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Resumen De La Obra Cuidad De Dios


Enviado por   •  3 de Mayo de 2014  •  1.292 Palabras (6 Páginas)  •  283 Visitas

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CONFESIONES DE SAN AGUSTÌN

En todo el libro está escrito como una oración de San Agustín hacia Dios, en la cual el reconoce su pecados y la obra que Dios realizó en su vida convirtiéndolo a la fe católica.

San Agustín era del norte de África, hijo de padre pagano y madre cristiana, estudiante y luego se dedicó a dar clases de Retórica, durante su adolescencia entra en conflicto con la moral cristiana. Pero la lectura del "Hortensio", diálogo hoy perdido en el que Cicerón exhorta a los jóvenes a buscar la sabiduría y marca el comienzo de la vocación filosófica de San Agustín, sin embargo busca la verdad en la secta de los Maniqueos, ya que para el la escritura bíblica era grosera comparada con el estilo de Cicerón.

Los Maniqueos eran seguidores de Mani, un profeta persa que había intentado sintetizar en una sola religión el cristianismo, el zoroastrismo y el budismo. De la religión de Zoroastro, Mani tomaba la idea de los dos principios: el espiritual principio del bien y el material y el principio del mal; lo material era malo, el matrimonio la familia y la procreación eran mayores pecados que el adulterio. Los maniqueos identificaban al "dios malo" con el Jehová del Antiguo Testamento, Creador del mundo material, y lo distinguían del Dios Padre de Jesucristo, el Salvador y sobre esta base atacaban a la Iglesia Católica, pues no admitían el dogma central de la Encarnación del Verbo de Dios, dada su concepción de la maldad radical de la materia. Cautivaron a Agustín con la promesa de que si se iba con ellos no tendría que creer nada sino que todo le sería demostrado. Ya convertido al maniqueísmo, aparto a muchos de sus amigos de la Iglesia Católica, y se dedico a entender las doctrinas de la secta, con el fin de satisfacer su ansia de conocer la verdad.

Le inquietaba el problema del mal, es decir; ¿de dónde venia? Y poco a poco se dio cuenta que la demostración que tanto le habían prometido no llegaba. Al no estar de acuerdo con la conducta de los Maniqueos puso todas sus esperanzas en la llegada prometida de Fausto, uno de los más notables doctores del maniqueísmo y cuando pudo hablar con él, éste desistió de intentar resolver las dificultades que le proponía Agustín, reconociendo su ignorancia sobre estos temas. Y así fue como puso fin a su fe maniquea.

Se dirigió a Roma para mejorar en su carrera como profesor de retórica, sin que su madre lo supiera y de ahí, se fue a Milán donde era obispo San Ambrosio. San Agustín comienza a asistir a sus predicaciones con el interés profesional, pero poco a poco junto con los discursos de Ambrosio, pone atención en el contenido de estos. Agustín comienza a ver que es posible defender inteligentemente el Antiguo Testamento y con él la fe católica.

Por ese tiempo llegan a sus manos algunas obras de autores neoplatónicos. En estos herederos de Platón, San Agustín descubre la posibilidad de pensar en el mundo espiritual. La dialéctica platónica le devuelve la confianza en la existencia de la verdad y la posibilidad de conocerla, el problema del mal, comienza a verlo de otra manera: el mal no es un ser creado por Dios ni un ser independiente de Dios sino que el mal es una carencia del ser. Sin embargo, San Agustín reconoce que entre todas las cosas buenas que encontró en los libros platónicos no nombraban a Jesucristo.

Por lo que vuelve a leer la Sagrada Escritura descubriendo un sentido diferente de aquel que tanto le había chocado en su inexperta juventud en ese momento está a punto de convertirse definitivamente pero lo detiene su cruz más pesada y no era lo teórico lo que le importaba sino la práctica de orden moral.

En ese tiempo vivía de forma ilícita con una mujer que le había dado un hijo y a la que el nunca le había infiel

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