La Doctrina Del Shock: Capitulo 3
srobleas10 de Junio de 2013
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ÍNDICE
INTRODUCCIÓN 2
EL FRENTE ECONÓMICO 3
EL MITO DEL MILAGRO CHILENO 4
LA REVOLUCIÓN SE EXTIENDE, EL PUEBLO DESAPARECE 5
TESTIMONIO EN TIEMPOS DIFÍCILES 5
LA TAPADERA DE “LA GUERRA CONTRA EL TERROR” 7
CONCLUSIÓN 7
INTRODUCCIÓN
Septiembre 2005 Nueva Orleans, Luisiana, tras la catástrofe del Huracán Katrina el congresista republicano Richard Baker declaró: “Por fin hemos limpiado Nueva Orleans de los pisos de la protección oficial. Nosotros no podíamos hacerlo pero Dios sí”. Mientras que el constructor Joseph Canizaro opinaba “Creo que podemos empezar de nuevo, pasando la página. Y en esa página blanca tenemos grandes oportunidades”. Declaraciones que ignoraban la tragedia que había ocurrido y no era porque estuvieran ciegos si no que tenían malas intenciones.
Milton Friedman, gran gurú del movimiento a favor del capitalismo de libre mercado, vio la oportunidad en las aguas que inundaban Nueva Orleans para que en lugar de gastar una parte de millones de dólares en la reconstrucción y la mejora del sistema de educación pública en Nueva Orleans el gobierno entregase cheques escolares a las familias para que éstas pudieran dirigirse a las escuelas privadas, muchas de las cuales ya obtenían beneficios, y dichas instituciones recibieran subsidios estatales a cambio de aceptar a los niños en su alumnado, volviendo esto una reforma permanente.
Busch apoyó sus planes con decenas de millones de dólares con el propósito de convertir las escuelas de Nuevo Orleans en “escuelas chárter”, es decir escuelas originalmente creadas construidas por el Estado que pasarían a ser gestionadas por instituciones privadas con sus propias reglas. Desde su punto de vista las únicas funciones del Estado consistían en la protección de libertades, contra enemigos del exterior y los del interior: defender la ley y el orden, garantizar los contratos privados y crear el marco para mercados competitivos.
Así que en menos de diecinueve meses con la mayoría de los ciudadanos pobres aún exiliados de sus hogares, las escuelas públicas fueron sustituidas casi en su totalidad por una red de escuelas chárter de gestión privada.
Estos ataques organizados contra las instituciones y bienes públicos, siempre después de acontecimientos de carácter catastrófico, declarándolos al mismo tiempo atractivas oportunidades de mercado, reciben el nombre en este libro de “capitalismo del desastre”.
D
esde el principio Pinochet tuvo el completo control de ejército, la Armada, los marines y la policía. El presidente Allende no disponía de ejército propio. Claramente quería que el acontecimiento fuera de los más dramático y traumático posible. A pesar de que el golpe no fue una guerra, estaba diseñado para parecerlo, lo que lo convierte en un precursor chileno de la estrategia del shock y la conmoción.
Con Allende muerto y su gabinete cautivo, la gran batalla de la Junta militar había terminado. Pero matar y encarcelar al gobierno no era suficiente, convencidos los generales de que solo podrían retener el poder si lograban que los chilenos quedaran completamente aterrorizados, en los días que siguieron al golpe, unos quince mil civiles fueron arrestados, subidos a camiones y encarcelados, muchos fueron torturados y cientos ejecutados. Al poco tiempo la comunidad había captado el mensaje: la resistencia es mortal.
EL FRENTE ECONÓMICO
Después del 11 de septiembre de 1973 (golpe de Estado en contra de Allende), Pinochet nombró a varios licenciados de Chicago como sus principales asesores económicos, los llamaban los tecnócratas, lo cual encajaba con la pretensión de los de Chicago de que arreglar una economía era una cuestión científica y no de lecciones humanas subjetivas.
Durante el primer año Pinochet siguió fielmente las reglas de Chicago: privatizó algunas empresas estatales, permitió formas nuevas de especulación financiera, abrió las fronteras a las importaciones extranjeras, recortó el gasto público en un 10%, excepto el gasto militar que aumentó significativamente. También eliminó el control de precios, el cual el país llevaba décadas regulando.
Pero en lugar de recuperar el equilibrio y disminuir la inflación como aseguraron que iba a pasar los Chicagos, en 1974 la inflación alcanzó el 375% la tasa más alta del mundo. Los precios de productos de primera necesidad subió por las nubes, los chilenos perdían sus empleos, las empresas locales cerraban a docenas, se extendió el hambre.
Los únicos que se beneficiaban de la situación eran las empresas extranjeras y un pequeño grupo de financieros conocidos como “pirañas” que se forraban especulando.
Los Chicagos arguyeron, que su teoría era perfectamente correcta y que el problema era que no se estaba aplicando de forma suficientemente estricta porque quedaban “distorsiones”, consecuencia de casi medio siglo de interferencias gubernamentales.
En marzo de 1975 pidieron asesoría a Milton Friedman el cual afirmó que el “tratamiento de choque” sería la única cura. Animó a Pinochet a cortar todavía más el gasto público (un 25% en los próximos seis meses) en todos los apartados, a adoptar políticas pro empresariales que se acercaran más al “completo libre mercado”, también predijo que cientos de personas que perderían su trabajo en el sector público pronto encontrarían trabajo en sector privado. Friedman subrayó la importancia del “shock”, afirmó que el “gradualismo no era factible”.
Pinochet siguió el plan plenamente, no se apiadó de las empresas locales y eliminó todavía más las barreras arancelarias. El resultado fue la pérdida de 177 mil puestos de trabajo entre 1973 y 1983, la economía descendió a niveles que nunca se habían visto desde la Segunda Guerra Mundial.
La teoría de terapia del shock se basa en parte en el papel de las expectativas como combustible del proceso inflacionario. Para poner freno a la inflación no basta con cambiar la política monetaria sino que además hay que cambiar la actitud de consumidores, empresarios y trabajadores.
Lo que hace un cambio súbito de política es alterar rápidamente las expectativas y señalar al público que las reglas del juego han cambiado dramáticamente: los precios no van a seguir subiendo ni tampoco los sueldos. Según esta teoría cuanto antes se consignan mitigar las expectativas de inflación, más corto será el doloroso período de recesión y alto desempleo.
Contrariadamente a lo que Friedman predijo la crisis duró años. La Junta, no se arrepentía de nada y explicaba que se había escogido ese camino porque es el único que ataca directamente las causas de la enfermedad.
Impasible el equipo económico de Pinochet adoptó más políticas vanguardistas: el sistema educativo público fue sustituido por cheques escolares y escuelas chárter, se privatizaron guarderías y cementerios al igual que la seguridad social.
Los partidarios del libre comercio acostumbrados a debatir méritos de tales políticas en marcos puramente académicos, le prestaban mucha atención al territorio desconocido al que avanzaba Chile.
EL MITO DEL MILAGRO CHILENO
Incluso tres décadas más tarde Chile sigue siendo considerado por los entusiastas del libre mercado como una prueba de que el friedmanismo funciona. Sin embargo Pinochet cambió el rumbo político varias veces durante su poder. El periodo que se cita como milagroso éxito empezó hasta a mediados de los ochenta, una década después de que los de Chicago implementaran su terapia del shock y mucho después de que Pinochet se viera obligado a cambiar radicalmente el rumbo. Y sucedió porque en 1982, a pesar de la fidelidad a la doctrina de Chicago, la economía de Chile se derrumbó. Explotó la deuda, se enfrentaba de nuevo la hiperinflación y el desempleo alcanzó el 30%.
La causa principal fue que las pirañas, las empresas financieras a las que se les había liberado de cualquier tipo de regulación, habían comprado los activos del país con dinero prestado y acumularon una enorme deuda de 14,000 millones de dólares.
La situación era tan inestable que Pinochet se vio obligado a nacionalizar muchas de estas empresas. Casi todos los de Chicagos perdieron sus puestos influyentes en el gobierno, y los que tenían cargos en las empresas de los pirañas fueron investigados por fraude.
La única cosa que protegía a Chile del colapso económico total fue que Pinochet nunca privatizó Coldelco, la empresa de minas de cobre nacionalizada por Allende. Esa única empresa generaba el 85% de los ingresos por exportación de Chile, lo que significa que cuando la burbuja financiera estalló, el Estado siguió contando con una fuente constante de fondos.
Está claro que Chile nunca fue el laboratorio “puro” del libre mercado, sino un país donde una pequeña élite paso de ser rica a súper rica en un plazo breve basándose en una fórmula que daba grandes beneficios financiándose con deuda y subsidios públicos, para luego recurrir también al dinero público para pagar la deuda. Chile fue más bien un Estado corporativista, como el modelo ideado por Mussolini; un Estado policial gobernado bajo una alianza de las tres fuentes mayores de poder de una sociedad –el gobierno, las empresas y los sindicatos- todos colaborando para mantener en nombre del nacionalismo.
LA REVOLUCIÓN SE EXTIENDE, EL PUEBLO DESAPARECE
Durante un tiempo la siguiente dosis la aportaron otros países del Cono Sur a los que la contrarrevolución de la Escuela de Chicago se extendió rápidamente. Los efectos sobre la sociedad anteriormente igualitaria
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