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Recuerdos


Enviado por   •  27 de Mayo de 2015  •  954 Palabras (4 Páginas)  •  132 Visitas

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Durante mucho tiempo me resistí a hablar en primera persona. Me empecé a calmar con Henry Miller, un gran autobiográfico. Pero una frase de Unamuno me calmó para toda la eternidad, me autorizó a hablar en primera persona. En un viaje que hizo a Buenos Aires, a Unamuno fue a escucharlo muy poca gente, ya que todos estaban distraídos con el ganador del premio Carlos Pellegrini. Todo el país hablaba del caballo, del jockey, del cuidador. Cuando el rector de la universidad le preguntó cuándo lo tendrían de vuelta en la Argentina, Unamuno le respondió 'cuando sea caballo'. La frase de Unamuno que me curó de lo autobiográfico fue el arranque de aquella conferencia: 'Perdonen señores que hable en primera persona, pero es que soy el hombre que más conozco y con el que vivo'."

"Mi madre, Sara, hablaba muchísimo. Aunque viví poco con ella, fue mi socia, mi compinche, mi paradigma. Era analfabeta, pero con los años, y porque me lo pidió, pude enseñarle a leer. Ella me miró durante un largo tiempo leer una carta, y luego me dijo: 'Qué maravilloso debe ser poder leer lo que cuenta un amigo'."

“Cuando nací, mi madre quería ponerme de nombre Facundo, pero en esa época estaban prohibidos los nombres de los caudillos. 'Creo haberte puesto el nombre de tu padre, Rodolfo -me dijo-, pero hace tanto tiempo que no me acuerdo'. Así como nunca se acordó la fecha del nacimiento. Fue el 22 o el 23 de mayo y ella sospechaba que era 1937. Desde ahí fui Facundo."

"De chico era muy violento, por eso me colgaron el mote de Indio. Fui violento físicamente, cosa que dejé para ser violento intelectualmente. Con los años me ganó la elegancia de Italo Calvino y de Marguerite Yourcenar, la prolijidad de Borges y empecé a amar las buenas palabras. Eso me calmó. Y hoy tengo ideas que son serenas. O, al menos, que no hacen ruido."

"Nací en La Plata, pero rápidamente nos fuimos a Berisso. A mi padre lo conocí cuando yo tenía 46 años en el hall de un teatro marplatense, cuando un viejo electricista vino a decirme que él era Rodolfo. Gran conquista de Jesús: con la palabra del Hijo Pródigo pude ser amigo de mi padre. Pero antes, mucho antes, mi padre nos había dejado y mi madre decidió irse con sus hijos de la casa de La Plata. A los ocho años hablé con Perón y Evita y le pedí un trabajo. Eva nos dio una escuela en Tandil, y allá nos fuimos. De la misma manera, Evita me regaló una camiseta de Boca, de modo que soy bostero por decreto de Evita."

"Mi madre no era peronista, pero amaba a Cipriano Reyes, a Perón y a Eva porque estábamos en la calle, nos estábamos muriendo, y ellos nos salvaron la vida. Era mucho más que peronista. Era amiga de Eva, y no porque Eva supiera quién era Sara. Era por ella, simplemente, por un profundo respeto y amor por ella. Mi madre podría haber sido de derecha, de izquierda, liberal

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