Odiseo Y Penelope
xmak28 de Noviembre de 2013
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Odiseo y Penélope
Ulises y Penélope, gobernantes del reino insular de Ítaca, se alegraron del nacimiento de Telémaco, su único hijo. Cuando se le llamó para luchar en la guerra de Troya, Ulises no estaba de acuerdo en dejar a su joven esposa y a su niño para ir a una guerra que preveía larga y ardua; de modo que fingió estar loco. Por eso, cuando los jefes guerreros Agamenón y Palamedes arribaron a la rocosa isla para pedirle que se uniera a ellos, lo encontraron ocupado sembrando sal en los campos que estaba arando con un asno y un buey uncidos juntos. El astuto Ulises tenía la esperanza de que esto los persuadiría de que estaba loco e incapaz para luchar. Pero Palamedes era más astuto todavía y, cogiendo al niño Telémaco, lo colocó en el camino del arado. La rápida reacción de Ulises para salvar a su hijo probó que no estaba loco, después de todo, y a regañadientes se tuvo que unir a la flota que partió hacia Troya.
Ulises pasó veinte años fuera de Ítaca: los diez que duró la guerra de Troya y otros diez años que transcurrieron desde el fin de la guerra hasta su llegada a Ítaca
Tras partir de Troya, inició el viaje de regreso anclando en el país de los cicones donde saquearon a la ciudad y se llevaron mujeres y bienes como botín. A continuación estuvo en el país de los Lotófagos. Luego estuvo en la isla de los Cíclopes, donde se atrajo la cólera de Poseidón tras dejar ciego al hijo de este dios, Polifemo, quien se comió a algunos de sus compañeros. A continuación llegó a la isla de Eolo, al país de los Lestrigones y a la isla de Circe. Realizó una evocación de los muertos en el país de los Cimerios, donde llegó a conversar con las almas de su madre Anticlea, Heracles, Agamenón y Aquiles, entre otros, y con el adivino ciego Tiresias quien le señaló la peligrosa ruta que debía tomar para retornar a Ítaca. Pasó junto a la isla de las Sirenas y atravesó el peligroso estrecho entre Escila yCaribdis. Tras haber perdido a todos sus compañeros, quienes, a pesar de la advertencia de Tiresias, comieron las vacas que pertenecían al dios Helios y fueron muertos en el océano por Zeus, fue cuando llegó a la isla de Calipso, donde permaneció con ella durante varios años. Atenea le pide a Zeus la liberación del sufrido héroe. Éste accede a la petición y le pide a Hermes que le envíe un mensaje a Calipso, diciéndole que el destino de Ulises no era yacer lejos de su hogar, sino que debía volver a reunirse con los suyos. Es entonces cuando llega al país de los Feacios y es conducido por la princesa Nausícaa a presencia de su padre Alcínoo, que finalmente pone a su disposición una nave para que llegue a Ítaca.
Penélope nunca dudó de que él regresaría, y mantuvo fidelidad. La cortejaban muchos pretendientes, que llevaban una vida espléndida y cometían excesos en el palacio de Ulises. . Penélope contuvo sus intenciones con el pretexto de que debía acabar una mortaja que estaba tejiendo para Laertes, su suegro. Cada noche deshacía la labor que había completado durante el día y, por este medio, evitaba tener que elegir un marido. Sin embargo, la estratagema se
descubrió al ser delatada por una sirvienta, y los nobles comenzaron a
insistir en una inmediata decisión de matrimonio.
A pesar de los veinte años de agonía y espera, cuenta Eumeo, la reina es aún joven y bella. Y vive asediada por decenas de pretendientes que, seguros de su viudez, quieren casarse con ella. Nada consigue alejarlos de palacio. La diosa Palas Atenea puso en su corazón el deseo de mostrarse a los pretendientes, y aunque algo reticente por no haberse acicalado desde el día en que su esposo partió hacia Troya, su vieja ama la animó a hacerlo.
Mientras tanto Ulises había regresado a Itaca, disfrazado de mendigo, y
observando la situación.
Al ver al falso mendigo en el umbral de la puerta, los
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