ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

Literatura


Enviado por   •  8 de Mayo de 2014  •  1.969 Palabras (8 Páginas)  •  135 Visitas

Página 1 de 8

La Filosofía y la Literatura han reconsiderado su secular creencia y juicio respecto a sus posibilidades de representar lo real. Siempre conflictivas entre sí, pocas vacilaciones cundían, sin embargo, a la hora de entender que lo real podía ser expresado en un proceso de producción reflectiva en la que, como en la superficie del espejo, se reconociera lo real. Pues bien, dicha consideración, que se remontaría al esfuerzo aristotélico, es, sin lugar a dudas, uno de los signos fundamentales del cataclismo postmoderno que se reafirma sobre incursiones previas y consideraciones marginales en la historia del común lugar cultural. Así, la Filosofía -y, por extensión, todo saber serio (como la Historia, malogradas sus aspiraciones por los trabajos de White)- han cedido a la pretensión de presentarse como espejo en el que lo material se acoge : la reaparición sorprendente de Nietzsche significa un golpe contundente a la virtud tradicional de la Filosofía debido a la fundamentalidad epistemológica concedida a la noción de interés. Compartiendo su atmósfera, las obras literarias de autores como Celan o Beckett, que se presentan como las expresiones más aceradas de la literatura como no-representación, refuerzan la impresión de que lo real-material es irrepresentable. Las razones son tan claras como contundentes, al menos desde el punto de vista del diálogo crítico en relación al discursear clásico : por un lado, la irrupción de la subjetividad móvil e irreductible como origen de la escritura y, por otra parte, la consideración de lo real-material mismo como devenir y fluidez cuestionan gravemente la inteligibilidad de la Filosofía y la Literatura como representación.

La consideración de la sombra y de la obra de S. Beckett provoca asombro y ocasional pánico. Sus personajes novelescos se arrastran empeñados en decir lo indecible, en transmitir celosamente una imposibilidad perturbadora que, sin embargo, les hace saberse existentes, y, por otra parte, sus antihéroes teatrales parecen destinados a un terrible holocausto que les va inevitablemente transformando en mudas sombras de sí mismos, anuncio en la oscuridad mortecina de un estar yéndose que ni culmina ni se inicia sino como reiteración de que lo que sabemos no es sino tartamudeo interminable de una primera-última palabra. El estremecimiento que su sombra y obra nos provocan es muy similar y próximo al que nos entrega como un regalo envenenado Paul Celan cuya obra poética es también un sigiloso aproximarse al silencio que, sin embargo, se rechaza con la misma insolencia que dicta la vocación del personaje de El innombrable, la obra que cierra la trilogía beckettiana : "Estoy obligado a callar. No me callaré nunca. Nunca", asegura.

Si hoy y aquí hermano a Beckett y Celan no es porque el poeta supusiera estar muy cercano a Beckett, de quien afirmó Celan, según el testimonio transmitido por Felstiner que "es probablemente la única persona con la que podía haberme entendido"1. Ni siquiera porque en su destino paralelo de exiliados brille una pesarosa luminosidad de extravío y desarraigo. Si los hago hablar ahora entre ellos es porque ambos operan sobre el esfuerzo de un "estrangulamiento de la lengua". Tal afirma Lacoue-Labarthe del oficio pesaroso del poeta rumano, pero habremos de extender el juicio a Beckett : ambos son dos de las presencias que con más fuerza renuevan la "imposibilidad de la representación" -aunque su existencia sea una esquiva y paradójica meditación sobre la representación. Son así, y obligatoriamente, hoy, nuestros primeros compañeros, nuestros vecinos a lo largo de este breve viaje que vamos a recorrer juntos -pero, como veremos, no los exclusivos, aunque acaso los más deseados. Si son los más deseados es, como supondrán, porque tanto uno como otro hacen de su extraña afición un recurso interminable para decirnos la imposibilidad de la representación -ni el uno ni el otro podrían considerarse "escritores profesionales" : en todo caso, traductores, manchadores de cuartillas con el empeño de subrayar que sumar líneas, diálogos y versos es el único destino que resta a la escritura-. Olga Bernal, perspicaz lectora de Beckett, percibió con lucidez el extraño destino de una literatura que tomó como horizonte decir la inutilidad del habla, la irrisión que ha de provocar todo decir : apunta que al final de la consideración de su obra novelística "descubriremos que nada hay en el interior de las palabras", que toda representación carece de consistencia, que, en suma, sólo resta "condenarse al drama de la imposibilidad de decir"2. Hablaremos una y otra vez, aunque la razón de nuestro hablar sea indicar que para qué hablamos si lo vivido es galaxia invisible y el que recuerda un cuerpo al que el Tiempo acaba por transformar. Retengamos el fragmento de la larga y dilatada conversación que el escritor mantuvo con Ch. Juliet : "La escritura me ha llevado al silencio (dice Beckett). Largo silencio. (Y continúa Beckett :) Sin embargo tengo que continuar... Estoy frente a un acantilado y tengo que seguir adelante. Es imposible, verdad. Sin embargo, se puede avanzar. Ganas unos cuantos miserables milímetros"3. Y no pensemos que otro sea el destino de Celan : Allemann concluía que "me parece tarea casi imposible comentar de forma general y sucinta la poesía de P. Celan"4 a propósito de una breve aproximación a un poema incluido en Von Schewelle zu Schewelle en el que el poeta cifraba en el dar sombra al proverbio el sentido de lo que se dice.

Pues bien, de lo que quiero hablarles es de una ilusión que aparece apuntada taxativamente en el título de mi intervención en el que me refiero a la imposibilidad de la representación -y de la que Beckett y Celan serían privilegiados testigos. Tras la mera apariencia de la afirmación del título, y que roza la insolencia o la provocación, existen, no obstante, otras huellas que, estando como diluidas, son las que en verdad me obligan ahora a pensar y que deseo revelar antes de avanzar un paso. No son referencias desordenadas, lo que ocurre es que todas se evocan mutuamente, deviniendo su claridad

...

Descargar como (para miembros actualizados)  txt (12.1 Kb)  
Leer 7 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com