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Capítulo 3: “La Larga Espera”: 1825 – 1850”. Donghi, Tulio Halperin


Enviado por   •  26 de Mayo de 2018  •  Resúmenes  •  3.663 Palabras (15 Páginas)  •  3.102 Visitas

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Resumen:

En 1825, se terminaba la guerra de independencia, dejando un legado demasiado pesado; entre lo que se destaca las rupturas de estructuras coloniales, transformación en los sistemas mercantiles, persecución a los grupos más vinculados a la antigua metrópoli, la militarización y el compartimiento de poder (al igual que en el Brasil; se consagraba ese agotamiento de orden colonial). Se esperaba el surgimiento de un “orden nuevo” pero se tardaba demasiado en nacer; una de sus explicaciones era de la no desaparición “del poder militar”, responsable de las tendencias centrifugas “casi perpetua”, lo que era una explicación incompleta, ya no se habían provocado rupturas suficientemente honda con el antiguo régimen. La noción de que se habían producido en Hispanoamérica cambios sin duda diferentes, si está muy presente en los que deben vivir y sufrir cotidianamente el nuevo orden hispanoamericano no logra penetrar en los esquemas ideológicos vigentes.

Los Grandes Cambios:

La Violencia: se va ampliando tras el “fracaso” de la victoria inmediata de las elites urbanas, tanto en Venezuela, México y en el Rio de la Plata, la militarización implica una previa movilización política, la guerra de independencia se transformó en un “haz de guerras” donde se hallaban tensiones raciales y regionales, por lo que la violencia popular anónima e incontrolable es invocada por unos y otros como responsable de los errores. Pero se debe sumar el estilo de acción de la elite urbana a la par de la plebeya, ya que se convierten en un instrumento de poder para el sector que ha desencadenado la revolución.

La violencia llega a dominar la vida cotidiana, ya que luego de la guerra es necesario difundir las armas por todas partes para poder mantener el orden; pero la militarización es un proceso costoso e inseguro para los poderes locales. Los nuevos estados cuentan con numerosos y nutridos cuerpos de oficiales que para mantenerlos deben recurrir a más violencia; sin embargo los países que extendieron la guerra más allá de sus fronteras pesan más las milicias rusticas que “guardan el orden local” que son menos costosas (ingresan en la lucha política y se van a haciendo más costosas con el tiempo).

Por lo que se la imagen de una Hispanoamérica prisionera de los guardianes del orden, la gravitación de los cuerpos armados, surgida en el momento mismo en que se da una democratización, sin duda limitada pero real de la vida política – social hispanoamericana y esta democratización uno de los cambios que trajo la revolución.

Por otro lado la Esclavitud, los nuevos estados se muestran remisos a abolirla, la guerra los obliga a manumisiones cada vez más amplias que tienen por objeto conseguir soldados (un equilibrio racial: en donde los negros también darán su cuota de muertos a la lucha). La esclavitud domestica pierde importancia, mientras que la agrícola se defiende en las zonas de plantaciones que dependen de ella siendo Venezuela y las costas peruanas (1827) van perdiendo eficacia; la productividad baja al igual que en N. Granada; a largo plazo la esclavitud no puede sobrevivir a la trata ni a los precios de esclavos). Más allá de que los negros emancipados no serán reconocidos como iguales por la población blanca, pero tienen un lugar cambiado en una sociedad que organiza sus desigualdades.

La División en Castas: en las zonas de densa población indígenas el estatuto particular de esta tarde en desaparecer aun de los textos legales y resiste aún mejor en los hechos; implica también que las zonas indias donde sobrevive la comunidad agraria no son sustancialmente disminuida por el avance de hacendados. El debilitamiento de los sectores altos urbanos sumada a la falta de una expansión del consumo interno y sobre todo de la exportación agrícola, enfrentados al mantenimiento del estatuto real de las poblaciones indígenas, son los mestizos, los mulatos libres, en general “los marginados” de las sociedades urbanas o rurales son los que aprovechan mejor la transformación revolucionaria.

La relación entre las elites urbanas y los sectores blancos pobres (más las castas): La guerra había creado posibilidades de asenso para los segundos en toda Hispanoamérica, como es el caso de Iturbide, Santa Cruz o Gamarra; este proceso se da donde la fuerza militar es expresión directa de los poderosos en la región. Pero el cambio se vincula más con la ampliación de los sectores dirigentes a partir de que las viejas elites urbanas pierden poder frente a los sectores rurales. El nuevo equilibrio de poder debía favorecer a la rural (mayoritaria) y a los dirigentes revolucionarios rurales (que solían ominar las milicias organizadas para asegurar el orden rural).

La “radicalización revolucionaria” son efímeros, la reconversión a una economía de guerra obliga a devolver poder a los militares; dejaba una experiencia revolucionaria que produjo bajas y nuevos ingresos en el grupo terrateniente, siendo este el que asciende en la sociedad postrevolucionaria; frente a esto las elites urbanas deben adaptarse a la represión realista, si no que se van empobreciendo a causa de la guerra. Los consulados de comercio se transforman en intermediarios entre los comerciantes y un poder político de exigencias cada vez más exorbitantes (consumen los ganados y frutos de las tierras), pero es la tierra la base de la cual los terratenientes podrán rehacer su fortuna tanto más fácil debido al aumento de su peso político. Sin embargo más allá de las perdidas monetarias y de prestigio con lo que se identificaban las elites; deben además de compartir el poder con los peninsulares.

Ahora bien la Iglesia: y todo el cuerpo eclesiástico debe poner su elocuencia al servicio del nuevo “poder”; se da una depuración de obispos y párrocos, que son expulsados y reemplazados por sacerdotes patriotas desinados por el poder civil (con criterios políticos, lo que llevo a que las “cargos” fueran perdiendo su prestigio. Los nuevos dirigentes ofrecen esclavos y ganados de las tierras eclesiásticas a la causa, llevando a que la iglesia se empobrezca y se subordine al poder político

La Resignación de las Elites: Teniendo en cuenta lo anterior, las elites urbanas deben aceptar ser integradas en posición muy subordinadas en un nuevo orden político cuyo núcleo es militar. Sin dejar de mencionar que los sectores que más apoyan a la revolución son los que más se beneficiaron en medio del cambio revolucionario (esos comerciantes transformados en terratenientes). Es imprescindible tener el apoyo del poder político para alcanzar y conservar la riqueza, al igual que en sector rural donde las tierras son obtenidas más por el favor del poder político que por el dinero.

Los quince años

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