REVOLUCION CIENTIFICA
ALEXISVICENTEPAC1 de Junio de 2014
5.361 Palabras (22 Páginas)269 Visitas
República Bolivariana de Venezuela.
Ministerio del Poder Popular para la Educación Universitaria.
Universidad de Carabobo.
Facultad de Ingeniería.
Naguanagua - Edo Carabobo.
INDICE
Portada……………………………………………………………………………………………………………. 1
Índice……………………………………………………………………………………………….......... 2
Introducción…………………………………………………………………………………………... 3
La Revolución Científica de los Siglos XVI y XVII…………………………………….... 5
La Circulación de la Sangre………………………………………………………….... 6
De la Alquimia a la Química Moderna………………………………………….....10
Algunas Aplicaciones Modernas de la Ciencia………………………………...15
Sociedades Científicas del Siglo XVI y XVII……………………………………..17
Conclusión……………………………………………………………………………………………....21
INTRODUCCIÓN.
La esencia real de la Revolución Científica comprende un amplio espacio, en el cual fueron desarrollándose los hechos que dieron origen a dicho hecho. Esta revolución como su nombre la indica, representa el cambio paradigmático de la era en cual reinaban formas de proceder como la especulación y la deducción. Pasando a tiempos en el cual se procede mediante una forma más sustentada, es decir con soportes firmes basados en la ciencia pura, es decir de cierta forma se dejo de lado la visión aérea de los hechos.
Esta revolución, presenta las razones por las cuales la asimilación de un nuevo tipo de fenómeno o de una nueva teoría científica debe exigir el rechazo de un paradigma más antiguo, no se derivan de la estructura lógica del conocimiento científico; pues podría surgir un nuevo fenómeno sin reflejarse sobre la práctica científica pasada.
Se construyeron nuevas ideas y conocimientos en física, astronomía, biología, medicina y química, que transformaron las visiones antiguas y medievales sobre la naturaleza y sentaron las bases de la ciencia moderna. De acuerdo a la mayoría de versiones, este nuevo conocimiento se inició en Europa hacia el final de la época del Renacimiento y continuó a través del siglo XVIII (la Ilustración). El filósofo e historiador Alexandre Koyré acuñó el término revolución científica en 1939 para describir esta época. La introducción del método galileano en las diferentes ramas de la investigación no se detiene en las fronteras de la ciencia de lo inanimado; sus repercusiones fueron profundas en la Biología, donde la aplicación de los principios mecánicos a los fenómenos de la vida condujo a poner las bases de la Fisiología moderna. El más brillante de los progresos realizados en este sentido es el descubrimiento de la circulación de la sangre.
A través de esta investigación, se examinara los cambios que nos lleva por un recorrido en el cual conoceremos a detalle el surgimiento de una ciencia como tal, un paso por el que decisivamente la alquimia pasara de ser un practica profana a una ciencia como tal. La narración inicia dentro del marco del siglo XVI en una botica de convento, donde un aprendiz se cuestiona lo que hasta ese momento es una verdad incontrovertible.
LA REVOLUCION CIENTIFICA DE LOS SIGLOS XVI Y XVII.
Por revolución científica se denomina habitualmente el periodo comprendido entre 1500 y 1700 durante el cual se establecen los fundamentos conceptuales e institucionales de la ciencia moderna.
Se considera revolución científica a todos aquellos episodios de desarrollo no acumulativo, en que un paradigma antiguo es reemplazado completamente o en parte, por otro nuevo, incompatible.
En lo que a conceptos, el elemento central de la Revolución Científica es el abandono de la visión cosmogónica en la que la Tierra ocupaba el centro del Universo (sistema geocéntrico de Ptolomeo) y de la física aristotélica, por una en la que los planetas se mueven en torno al Sol (sistema heliocéntrico), una idea que, aunque también habían considerado algunos antiguos (Astiarco), fue introducida con detalle por Nicolás Copérnico.
LA CIRCULACIÓN DE LA SANGRE.
Durante los siglos XVII y XVIII, el conocimiento médico y científico avanzó a un ritmo vertiginoso. Finalmente se invalidaron muchos de los conceptos erróneos de Galeno. El inglés William Harvey (1578-1657) describió con precisión la circulación de la sangre por el cuerpo, con lo que confirmó los hallazgos de eruditos anteriores (como Ibn Nafis y otros europeos más recientes). Añadió el hallazgo experimental fundamental de que el corazón "bombea" la sangre por todo el cuerpo.
La explicación de Galeno a uno de los misterios más antiguos de la medicina, la función de la sangre, sugería que el cuerpo producía y consumía constantemente grandes cantidades de dicho humor. Galeno pensaba que la sangre de las arterias servía para completar el caudal transportado por las venas, pasando de unas a otras a través de unos diminutos agujeros que había en el corazón, desde el ventrículo derecho hasta el izquierdo. Harvey oyó cuestionar por primera vez esta teoría hacia 1600, cuando todavía era un estudiante de medicina, que es cuando obtiene el título de doctor y tiene como profesor a Fabrizio, quien le enseña unos hallazgos anatómicos y embriológicos que van a ser decisivos en su orientación y desarrollo dentro de la embriología y fisiología. Tras obtener el título de médico en 1602, regresó a Inglaterra y abrió una consulta en Londres; posteriormente fue nombrado médico especialista en el hospital de San Bartolomé. Su escepticismo respeto a la hipótesis de Galeno dio lugar a 14 años de investigaciones que desembocaron en una teoría plausible sobre la circulación de la sangre.
(Folkstone, 1 de abril de 1578 - Londres, 3 de junio de 1657). Médico, fisiólogo y embriólogo inglés. Ingresa en el Grammar School de Canterbury a los 10 años. Posteriormente, en el Caius College, donde empezó a orientar su vida hacia la ciencia. La introducción del método galileano en las diferentes ramas de la investigación no se detiene en las fronteras de la ciencia de lo inanimado; sus repercusiones fueron profundas en la biología, donde la aplicación de los principios mecánicos a los fenómenos de la vida condujo a inventar las bases de la fisiología moderna. El más brillante de los progresos realizados en este sentido es el descubrimiento de la circulación de la sangre.
Como todas las grandes innovaciones que chocan en el mundo de las ideas con hábitos mentales inveterados, también este descubrimiento tuvo que ser preparado por largo tiempo. A mediados del siglo XVI el italiano Realdo Colombo y el catalán Miguel Servet —quemado por herético en la hoguera que encendieron fanáticos calvinistas— negaron la existencia de invisibles pasajes de la sangre a través del tabique interventricular y reconocieron que la sangre iba del lado izquierdo al derecho por intermedio de los pulmones. Al hallazgo de esta “pequeña circulación” un eminente discípulo de Colombo, el botánico Andrea Cisalpino, agregó algunas indicaciones sobre una posible gran circulación. Estas investigaciones e hipótesis fueron reunidas en una magnífica síntesis hecha por el médico inglés William Harvey (1578-1657), que había estudiado en Padua el arte de Galeno.
Harvey observó que las válvulas de la vena impiden que la sangre avance en otro sentido que no sea hacia el corazón, y procuró demostrar matemáticamente —a la manera de Galileo— la realidad de la circulación cerrada. Midió la capacidad del corazón y encontró que la cantidad de sangre empujada en el cuerpo por cada sístole es de dos onzas. El corazón palpita setenta y dos veces por minuto, de modo que por hora arroja dentro del sistema 2 x 60 x 72, es decir, 8.640 onzas, que es el triple del peso del cuerpo humano. ¿De dónde viene y a dónde va toda esa sangre? Evidentemente el alimento es incapaz de suministrar tal cantidad de líquido sanguíneo. Se impone así la conclusión de que la sangre recorre siempre la misma ruta para volver a su punto de partida y que continúa su interminable circulación hasta la muerte.
El pequeño tratado de Harvey Sobre el Movimiento del Corazón y la Sangre publicado en 1628 señala el fin de concepto estático del organismo y el nacimiento de una nueva ciencia: la fisiología. Se inicia entonces una larga y tenaz lucha contra la audaz teoría, a la cual faltaba, en verdad, una última y decisiva prueba, que dio en 1661 el italiano Marcelo Malpighi. Este demostró que la sangre es impulsada de las arterias a la venas a través de un sistema microscópico de vasos
...