Europa Entre Westfalia Y Waterloo

Europa Entre Westfalia Y Waterloo

Entre 1648 y 1815 Europa pasó por varias etapas tanto de crecimiento como de decrecimiento, la Europa noroccidental se vio favorecida por un mayor balance económico que en el resto de zonas aunque en general la economía europea no obtuvo buenos resultados económicos.

Los sucesos más destacados en la economía Europea fueron:

 El tamaño de la población y el PIB se recuperaron y crecieron.

 Aumento notable del PIB per cápita en algunos países noroccidentales.

 La distribución de la riqueza se tornó desigual.

 El eje de la economía europea se centró en el Atlántico.

 Los contrastes económicos regionales tendieron a acentuarse.

 Aumento el peso de la manufactura y el comercio a partir de la agricultura.

 La industria rural vivió su edad de oro.

 Las actividades productivas se centraron en el océano.

 Los mercados adquirieron influencia en la toma de decisiones económicas.

 Europa consolidó su hegemonía en el comercio internacional.

 Los sistemas fiscales y las instituciones financieras se modernizaron.

 Predominó la política mercantilista.

 Se produjo la primera revolución industrial en Gran Bretaña.

En el panorama político destaca la Revolución Gloriosa de Inglaterra con la cual se asentó una monarquía parlamentaria que limitó la autoridad de la nobleza y el clero.

Se consagró además el método experimental gracias a la revolución científica y aparecieron nuevas corrientes de pensamiento como el liberalismo.

El absolutismo ilustrado comenzó a tomar fuerza y sirvió para aumentar el poder tanto político como militar de los estados. Durante el siglo XVI y XVII se crearon condiciones muy favorables para el estallido de revoluciones liberales debido principalmente a la crisis del absolutismo.

En la fase final de la Edad Moderna merecen ser destacados dos sucesos: el rápido crecimiento del PIB per cápita en el Reino Unido (al 0,36%) y su descenso en Holanda (al -0,06%). En Europa hubo crecimiento económico antes de la revolución industrial, aunque mucho más lento. La Revolución Industrial implicó una importante discontinuidad, a raíz de ella se aceleró notablemente y el crecimiento económico y se hizo más sostenido.

La principal vía del progreso agrario en la Europa de los siglos XVII y XVIII fue la rotación de cultivos. Aun en ausencia de innovaciones tecnológicas, las economías del Antiguo régimen disponían de cierto margen para el crecimiento aunque dicho margen era muy pequeño en la mayor parte de Europa. Al contrario que en la agricultura, en otros sectores como la industria, el comercio, el transporte marítimo y las finanzas tuvieron lugar numeroso avances tecnológicos y organizativos.

La urbanización y la industria fueron los principales motores que elevaron la productividad del trabajo y la renta por habitante en las economías preindustriales. El crecimiento económico estaba basado en la formación de un círculo virtuoso entre el desarrollo de los mercados, alimentado por el avance de la urbanización y por el auge de los tráficos internos y externos, y el alza de la productividad en la agricultura.

El PIB por habitante se mantuvo y en ocasiones disminuyó en toda Europa debido principalmente a múltiples restricciones como la mediocre calidad de los suelos, la insuficiente dotación de los recursos hidráulicos, la continentalidad, la inexistencia de ríos navegables, la falta de infraestructuras del transporte, la excesiva desigualdad en la distribución de la renta, la persistencia del diezmo, la agobiante presión fiscal, la deficiente definición de los derechos de propiedad, la insuficiencia del sistema energético incapaz de sostener el crecimiento económico...

Las necesidades energéticas aumentaron notablemente debido al crecimiento tanto demográfico como económico.

En consecuencia de esto el PIB por habitante creció de un modo muy lento e intermitente en el conjunto de Europa durante la segunda mitad del siglo XVII y XVIII, solo en la parte noroccidental se registra un notable ascenso del PIB por habitante ya que reunía condiciones favorables para el progreso agrario y el desarrollo de los mercados

Se aumentó la productividad del trabajo aumentó debido al notable incremento de la densidad económica y a la elevación del PIB.

Fuera de Europa noroccidental bastantes países participaron levemente en el proceso de crecimiento y cambio estructural. Es importante destacar además la especialización de Europa mediante la industrialización y la urbanización. El comercio marítimo internacional adquirió gran importancia.

Fuera de Europa la zona que mas destacaba económicamente era Asia, que albergaba prácticamente la mitad del PIB, que aunque disminuyó desde 1600 a 1800 seguía siendo muy superior al europeo, esto fue debido principalmente a la expansión de los regadíos y el arroz, al aumento de los rendimientos de los cereales y a la especialización económica.

A pesar del progreso de las economías asiáticas las perspectivas económicas de Europa eran bastante mejores ya que en el ámbito tecnológico Europa aumentó la ventaja respecto de china y la supremacía europea en el comercio internacional debido a su poderío militar.

La expansión demográfica de los territorios del Nuevo Mundo como México y brasil se basó en la explotación de grandes yacimientos de oro y plata y en la creación de grandes plantaciones que utilizaban mano de obra esclava. En América del Norte el principal problema en el desarrollo económico fue la falta de mano de obra, que obligaba a aumentar la fuerza del trabajo aunque esto se intento solucionar mediante la financiación del pasaje a inmigrantes que querían llegar de Inglaterra a cambio de un contrato de servidumbre temporal, los cuales acababan en manos de demandantes de fuerza de trabajo. La alta cualificación de estos inmigrantes y la explotación de esclavos supusieron un aumento en el PIB y en el PIB per cápita en América del norte.

En términos demográficos durante el siglo XVII Europa aumentó su población un 11,3% y un 56,7% en el XVIII siendo la segunda mitad del 600 de recuperación demográfica. Esta rapidez del crecimiento del número de habitantes dependió del aumento de la productividad del trabajo y del alza del PIB por habitante, los países con un menor crecimiento económico aumentaron su población más lentamente.

La mortalidad en Europa descendió bastante debido a la práctica desaparición de la peste y a la mitigación de la crisis de subsistencia en algunas regiones de la Europa occidental. A mediados del siglo XVIII tuvo lugar una transición demográfica sobre todo en la Europa noroccidental, septentrional, meridional y central. En dichas zonas se situaban tasas vitales relativamente bajas. El celibato y el matrimonio tardío actuaron como reguladores demográficos.

Respecto a la agricultura, la inglesa se distanció bastante de a norma europea en el siglo XVII, creció notablemente la productividad y los rendimientos gracias a los sistemas de rotación de cosechas y al uso de mejores semillas. Se perfeccionaron los ciclos de cultivo y se adaptaron a los distintos tipos de terreno. Se redujeron además los vallados lo que permitió a las pequeñas granjas tener un sistema de campos abiertos, lo que aumentaba la productividad y el rendimiento del trabajo, permitiendo así que invirtieran y se modernizasen. Esto liberó mano de obra que podía dedicarse a otros sectores como el de la industria. En Holanda y Francia en cambio no se obtuvieron muy buenos resultados en el siglo XVII debido a las crisis urbanas que afectaron a los mercados ligados a la agricultura. Durante el siglo XVIII tuvo lugar un gran crecimiento agrario en respuesta a las nuevas necesidades y posibilidades como el número de bocas a alimentar, la urbanización o el crecimiento del comercio.

El crecimiento manufacturero en Europa se logró gracias al empleo de mayor fuerza de trabajo y se debió a diversos factores: se trasladaron diversas actividades a las afueras de las ciudades y a las cercanías de las zonas rurales con el fin de reducir costes laborales y evitar las restricciones gremiales, numerosas familias ofrecieron su oferta de trabajo a actividades manufactureras con el objetivo de incrementar su capacidad de compra en los mercados. A pesar de esto el crecimiento manufacturero se basó esencialmente en el uso de mayor fuerza de trabajo y en la innovación en los procesos de fabricación y comercialización. La intervención de los Estados en las actividades transformadoras: crearon empresas, se otorgaron subsidios, promovieron políticas proteccionistas y aprobaron normas reguladoras.

El desarrollo de la protoindustria, que fue favorecido por el incremento del consumo de familias de clase media y por la demanda americana fue mayor en la Europa Occidental que en la Europa Oriental. Inglaterra fue el país que más terreno ganó en términos absolutos y relativos. En la Europa oriental y centro-oriental el crecimiento industrial fue mucho más modesto. Entre 1650 y 1800 las industrias de bienes de consumos, las textiles y alimentarias fueron las que más aportaban al PIB.

El comercio creció más rápidamente que el PIB en Europa. Se mejoraron las infraestructuras viarias en algunas zonas europeas aunque el transporte por tierra seguía resultando muy costoso por lo que los canales contribuyeron a la expansión de la navegación interior destacando Holanda, la cual contaba con la red de canales más desarrollada o Francia con el canal del rio Sena o el Loira. El comercio de Europa con el Nuevo Mundo siguió cobrando importancia a pesar de que la exportación de metales preciosos disminuyó. En Europa, en general los tráficos aumentaron, las redes comerciales se reforzaron y la información circuló más rápidamente.

Las políticas económicas mercantilistas predominaron en toda Europa en los siglos XVII y XVIII, se pensaba que un país solo podría enriquecerse a costa de que otro se empobreciera. Aumentó la fuerza de los Estados sobre la economía debido a la crisis del siglo XVII.

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