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Resumen de la Obra: Lecciones de Ética, Leonardo Polo


Enviado por   •  1 de Noviembre de 2018  •  Resúmenes  •  4.995 Palabras (20 Páginas)  •  234 Visitas

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UNIVERSIDAD DE PIURA

FACULTAD DE CIENCIAS ECONÓMICAS Y EMPRESARIALES

PROGRAMA DE ADMINISTRACIÓN DE EMPRESAS

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RESUMEN DE LA OBRA: LECCIONES DE ÉTICA DE LEONARDO POLO

CAPÍTULOS: I-VII-VIII

Alumno:

RIVERA GUILLEN, DIEGO ANTOINE

Curso

ÉTICA DE NEGOCIOS (ETN)

LIMA – PERÚ

JUNIO – 2018

Ética como saber de fines. Los plantemientos clásico y moderno

Dos tesis tomistas sobre la voluntad

La ética forma parte de la persona humana, pero no se reduce solo a la experiencia El autor va a ir planteando a lo largo el libro que el conocer es superior a la ética en tanto a lo más alto del ser humano. No obstante, seguidamente hay un establecimiento que la ética no tiene su estatuto real en la teoría, sino en la práctica, como una razón práctica.

La primera tesis tomista al respecto dice: acerca de la Trinidad es más fácil la teología del Hijo que la del Espíritu, porque acerca de la inteligencia sabemos más que acerca de la voluntad. Se puede interpretar esto según su contexto, en el que los griegos fueron más intelectualistas que voluntaristas ya que no tenían tato conocimiento del saber práctico.

La segunda tesis dice: el hombre aspira a lo más perfecto, pero no sabe que es lo más perfecto. Esta segunda tesis nos indica que la ética tiene que ver con la perfección, que es la búsqueda del bien por parte de las personas, por tanto, la ética está en búsqueda de la felicidad del hombre. El hombre es más perfecto al ser ético. La inteligencia es posesiva y la voluntad tendencial.

Se establece que la crisis ética se da cuando la inteligencia desconoce los caprichos de la voluntad y el eros, hay un riesgo para alcanzar el ideal ético, que es el fin del actuar del hombre. El hombre puede corregir su actuar a lo largo de su vida y es de esta manera que el autor establece la Recta ratio como la capacidad del hombre de dirigir su propio destino, un homo viator.

El hombre es un homo viator en el sentido que es él mismo caminante desde que es concebido, no puede detenerse porque su existencia no se detiene, él se hace o se deshace. Se afirma que no puede haber sentido sin dirección, ni dirección sin sentido, por lo tanto, al haber una recta ratio hay una meta. En este punto quisiera anotar que pese a establecer la existencia de la meta, esta difícilmente se puede conocer, y hay escenarios en que la inteligencia debe rectificarse al hacer juicios de valor incorrectos. No solo la voluntad está expuesta a la posibilidad de error, sino que la inteligencia también.

La voluntad desde Ockham

Después de Tomás de Aquino se hace una revisión de la visión moderna de la ética, en la que la voluntad toma un rol predominante. Según Ockham, la voluntad es absoluta, totalmente arbitraria y no se atiene a nada.  Es previa a la inteligencia y autónoma, no obedece a la razón, a esto, los clásicos postulan como contraargumento que no se puede querer lo que no se conoce.

La voluntad es incompatible a la razón, porque la limita, es entonces que los filósofos modernos tratan de hacer compatibles voluntad y razón, aunque de arranque esta postura limita a la propia voluntad al estar esta sujeta a la razón.

Crítica al voluntarismo

El voluntarismo tiene distintas máscaras, entre ellas la espontaneidad, para desmentirla, se procede al análisis de causas, en la que se aprecia que el voluntarismo elimina la causa final y la reemplaza por el motivo porque sí. Haciéndolo, se reduce el modelo voluntarista porque se incapacita a sí mismo para llegar al fin, haciéndolo inaceptable. La voluntad, al estar privada de razón, es loca, demente y con una mínima dinámica.

Sin motivos no hay voluntad y la espontaneidad roba el motivo, porque sí roba el motivo porque es anterior a él, le falta la libertad porque lo espontáneo no es libre, y lo que no es libre no puede tener voluntad. Aquí, el sujeto se pone a merced de lo que ocurra, suprimiendo su voluntad, llegando a un absurdo del que expresa que su voluntad es lo que lo hace libre.

La tetracausalidad aristotélica

Aristóteles define la causa material como la prius o primera en todos los sentidos salvo en el temporal, se la puede conocer también como las condiciones iniciales. Cuando al valor causal se le da un impulso nos encontramos frente a la causa eficiente, al autor hace una acotación aquí: si se actúa porque sí no se puede dejar de actuar porque no hay un control para actuar de un modo u otro, que sería el papel de la inteligencia, sin posibilidad de elección no hay liberad.

El autor postula un axioma: la causa eficiente no es tal separada de la formal. Porque sin causa formal, no puede establecerse una causa eficiente, tal que eficiencie la formal.

A continuación el autor explica brevemente los modelos causales hyloérgico, el hylemórfico, el morfoérgico y el ergotélico.

Para concluir, el autor resalta cómo la espontaneidad es en realidad el grado mínimo de libertad, que es una postura incompatible con la ética en tanto que no puede aceptar una noción de conducta que empalme con la conducta sólo en relación a las consecuencias, deben incluir las causas. Considero que esto es importante a la hora de hacer juicios de valor respecto a las actitudes de las personas, que pueden excusarse en sus actitudes, personalidades o instintos para justificar actos injustos contra la sociedad.

Las teorías moderna y clásica de la voluntad

En este apartado hay una señalización importante de que junto a la tendencia voluntarista del pensamiento filosófico moderno no hay una teoría coherente de la voluntad, proceso empezado desde Ockham y continuado por Hegel y el pensamiento marxista. Se piensa que es porque en la época se ha tenido un concepto errado de la voluntad, problema que no tuvieron los clásicos pues no tenían una conciencia clara de la voluntad en primer lugar.

Continua estableciendo que el modelo hyloérgico sin distinción causa-efecto es un determinismo que elimina la noción de responsabilidad, que ve el efecto como consecuencia. Una ética así es deficiente pues uno se desentiende del efecto de las acciones en los demás, obsesionado por lo que se quiere al momento. El desenfreno de las pasiones doblega a la voluntad y elimina su libertad. Sin libertad el hombre no es un ser ético.

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