Los habitos del pencamiento riguroso

Los hábitos del pensamiento riguroso

Se define como hombre de ciencia no solo a aquel que ejerce esta rama por vocación, si no a aquel hombre vinculado especial mente con la vida universitaria, con la vida profesional que, de una manera más que nada rápida, comenzara a servir a nuestra sociedad.

Un hábito es aquella actividad, cualidad o actividad, que el hombre puede desarrollar de acuerdo a su constancia, siendo capaz de realizar esta cualidad de una manera casi instintiva, efectuándola con relativa facilidad y prodencia.

Los hábitos son necesarios para lograr tres características del obrar: La firmeza, la prontitud y la deleitación a decir Santo Tomás de Aquino.

Como tal, este hombre debe desarrollar una gran cantidad de hábitos (mismos que, cuya naturaleza es estudiada por las psicología y la filosofía) que favorezcan tanto al entendimiento, razonamiento, síntesis e investigación que este hombre debe realizar de acuerdo a su vocación.

Sin embargo, de una manera casi paradójica, la sociedad misma se encarga de mermar el desarrollo o la adquisición de estos hábitos generándole conflictos y crisis en la vida del hombre de ciencia. A continuación, se expondrán los hábitos que son precisos desarrollarse en el razonamiento del hombre de vida universitaria-profesional.

El hábito de la definición.

El saber definir algo, es tener en claro el concepto, la naturaleza, y el sentido del término de un objeto en cuestión. A menudo caemos en la confusión de lo que un objeto es o representa, y esta definición parte precisamente de la definición del mismo.

Por lo tanto, es preciso saber definir con transparencia, para así poder comprender la naturaleza de un objeto de investigación.

El hábito de la distinción

Por medio de este hábito, el hombre será capaz de distinguir una cosa de la otra, mismas que por el orden real de nuestro plano no se hayan separadas. Por dar un ejemplo más práctico para facilitar el entendimiento de este concepto, se puede utilizar a la hora de separar los compuestos químicos del aire, el agua, o los elementos en general.

Dicha distinción nos ayuda también a elaborar juicios sobre la naturaleza de los objetos, partiendo de la premisa de: Si A=B, B=C por lo tanto A=C cabe destacar que existirán siempre excepciones en esta regla, y por ende es necesario fortaleces este hábito para percatarse de ellas.

El hábito de la relación y la causa.

Este hábito parte de la misma premisa del anterior, que es el de crear un juicio. En este caso en particular, se refiere a afirmar o negar la naturaleza de un objeto en cuestión. La observación y la reflexión, son la herramientas principales que nos permitirán realizar estas distinciones, y, si el objeto maneja sobre él una pluralidad, será mucho más sencillo.

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