Esplendor Teotihuacano

Resplandor Teotihuacano y el brillo tenue de Petra

Los espectáculo de luz y sonido que se presentan en varias zonas arqueológicas del país han tenido como fin primordial, atraer al sector turismo. Objetivo loable siempre y cuando redunde en beneficios para los mismos sitios y las poblaciones circundantes y no para los patronatos y asociaciones que lucran con los bienes culturales de todo un país sin rendir cuentas claras.

Tajín, Uxmal, Tulum, Chiche Itzá, Xochicalco y los fallidos intentos en Teotihuacan y Tula son ejemplos de las estrategias de los gobiernos locales para fomentar el turismo en coordinación con el INAH. El país, pletórico de necesidades, requiere de fuentes de trabajo y si los bienes culturales brindan una oportunidad para ello, debería fomentarse tales actividades. El Instituto como rector de la práctica arqueológica, no turística, debería vigilar constantemente los trabajos de infraestructura para velar por la salvaguarda de los bienes inmuebles, cosa que nunca ha sucedido basta ver las zanjas excavadas en Uxmal o las canaletas en Teotihuacan. Los espectáculos que se brindan ofrecen una visión alternativa de los centros ceremoniales, si consideramos que la puesta en uso de una zona arqueológica debe responder a fines pedagógicos sobre quienes los habitaron antes que exhibirlos como curiosidades rentables, el INAH, dependiente en última instancia de la SEP, no está cumpliendo uno de sus objetivos principales que es la difusión.

Otra arista en este tema, donde todo mundo tiene algo que opinar por su fácil politización, es la intervención del sindicato de trabajadores del INAH, que lograron parar los intentos en Teotihuacan y Tula y critican reciamente los existentes. Buena tarea la que han logrado, pero poco se dice sobre su preocupación laboral, completamente válida, que al ser organismos diferentes al INAH quienes montan los espectáculos, ellos quedan relegados de las plazas laborales que se gestan y que en opinión de algunos es el motivo principal de sus quejas al ver limitada su incursión en el rentable negocio.

Independientemente de si los espectáculos gusten o no, sean de calidad o meros actos circenses, la función de los bienes culturales se ve relegada a un simple acto mediático sin trascendencia educativa.

“Petra by night” es el equivalente de nuestra noches mesoamericanas de luz y sonido en Petra, Jordania. Ahí, no hay cables, no hay instalaciones ocultas, no hay conciertos, ni bocinas. Dos días por semana, el sitio arqueológico nabateo abre sus puertas hasta las 10 de la noche para recorrer una pequeña sección del sitio, donde las sendas y edificios completos son iluminados solo con velas. El encargado de narrar la historia de la ciudad lo hace con su propia voz sin ayuda de parlantes mientras un grupo de beduinos acompaña con notas tradicionales el relato. Esa visión de la ciudad es más cercana

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