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Una Sección 1: La novedad


Enviado por   •  20 de Mayo de 2016  •  Resúmenes  •  2.620 Palabras (11 Páginas)  •  221 Visitas

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Parte Primera

Sección 1: La novedad

La curiosidad es un principio muy activo por naturaleza; recorre velozmente la mayoría de sus objetos, y no tarda en agotar la variedad que comúnmente se encuentra en la naturaleza, Las mismas cosas vuelven con frecuencia, y vuelven con un efecto cada vez menos agradable.

El entendimiento se puede afectar con otras sensaciones que no fueran las de aversión y abatimiento, de no haber muchas cosas adaptadas para mover el ánimo a través de otros poderes, además de la novedad y de la curiosidad. Estos poderes y estas pasiones se consideran en su momento pero cualquiera que sea el principio sobre el que afecten el ánimo, es absolutamente necesario que no se ejerciten en aquellas cosas, a las que el uso cotidiano y vulgar ha conferido una familiaridad viciada y sin atractivo.

La curiosidad se mezcla más o menos con todas nuestras pasiones.

Sección 2: El dolor y el placer

Los objetos designados para tal fin, además de ser nuevos en cierta medida, deberían ser capaces de excitar dolor y placer por otras causas. El dolor y el placer son ideas simples, que no pueden definirse. Muchos opinan que el dolor nace necesariamente de la remoción de algún placer, que creen que el placer nace del cese o disminución de algún dolor. El dolor y el placer, en su manera más simple y natural de afectar, son ambos de naturaleza positiva.

La mente humana a menudo se encuentra, en un estado que no es de dolor ni de placer, si no en lo que yo llamo un estado de diferencia.

En los diversos sentidos, oído, olfato y gusto, indudablemente encontraras un placer, sin embargo, si indago el estado de la mente antes de producirse estas gratificaciones, difícilmente los hallaran en alguna especie de dolor.

Antes del dolor, no se siente ningún placer verdadero, no hay motivo para juzgar que exista una cosa parecida, en la medida en que el placer sólo es placer en cuanto se siente. Claramente hay verdaderos dolores y placeres que  no dependen para nada unos de otros. Con respecto a mis propios sentimientos nada es más cierto que esto.

Sección 3: La diferencia entre la remoción del placer y el verdadero placer

El placer, cuando ya ha cumplido su función, nos deja muy cerca de donde  nos encontró. Cualquier placer satisface deprisa; y cuando desaparece recaemos en la indiferencia o más bien nos sumimos en una suave tranquilidad. La remoción de un gran dolor no se asemeja a un verdadero placer; pero recordemos en qué estado hemos encontrado nuestras mentes al escapar de algún peligro inminente. En estas ocasiones hemos encontrado el temple de nuestras mentes en un estado muy remoto de aquel que acompaña la presencia del verdadero placer.

La compostura del rostro y el gesto  del cuerpo corresponden tanto a este estado de la mente que cualquier persona, ajena a la causa de tal apariencia, nos juzgaría más bien consternados por algún motivo, que gozando de un verdadero placer o algo parecido.

Cuando hemos padecido alguna emoción violenta, la mente naturalmente sigue casi en el mismo estado, aunque la causa que la produjera haya cesado de actuar. Por lo tanto el placer nunca procede de la remoción del dolor o del peligro.

Sección 4: Del deleite del placer como opuestos el uno al otro.

El primer sentimiento contiene algo, cuya naturaleza no es congojosa de desagradable.

Es totalmente cierto que cada especie de satisfacción o placer, por diferente que sea su manera de afectarnos, es de naturaleza positiva en la mente de quien lo experimenta. La afección es indudablemente positiva; pero la causa puede ser un tipo de privación.

Sería muy extraordinario si estas afecciones, tan distintas en cuanto a sus efectos, se confundieran unas con otras, porque el uso vulgar las ha incluido bajo el mismo título general.

Deleite; expresar la sensación que acompaña la remoción de dolor o peligro; asi también cuando hablo de placer positivo.

Sección 5: Alegría y pesar

El cese del placer afecta la mente de tres maneras. Si éste simplemente cesa, después de haber durado un tiempo apropiado, el efecto es indiferencia; si se corta bruscamente, sigue una incómoda sensación llamada decepción; si el objeto se pierde, de tal manera que no hay posibilidad de gozar de él otra vez, se produce una pasión en la mente que se llama pesar. El pesar, que es el más violento, creo que se parece al verdadero dolor.

En el pesar es natural mantener su objeto comúnmente a la vista, presentarlo bajo los aspectos más placenteros, repetir todas las circunstancias que le acompañan, hasta la última menudencia; retroceder a cada goce particular, explicarlos, y encontrar mil perfecciones nuevas en todos.

En el pesar, el placer todavía es más elevado; y la aflicción que padecemos no tiene nada que ver con el placer absoluto, que siempre es odioso y que procuramos eliminar lo antes posible.

Cuando recuperamos nuestra salud, y cuando nos libramos de un peligro inminente. La sensación, en tales ocasiones, queda lejos de aquella satisfacción suave y voluptuosa que da la esperanza segura del placer. El deleite que se desprende de las modificaciones del dolor revela el material del que fue originado en cuanto a su naturaleza sólida, fuerte y dura.

Sección 6: De las pasiones que pertenecen a la auto conservación.

La auto conservación y la sociedad. Las pasiones concernientes a la auto conservación se relacionan principalmente con el dolor o el peligro. Las ideas de dolor, enfermedad y muerte nos llenan la cabeza con fuertes emociones de horror; pero la vida y la salud, aunque nos hagan capaces de sentir el placer, no causan tal impresión mediante el mero goce.

Las pasiones propias de la conservación del individuo se relacionan preferentemente con el dolor y el peligro, y son las pasiones más poderosas de todas.

Sección 7: De lo sublime.

Todo lo que de algún modo terrible, o se relaciona con objetos terribles, o actúa de manera análoga al terror, es una fuente de lo sublime; esto es, produce la emoción más fuerte que la mente es capaz de sentir.

Sin duda alguna los tormentos que tal vez nos vemos obligados a sufrir son mucho mayores por cuanto a su afecto en el cuerpo y en la mente, que cualquier placer sugerido por el voluptuoso más experto, o que pueda disfrutar la imaginación más viva y el cuerpo más sano y de sensibilidad más exquisita.

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