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Odiseo


Enviado por   •  4 de Septiembre de 2014  •  Resúmenes  •  718 Palabras (3 Páginas)  •  191 Visitas

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En su largo regreso a Ítaca, Odiseo es acogido por el rey Alcínoo,

a quien relata parte de sus aventuras. Entre ellas,

Odiseo cuenta cómo consiguió escapar del temible cíclope

Polifemo gracias a su astucia.

Echada en el suelo del establo veíase una gran clava1 de

olivo verde, que el cíclope había cortado para llevarla

cuando se secase; nosotros, al contemplarla, la comparábamos

con el mástil de un negro y ancho bajel de

transporte que tiene veinte remos y atraviesa el dilatado

abismo del mar: tan larga y tan gruesa se nos presentó a

la vista. Acerqueme a ella y corté una estaca como de

una braza, que di a los compañeros mandándoles que la

puliesen. No bien la dejaron lisa, agucé uno de sus cabos,

la endurecí pasándola por el ardiente fuego, y la

oculté cuidadosamente debajo del abundante estiércol

esparcido por la gruta. Ordené entonces que se eligieran

por suerte los que, uniéndose conmigo, deberían

atreverse a levantar la estaca y clavarla en el ojo del cíclope

cuando el dulce sueño le rindiese. Cayoles la suerte

a los cuatro que yo mismo hubiera escogido en tal

ocasión, y me junté con ellos formando el quinto. Por la

tarde volvió el cíclope con el rebaño de hermoso vellón,

que venía de pacer, e hizo entrar en la espaciosa gruta a

todas las pingües reses, sin dejar a ninguna dentro del

recinto, ya porque sospechase algo, ya porque algún

dios se lo ordenara. […] Entonces llegueme al cíclope y,

teniendo en la mano una copa de negro vino, le hablé

de esta manera:

–Toma, cíclope, bebe vino, ya que comiste carne humana,

a fin de que sepas qué bebida se guardaba en nuestro

buque. Te lo traía para ofrecer una libación en el caso

de que te apiadases de mí y me enviaras a mi casa, pero

tú te enfureces de intolerable modo. ¡Cruel! ¿Cómo vendrá

en lo sucesivo ninguno de los muchos hombres que

existen, si no te portas como debieras?

Así le dije. Tomó el vino y bebióselo. Y gustole tanto el

dulce licor que me pidió más:

–Dame de buen grado más vino y hazme saber inmediatamente

tu nombre para que te ofrezca un don hospitalario

con el cual te huelgues. […]

Así habló, y volví a servirle el negro vino: tres veces se lo

presenté y tres veces bebió incautamente. Y cuando los

vapores del vino envolvieron la mente del cíclope, díjele

con suaves palabras:

–¡Cíclope!

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