Primera Aproximación Al Valor

Primera Aproximación al valor

Dentro de toda actividad tenemos presentes los valores, ya sea moral, ya sea estético, pero al fin de cuentas no podemos despegarnos de ellos puesto que se relacionan con cada pensamiento, actitud, aptitud y necesidad del hombre, por muy básicas que éstas sean. Los valores no son cosas ni pensamientos, sino cualidades que tienen las personas y que dependerán más del individuo que del fin al que están destinados puesto que el valor es, para cada persona, lo que responde a su interés. A su vez, se dice que el valor no existe por sí solo, sino que necesita apoyarse necesariamente en algo real.

Nuestra primera aproximación al valor lo encontramos en los objetos o situaciones/acciones diarias que nos parecen convenientes o que queremos para nosotros mismos y que por ende, nos agradan o nos atraen; o bien, que nos disgustan, nos desagradan o no nos atraen. Pero solo podemos darle un valor a las cosas que queremos, en las que necesariamente creemos, “…la actitud favorable hacia el objeto no se daría sin esa creencia.” (Villoro, 1997) p.14.

La correspondencia del valor es hacia algo existente, no hablando ya como un objeto sino también como un objetivo. Es decir, que el valor que aplicamos a cualesquier cosa es producto de algo existente del que carecemos y que por tal, necesitamos satisfacer la necesidad primaria de obtenerlo. Será entonces, pues, que apliquemos un valor hacia esa carencia real y será en función de la necesidad la cantidad de valor que le vamos a atribuir. Dice Villoro:

Algo curioso ocurre en cuanto a la creencia y valoración de la necesidad. Nosotros podemos creer en cualquier cosa, material o sustancial, y poder ser solamente así. Quiero decir que podemos creer en cualquier objeto sin atribuirle un valor determinado, ya sea valor estético o moral. Pero, por otro lado, si pensamos siquiera en un valor cualitativo o cuantitativo, nos vemos forzados a buscar esa imagen mental o palpar físicamente el elemento al que le atribuimos dicho valor. O sea, que el primero puede existir por sí solo, mientras que el segundo necesita forzosamente el primero para poder darse.

Ahora definamos el tipo de valor que podemos presenciar. Hay dos tipos, el valor intrínseco y el valor extrínseco. Entre estos dos tipos hay un margen bastante diferenciado. Mientras que en el primero buscamos, en pocas palabras, el valor directo del objeto que nos dará una satisfacción directa, en el segundo (extrínseco) nos vemos atados a los efectos mediatos que pudiese crear el objeto en sí, efectos de los cuales nosotros recuperaremos ese “algo” que cubrirá nuestras necesidades o carencias. Como ejemplo el autor marca a la salud. Todos queremos salud por su valor intrínseco, por su efecto (inmediato, por que todos queremos salud por lo que significa: bienestar total de la persona. Mientras que aportamos un valor extrínseco al medicamento que necesitamos para recuperar esa salud, y este valor se clasifica como tal pues no buscamos llenar un “vacío” al tomar los medicamentos,

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