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UNA MODESTA PROPOSICIÒN MIGUEL BAUTISTA.


Enviado por   •  27 de Enero de 2016  •  Informes  •  600 Palabras (3 Páginas)  •  147 Visitas

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Puede afirmarse que el gran arte es tal cuando es capaz de sacudir violentamente algún aspecto de nuestra identidad. Una de las maneras de cumplir ese cometido es reducir al absurdo alguna situación, de suerte tal que obtengamos una luz sobre su sentido probable. Esta manera de hacer arte es particularmente útil para delatar la decadencia de los individuos o las sociedades, para llamar la atención sobre algo que requiere nuestra atención antes de que escale a niveles irreversibles.

A mi entender, “Una Modesta Proposición” procura ilustrar el dramático estado de mengua en que Vivian las mayorías en Irlanda a principios del Siglo XVIII. Cualquier lector desprevenido o ingenuo dudaría inmediatamente de la salud mental de Swift al leer su propuesta de crear una industria de crianza y “beneficio” de niños humanos. Semejante aserto es muy efectivo para, cuando menos, capturar nuestra atención. Amén de ser un testimonio de la elevación del arte de Swift, es una prueba incontestable del hambre de las mayorías y de la indiferencia si no desprecio que seguramente reinaba en las elites irlandesas.

Así mismo, al dejar que la aristocracia no vería con desagrado semejante solución, Swift deja entrever la misantropía de las cúpulas irlandesas, Ese desinterés por la suerte del otro, esa falta de empatía, de solidaridad, capaz de obnubilar el alma humana al extremo de justificar y hasta celebrar la destinación de los más inocentes seres humanos a la satisfacción de los potentados.

Pero Swift no solo destroza a la elite. Destaca su crítica al primitivismo y utilitarismo del populacho irlandés. Cuando dice que la única forma de prevenir la violencia intrafamiliar es que el padre tema perder las ganancias de la venta de sus hijos, o que las madres competirían por ver quien produce el niño más gordo, está destrozando también a lo más desposeídos. Claro está, es más benévolo con estos (“les ayudara a pagar su renta al terrateniente”), pero no por ello escapan de su lengua viperina.

De una u otra forma, todos los irlandeses con culpables de misantropía y utilitario a los ojos de Swift. Unos, porque ven el desastre a su alrededor y se abstraen de el sin remordimiento alguno, por el simple hecho de que no les afecta si bienestar. Esos mismos que llegan al extremo de culpabilizar exclusivamente a los pobres de su desgracia, o que la justifican bajo el pretexto de una ley natural que es más bien artificial. Otros porque son capaces de soslayar cualquier sentimiento, de olvidar su sentido del decoro, del amor propio, con tal de resolver su situación inmediata. Y todos, como sociedad, capaces de llegar a una locura colectiva de semejantes proporciones, conducidos por la frialdad a la necesidad. El que justifique su propuesta en términos de meras ventajas económicas es capaz de ser hilo conductor de procesos sociales absurdos.

También el autor delata que el ser humano es capaz de llegar a este extremo en lugar de evaluarse y procurar ejercitar lo que hemos convenido en llamar virtudes (“que ningún hombre me hable de esos y parecidos expediente, hasta que no tenga por lo menos un atisbo de esperanza de que se hará laguna vez un intento sano y sincero de ponerlos en práctica”). En su sensibilidad artística, esta evidentemente repleto de un sentimiento de decepción y escepticismo en el ser humano que raya en la resignación. Todo lo cual le da un tono apocalíptico a la obra, dejando al desnudo, sin marcaras humorísticas, su profunda desesperanza.

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