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Nicolas Buenaventura


Enviado por   •  10 de Abril de 2014  •  1.055 Palabras (5 Páginas)  •  202 Visitas

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Nicolás Buenaventura

Nacido en Cali el 25 de noviembre de 1918, Nicolás Buenaventura es ante todo un pedagogo autodidacto que si bien se inició como ingeniero en el Ministerio de Agricultura en el Valle del Cauca, en la década del 40, su activa militancia en el partido comunista, donde alcanzó las más altas jerarquías y en la lucha contra la dictadura militar de Gustavo Rojas Pinilla, configuró su perfil de luchador social vinculado a los problemas sindicales y a la investigación-acción participativa en lo'cual fue pionero, en temas como los cortadores de caña en el Valle del Cauca.

Sus disidencias frente al partido comunista, a partir de la "Primavera de Praga", quedaron expuestas más tarde en un libro, Quépasó, camarada? (1 992), donde, como él mismo lo explica, se produce el viraje de toda una vida como educador para la Revolución y la guerra justa al destino actual de educador para la democracia y la paz".

Acorde con ello ha sido, desde los años 80, activista en los acuerdos del cese al fuego y tregua entre el gobierno y las FARC, y ha realizado una intensa labor pedagógica en entidades como el Sena y universidades como la Pedagógica y Javeriana de Bogotá. Actual director del proyecto de "Educación para la democracia" del Ministerio de Educación Nacional, entre sus últimos libros, se destacan El tambor y el humo (1994) y varias incursiones, siempre con carácter didáctico, en el género autobiográfico. De ahí el texto que se incluye.

Media humanidad amanece

La memoria del hogar de mi infancia se presenta en dos experiencias distintas.

Una es la de las llegadas providenciales de mi padre. A veces llegaba de viajes largos. Llegaba rompiendo puertas, abarrotando la casa de regalos a veces de viajes cortos, por ejemplo de un día, pero siempre "llegaba", siempre de visita mi padre. Siempre con la provisión o la noticia.

Otra es la del círculo de complicidades de mi madre. Ella era cómplice o íntima de cada hijo en forma diferente. Cómplice, por ejemplo, para que tomara más de la ración prevista, a escondidas, cómplice para que jugara más de la cuenta.

En realidad había dos hogares, el del círculo matemal, cercano, que estaba abajo, en la base, en la sombra, y el que llegaba, el que venía de lo alto.

Las relaciones sociales en este hogar eran algo así como un acuerdo de sumisión o de sometimiento entre uno y otro espacio. Así que allí todos estábamos en paz porque creíarnos firmemente en el padre como Dios, o sea, en el padre providente al que se le debía todo, empezando por la vida.

Abajo, en la sombra, siempre ella, mi madre, en el círculo, con sus hijos satélites, al rededor, jugando a la libertad contra el poder paterno, ejerciendo su propio poder pero desde adentro.

Mi padre era el capitán del barco, el, que daba el rumbo. El que decidía de los cambios de sede. Era el poder desde afuera. Mi madre era el barco mismo. Su funcionamiento, su trasegar. Era el poder desde adentro.

Siempre pensé de niño o joven y ya hombre maduro inclusive, que el milagro del pan todos

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