Sobre El Alma
mj.castellanos105 de Septiembre de 2014
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Acerca del Alma, Aristóteles.
En el antiguo pensamiento Griego, existe un concepto que se mantuvo en constante debate debido a las múltiples definiciones e ideas que se trataban alrededor de este: el alma. Aristóteles, uno de los principales filósofos de la antigua Grecia, presenta su percepción sobre el alma por medio de su tratado De anima (Sobre el alma), el cual esta dividido en tres libros abarcados en diversos capítulos. Aristóteles llega a definir entonces el concepto de alma como una sustancia que ocupa, anima y vivifica un cuerpo viviente determinado. A lo largo de los tres libros, Aristóteles presenta sus distintos argumentos en donde primero se encarga de refutar las ideas planteadas por otros filósofos acerca del alma, llegando así a sustentar sus propias ideas de porque el alma requiere obligatoriamente de una relación con cuerpo para subsistir.
En primera estancia, y como habíamos mencionado ya, Aristóteles da inicio a su tratado presentando las múltiples teorías planteadas por sus “predecesores”, las cuales de una u otra forma son refutadas e incluso adaptadas a sus propios términos e ideas. Tras el estudio que lleva a cabo, este filosofo griego concluye las particularidades principales que definen el alma: El movimiento, la sensación y la incorporeidad. Dichas características son el resultado de una fuerte critica y descarte de conceptos, pero a su vez trabajan como conceptos que se sustentan entre si, conceptos que este personaje filosófico va explicando y argumentando para indicar su teoría como verídica.
A continuación, Aristóteles procede a explicar y definir al alma como entidad, es decir como la esencia, la forma o la definición básica de un ser viviente, sea este hombre planta o animal. Tratando de dar la definición general del alma, este filosofo plantea que “Soleamos decir que uno de los géneros de los entes es la entidad y que esta puede ser entendida, en primer lugar, como materia –aquello que por si no es algo determinado-, en segundo lugar, como estructura y forma de virtud de la cual puede decirse ya de la materia que es algo determinado, y en tercer lugar como el compuesto una y otra” (Aristóteles, p.69) . En resumidas palabras, Aristóteles sostiene que el alma por si misma no es nada, pero que a su vez, es algo determinado al estar funcionado como la forma y/o esencia de un cuerpo.
Es evidente que Aristóteles apunta a una correlación y reciprocidad indeleble entre el alma y el cuerpo, entre la forma y la materia. Es importante recalcar como Aristóteles trata de discernir la diferencia entre el alma de los distintos cuerpos vivientes, y por tal razón no señala la existencia de múltiples almas sino a la diversidad de partes que esta posee, pero sobre todo como estas van entrando en función. Es entonces donde el alma necesita de los órganos de los sentidos que el cuerpo le otorga, es a través de la vista, el oído, el olfato, el gusto y sobre todo el tacto, donde dicha esencia se expresa como una parte vegetativa, sensitiva y/o racional. La relación de un cuerpo con su exterior se da por medio de los sentidos, y se sabe que incluso estos van mas allá de indicar un olor, un color o un sonido determinado, puesto que en conjunto del intelecto o la imaginación, llevan a que dicho sentido no funcione solo como potencia, sino también como acto.
En conclusión, Aristóteles reafirma la indispensable relación que existe entre el alma y el cuerpo, puesto que sin dicha correspondencia el cuerpo no tendría como actuar y el alma un medio por el cual actuar. A lo largo de su tratado, esta figura griega nos enseña como a través de los órganos de los sentidos, el alma logra desatar mayor cantidad de actos mas allá de vivir, crecer y generar, lo que Aristóteles llamaría alma vegetativa. Ocurre entonces una relación de afección entre el objeto sensible
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