Los Niños

El amor es la razón de existir de cualquier mortal si te dejara ir se acabaría esa felicidad.

Como un días más amanecí pensando en las tareas rutinarias, aquellos trabajos que te hacen cumplir con el papel de ser hijos, esta vez mamá me mando a vender ropa en el sitio donde crecí San José Tetepelcingo, un pueblito donde la libertad se huele en el aire que respira cada uno de sus habitantes.

Mi mente vagaba absorbiéndome el contexto, sin imaginarme que ese día se convertiría en uno muy especial para mí, te vi por primera vez y mis ojos trataban de disimular aquella atención que me atraía tu persona, las cuentas no me salieron bien desde que te marchaste del sitio donde te encontrabas.

Fue en aquel instante cuando la única claridad, sonido y olor en la noche provenían de ti, esa camisa rayada, con pantalón obscuro y con un peinado decente que hacían de ti la persona más formal y bella del baile, es tu manera de ser, tan educado e inteligente que me cautivo.

Atesoro todos los momentos que hemos vivido , la vida de juntados, la bendición de nuestros cuatro hijos, los esfuerzos y sacrificios, celebraciones familiares, ser soldados de guerra con la lucha contra los problemas que se nos han presentado, enfermedades, crisis económicas y emocionales, compartiendo enojos, furia, alegrías, trabajo duro, pleitos, éxitos y fracasos.

Tú y yo somos pilares de una casa a la que llamaremos familia, familia que creamos y por todo ese camino que tenemos que recorrer, fuerzas que no tenemos deben de salir, porque nosotros al formarla, somos responsables directos de su mantenimiento depende de nosotros que esta casa se construya con buenos cimientos, para que ningún huracán Carlota lo destruya.

Engrandezco tu tolerancia y paciencia que has sabido tener con migo, de todas las virtudes y defectos que tienes solo unas aprecio de ti y son: “todas ellas”, porque todas pertenecen a ti y esas virtudes y defectos son los que te convierten, en Cecilio Ríos Velasco. Mi primer y único amor.

El verdadero amor perdona, no abandona no se quiebra no ambiciona, no se rompe como pompas de jabón.

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