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Tipos de potencias activas


Enviado por   •  2 de Marzo de 2015  •  Ensayos  •  1.302 Palabras (6 Páginas)  •  166 Visitas

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Es lo mismo que energía, potencia activa o capacidad de obrar o de hacer algo. Pero en un sentido más restringido, la virtud ha venido a ser entendida como la perfección de la misma potencia activa, tanto si es una perfección que la potencia tiene por sí misma, como si se trata de una perfección sobreañadida, a modo de hábito operativo.

Según esto, hay que reconocer la existencia de dos tipos de potencias activas. Unas rigurosamente determinadas en orden a sus actos, de suerte que obran siempre de la misma manera y producen los mismos efectos, que son las potencias naturales. Otras, no unívocamente determinadas a sus actos y efectos, que son las potencias activas propiamente humanas o racionales, como son el intelecto y la voluntad (racionales por esencia) y los apetitos sensitivos (racionales por participación), y que necesitan una perfección sobreañadida, un hábito operativo que las capacite para obrar rectamente en orden a su fin; perfección y hábito que reciben entonces, con más propiedad, el nombre de virtud. Pero la virtud, entendida de esta segunda manera más restringida, todavía puede encuadrarse en el orden cognoscitivo o en el orden apetitivo. Si se sitúa en el orden cognoscitivo, tenemos las llamadas virtudes intelectuales, que, según Aristóteles, se distribuyen en cinco géneros, a saber: inteligencia, ciencia, /sabiduría, /técnica y /prudencia. Mientras que, si se sitúa en el orden apetitivo, tenemos las llamadas virtudes morales, que son las virtudes en su sentido más propio, como la /justicia, la /fortaleza y la temperancia. Por lo demás, la prudencia, que es virtud intelectual por su sujeto, puesto que arraiga en el intelecto, es también virtud moral por su objeto, dado que su campo propio de aplicación son los asuntos morales.

Centrándonos ahora en la virtud moral, recojamos aquí estas dos definiciones clásicas de la misma, una de ellas propuesta por Aristóteles, y la otra procedente de san Agustín. La definición aristotélica dice así: «Virtud es lo que hace bueno al que la posee y torna buenas las obras del mismo»1, mientras que la agustiniana reza de este modo: «Virtud es una cualidad buena de la mente, por la cual se vive rectamente, y de la que nadie usa mal»2. Ambas definiciones recogen lo esencial del pensamiento clásico acerca de la virtud y, en ese sentido, señalan una cumbre. Después, con la irrupción del actualismo moderno y contemporáneo, se desvirtúa el papel de las potencias activas, y consiguientemente, el de los hábitos y las virtudes. En la actualidad, los moralistas rehúyen hablar de virtudes y, en el examen del enriquecimiento moral de la conducta humana, terminan por asignar a la noción, mucho menos precisa, de valores el cometido reservado anteriormente a las virtudes.

II. RESUMEN DE LA DOCTRINA CLÁSICA SOBRE LA VIRTUD.

Teniendo en cuenta esas dos definiciones, podemos concluir que la virtud, en su sentido más propio, que es la virtud moral, es aquella perfección de las facultades operativas del hombre, especialmente de su voluntad, que asegura un obrar libre, ajustado a las más profundas exigencias de la misma naturaleza humana, haciendo así al hombre bueno sin más o de modo absoluto: «Hace bueno al que la posee y torna buenas las obras del mismo» (Aristóteles). Concretamente, se trata de una cualidad o, mejor, de un hábito operativo bueno, que radica en las potencias racionales del hombre, y que hace que este viva rectamente, sin que pueda usar mal de ella: «Es una cualidad buena de la mente, por la que se vive rectamente y de la que nadie usa mal» (san Agustín).

La perfección que la virtud moral proporciona al hombre no consiste en un perfeccionamiento de su misma naturaleza sustancial, sino en un enriquecimiento de la capacidad operativa que le es más propia, ya en la línea de encarrilar hacia el bien moral a sus potencias racionales, ya en cuanto a la facilidad, seguridad y complacencia

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