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La Educación En Valores En Las Primeras Edades.


Enviado por   •  3 de Mayo de 2013  •  4.188 Palabras (17 Páginas)  •  586 Visitas

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La educación en valores en las primeras edades.

Ester Casals/ Carme Travé

Programa de Educación en Valores (PEVA)

Universidad de Barcelona

Desde las diferentes disciplinas científico-técnicas que estudian el comportamiento de las personas, las investigaciones que explican las estrategias y/o mecanismos cognitivos que posibilitan las relaciones entre nosotros y los aprendizajes que hacemos, se consensua en definir los primeros años de vida de nuestra especie como determinantes para que la integración de los sujetos en las sociedades sea adecuada a las normas, costumbres y valores ético-morales que dichas sociedades postulan como válidos y prioritarios para su propio progreso económico y cultural.

Partiendo de estos presupuestos, entendemos la Educación en Valores como el proceso que ayuda a las personas a construir racional y autónomamente sus valores(1). O sea, capacitar el ser humano de aquellos mecanismos cognitivos y afectivos, que, en completa armonía, nos ayuden a convivir con la equidad y comprensión necesarias para integrarnos como individuos sociales y como personas únicas, en el mundo que nos rodea. Se trata de trabajar las dimensiones morales de la persona para así potenciar el desarrollo y fomento de su autonomía, racionalidad y uso del diálogo como mecanismo habilitador en la construcción de principios y normas, tanto cognitivos como conductuales. Dichas dimensiones, a su vez, posibilitaran la equidad y empatía necesarias en dicho proceso, para que las formas de pensar y actuar se nos presenten parejas, en una relación simétrica frente a la resolución de conflicto de valores.

La Educación en Valores no se cuestiona los cambios significativos que se están dando a nivel personal ni social. Presupone que, si los valores económicos priman y devalúan los valores psicológicos y afectivos que nos ayudan a ser personas con criterios de autoreflexión hacia nosotros mismos y el mundo que nos rodea, a ser capaces de poder comprender al Otro como si de nosotros mismos se tratase, puede ser que, en un futuro quizás no muy lejano, viviremos en una sociedad despersonalizada y egoísta.

Hemos dicho que los valores son propios de las personas y que están por todas partes, es decir, todas nuestras acciones y pensamientos están llenos de valores. Este es un hecho que ha pasado, pasa y pasará siempre. Pero como profesionales de la educación no dejamos de sorprendernos de esta vuelta del VALOR dentro del ámbito educativo. Por esta razón nos preguntamos: ¿Qué ha pasado? ¿Por qué esta necesidad de educar en valores? (No olvidemos que hasta hace relativamente pocos años hablar de valor se consideraba “carca”). ¿Tendrá razón Lyotard(2) cuando dice que la crisis de los grandes relatos ha dejado a la persona sin historias comunes? Puede ser. Quizás esta necesidad de fomentar la Educación en Valores es debido a los cambios sociales, culturales y educativos. La evolución de las tecnologías es, hoy por hoy, un triunfo del Hombre, pero, quizás, este triunfo, que nos aporta un bienestar económico y cultural, hace que dejemos de lado sin pensar demasiado, la dimensión Humana de la persona. Pensamos que es por este motivo que hay colectivos de intelectuales que reflexionan sobre el ser humano que queremos para nuestro futuro.

Hemos citado a Lyotard como autor que intenta explicar el paso de la modernidad a la postmodernidad caracterizando esta última como la pérdida de la fe en los metarelatos abriendo el camino hacia los pequeños relatos, es decir, esas formas de conocimiento local que son internas a las comunidades dentro de las que pasan. Es la modernidad la que reconoce la incertidumbre, la complejidad, la diversidad, la subjetividad, etc. Se da cuenta que los dualismos que dominan el pensamiento son inadecuados para comprender el mundo que nos rodea, es decir, un mundo con muchas causas y efectos que interactuan de maneras complejas y que nos da diversas realidades. Por esta razón podemos decir que el mundo y el conocimiento son construidos socialmente, todas las personas nos podemos considerar como participantes activos en este proceso. Por esta razón y como educadores que somos hemos de ser conscientes de nuestro rol y de la manera como ayudamos a nuestros alumnos a construirse también socialmente. Es por esta razón que consideramos la educación moral como una construcción en la cual la escuela, la familia, los iguales, tienen un papel muy importante.

Podríamos atrevernos a comentar como lo hace Lyotard, que el individuo está en crisis, sin ánimo de ser catastrofistas, sino todo lo contrario, ya que la crisis subjetiva nos puede aportar nuevos elementos en la creatividad del pensamiento y con ellos abrirnos nuevos retos, posibilidades y expectativas, que nos ayudarán a respondernos las nuevas preguntas que nos esta suscitando. La Educación en Valores pretende adaptar las necesidades derivadas de dicha crisis y reorganizarlas en función de las expectativas educativas que de ella se derivan.

Uno de los elementos de análisis que queremos aportar en este escrito es, la reordenación del concepto de Infancia que, hasta ahora, tenemos elaborado, bien individualmente bien, colectivamente. Puesto que la sociedad está en constante proceso de cambio, las necesidades intelectuales y las prioridades también son cambiantes. Por lo tanto y como consecuencia de ello, el concepto de infancia o de niño, también debe reestructurarse progresivamente. Así pues, entendemos que no podemos trabajar desde los presupuestos de la Educación en Valores, con el concepto de un niño pasivo, una “tábula rasa”, el cual puede ser inoculado o instruido según determinados postulados educativos. El niño que desde nuestra disciplina se pretende, es un niño activo, con potencial cognitivo y afectivo, preparado para ir descubriendo sus posibilidades psíquicas, afectivas y sociales, con la ayuda de la información y conducta de todos los adultos involucrados en su educación.

Por ello creemos de importancia capital, ofrecer desde la institución educativa los conocimientos, procedimientos y actitudes que hagan posible la construcción de criterios morales propios, derivados de la razón y el diálogo. Y pensamos que todo este trabajo se debe iniciar ya con los más pequeños, es decir, en la educación infantil(3).

Pero, el problema con que nos encontramos los educadores en nuestra práctica docente, es que mientras nadie discute que la Educación en Valores debe empezar en las primeras edades y que es importante tenerla en cuenta, no dejando de lado otros aspectos psicológicos, sociológicos y afectivos, los referentes didácticos y la bibliografía al respecto son muy escasa, pues es

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