Lo simbólico como fenómeno de expresión

Cassirer postula la posibilidad, entendiéndola no como posibilidad en potencia sino en acto, del pensamiento simbólico en los seres humanos como aquello que lo separa del mundo animal, pues esto le abre al hombre un vasto horizonte cultural en su relación entre sí y con el medio, mientras que el animal queda relegado al campo de lo rudimentario, de lo instintivo, situación que abordaré más detenidamente luego.

Por su parte Scheler, en su obra “El puesto del hombre en el cosmos”, plantea ésta diferencia desde una posición más onda, pues se sumerge a las variaciones del ser en el humano respecto del animal, e incluso de las plantas. Aunque esta realidad ontológica, señala, es común de estos tres tipos de seres vivos en los humanos su desarrollo es gradualmente mayor. Su campo es el de lo biopsíquico.

LO SIMBÓLICO COMO FENÓMENO DE EXPRESIÓN.

Ernst Cassirer postula que “el pensamiento simbólico y la conducta simbólica se hallan entre los rasgos más característicos de la vida humana”, el hombre es no sólo por lo que puede afirmarse de él sino porque es él mismo quien realiza estas conjeturas sobre sí, se mueve en un terreno que le es propio ya que fue construido por él: el de lo simbólico. Estos poseen un significado propio, que naturalmente les han sido impuestos, posibilitando así el desarrollo del lenguaje, la comunicación y la cultura. El hombre es un ser de cultura. Al respecto Sheler afirma: “La “expresión” es, en efecto, un fenómeno primordial de la vida. (…). Pero sólo el hombre se alza sobre las funciones de expresión y notificación la función de representación y denominación de signos”. Asegura que es propio del mundo animal, particularmente del hombre, esa reversión de la vida sobre sí misma que denomina reflexión. Así puede describir objetos, según argumenta Cassirer, contar su realidad al estar dotadas estas palabras de una estructura sintáctica y lógica, mientras que el animal no puede salir de lo subjetivo de su lenguaje: no puede describir objetos sino sólo emociones o sensaciones, su lenguaje es altamente emotivo. El lenguaje emerge como algo propio y exclusivo de la psique humana a modo de proceso, no de invento o creación artificial de los mismos, sino como consecuencia de la capacidad de reflexión: “aquella capacidad del hombre que consiste en destacar de toda la masa indiscriminada del curso de los fenómenos sensibles fluyentes ciertos elementos fijos, al efecto de aislarlos y concentrar la atención sobre ellos.”

Además el animal carece de pensamiento, tal como lo conocemos en el desarrollo del humano, y de las “llamadas imágenes” lo que le impide un desarrollo cultural. Carece de un centro hacia el cual retornar la propia existencia para ser evaluada, en interpretación de Scheler. Si bien a algunas especies animales se les atribuye un desarrollo, aunque mínimo, del lenguaje:

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