esclavista) buscando las semejanzas o las diferencias, y se nos dirá: la sociedad capitalista es lo que es.

Desde el punto de vista dialéctico, sabremos que la sociedad capitalista no ha sido siempre lo que es. Si

comprobamos que en el pasado otras sociedades han existido durante cierto período, será para deducir

que la sociedad capitalista, como todas las sociedades, no es definitiva, no tiene base intangible, sino que

por el contrario sólo es para nosotros una realidad provisoria, una transición entre el pasado y el

porvenir.

A través de estos ejemplos vemos que considerar las cosas desde el punto de vista dialéctico, es

consíderar cada cosa como provisoria, como teniendo una historia en el pasado y debiendo tener una

historia en el porvenir, teniendo un comienzo y debiendo tener su fin...

II. “PARA LA DIALÉCTICA NO HAY NADA DEFINITIVO, ABSOLUTO, SAGRADO...”

Para la dialéctica no hay nada definitivo, absoluto, sagrado; muestra la caducidad de todas las cosas y en

todas las cosas, y para ella sólo existe el proceso ininterrumpido del devenir y de lo transitorio.41

He aquí una definición que subraya lo que acabamos de ver y lo que vamos a estudiar:

“Para la dialéctica no hay nada definitivo.” Esto quiere decir que para la dialéctica cada cosa tiene un

pasado y tendrá un porvenir; que, por consiguiente, no es así de una vez por todas y que lo que ella es

hoy, no es definitivo. (Ejemplos de la manzana, de la Tierra, de la sociedad.)

Para la dialéctica no hay ningún poder en el mundo ni más allá del mundo que pueda fijar las cosas en

un estado definitivo: así, pues, “nada es absoluto”. (Absoluto quiere decir: que no está sometido a

ninguna condición; por lo tanto, que es universal, eterno, perfecto.)

“Nada sagrado” no quiere decir que la dialéctica desprecie todo. ¡No! Una cosa sagrada es una cosa que

se considera como inmutable, que no se debe tocar ni discutir sino solamente venerar. La sociedad

capitalista es “sagrada”, por ejemplo. ¡Y bien! La dialéctica dice que nada escapa al movimiento, al

cambio, a las transformaciones de la Historia.

“Caducidad” procede de “caduco”, que significa: que cae; una cosa caduca es una cosa que envejece y

debe desaparecer. La dialéctica nos demuestra que lo que es caduco ya no tiene razón de ser, que todo

está destinado a desaparecer. Lo que es joven se vuelve viejo; lo que hoy está en vida muere mañana, y

para la dialéctica sólo existe “el proceso ininterrumpido del devenir y de lo transitorio”.

Por consiguiente, situarse desde el punto de vista dialéctico es considerar que nada es eterno, salvo el

cambio. Es considerar que ninguna cosa particular puede ser eterna, salvo el “devenir”.

Pero ¿qué es este “devenir” del que habla Engels en su definición?

Hemos visto que la manzana tiene una historia. Tomemos ahora, por ejemplo, un lápiz, que también

tiene su historia.

Este lápiz que ahora está gastado ha sido nuevo. La madera con que está hecho proviene de una tabla, y

esta tabla sale de un árbol. Vemos, pues, que la manzana y el lápiz tienen cada cual su historia y que ni

el uno ni el otro han sido siempre lo que son. Pero ¿hay una diferencia entre estas dos historias?

¡Ciertamente!

La manzana verde se ha vuelto madura. ¿Podía, siendo verde y si todo marcha normalmente, no volverse

madura? No, debía madurar, así como, al caer a tierra, debía podrirse, descomponerse, liberar sus

semillas.

En cambio, el árbol del que proviene el lápiz puede no transformarse en tabla, y esta tabla puede no

convertirse en lápiz. El mismo lápiz puede permanecer siempre entero, no ser despuntado.

Por lo tanto comprobamos una diferencia entre estas dos historias. En lo que respecta a la manzana, se

trata de la manzana verde que se ha vuelto madura -si nada anormal se produce- y de la flor que se ha

convertido en manzana. Así pues, dada una fase, la otra fase sigue necesariamente, inevitablemente (si

nada detiene la evolución).

Por el contrario, en la historia del lápiz el árbol puede no convertirse en tabla, la tabla puede no

convertirse en lápiz, y el lápiz puede no ser despuntado. Así pues, dada una fase, la otra fase puede no

seguir. Si la historia del lápiz recorre todas esas fases, es gracias a una intervención extraña -la del

hombre.

En la historia de la manzana, encontramos fases que se suceden derivando de la primera a la segunda

fase, etc. Sigue la “transformación” de que habla Engels. En la del lápiz, la fases se “yuxtaponen”, sin

derivar una de otra. Es que la manzana sigue un proceso natural.

III. EL PROCESO

(Palabra que proviene del latín y que significa: marcha adelante o el hecho de avanzar, de progresar.)

¿Por qué la manzana verde se vuelve madura?: a causa de lo que contiene. A causa de los

encadenamientos internos que impulsan la manzana a madurar; como era manzana aún antes de estar

madura, no podía dejar de madurar.

Cuando se examina la flor que se convertirá en manzana y luego la manzana verde que se volverá

madura, se comprueba que estos encadenamientos internos que impulsan la manzana en su evolución,

actúan bajo el imperio de fuerzas internas llamadas el autodinamismo, lo que quiere decir: fuerza que

proviene de uno mismo.

Cuando el lápiz todavía era tabla, fue necesaria la intervención del hombre para hacerlo convertirse en

lápiz, porque la tabla nunca se hubiera

...

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