Los tradicionales conceptos

Una de las normas del primer capítulo Ortografía se refiere a las mayúsculas y a las minúsculas que pretende alterar los tradicionales conceptos de nombres comunes y propios para que a partir de ahora escribamos con minúscula palabras como “rey”, “papa”, “golfo” o “islas”, ¿aun cuando nos refiramos al Rey Juan Carlos, a su Santidad Benedicto XVI, al Golfo Pérsico o a nuestras Islas Galápagos? Cuesta entender qué necesidad hay de poner obstáculos a la hora de escribir. De todas maneras, si uno lee la primera parte de Ortografía comprueba que tampoco se pretende imponer estas normas, pues reconoce la imposibilidad de abarcar todos los contextos posibles e intencionales, la inconveniencia de hablar de usos correctos e incorrectos. Y hace bien porque a la hora de utilizar mayúsculas y minúsculas el escritor debe disponer de cierto margen de libertad de estilo personal, y con mucha más razón si utiliza el lenguaje para una creación literaria.

Pienso que la Ortografía debe adecuarse a la realidad del habla, de la Fonética y de la Ortología, y no al revés.

Desde luego la corrección ortográfica es necesaria para preservar una lengua de la misma forma que es necesaria para demostrar un nivel básico de cultura “el lenguaje es el vehículo de la comunicación y su única funcion es hacer que el mensaje sea comprendido por el destinatario”. Si yo escribo “la baca es un mamífero que da leche”, desde luego que es un error ortográfico pero acaso no entenderían mi mensaje, ¿no son los ligeros deslices ortográficos perfectamente comprensibles? La lengua ha de servir a la comunicación, si su funcion se cumple y se respeta un mínimo la norma ortográfica con el fin de preservar nuestra lengua y nuestro honor cultural... Sin duda a la hora de examinar los escritos es necesario, revisar no solo los contenidos sino también la ortografía.

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