Factores Internos Y Externos
marveza14 de Octubre de 2011
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La transformación que trajo aparejada la crisis del llamado "Estado Benefactor" posibilitó la irrupción de tendencias neoliberales, donde el mercado se erigió como el "natural organizador" de las relaciones societales.
En este contexto se hace necesario indagar acerca de las transformaciones que se manifiestan, de alguna manera, a través de la irrupción de nuevos actores sociales, que redefinen los modos de participación.
En esta comunicación nos introducimos en un encuadre teórico como abordaje de lo que podemos denominar una suerte de redefinición del contrato social, a partir de la dinámica de un sujeto activo central, los movimientos campesinos, en el marco de los casos analizados en el Proyecto "La conflictividad social en el agro latinoamericano: nuevos procesos, nuevos actores y nuevos discursos."
Los movimientos campesinos: voces de una resistencia histórica
La corrosiva transformación que trajo aparejada la crisis del llamado "Estado de Bienestar", transmutó la construcción de consensos, provocando tensiones en la propia estructura social, en un contexto de aparente "devaluación" de los socialismos y populismos latinoamericanos. Las tendencias neoliberales irrumpen en el espacio público adoptando una postura triunfalista frente al nuevo escenario. En este contexto, el mercado se erige como el "natural organizador" de las relaciones societales provocando, por un lado, una nueva tensión en la relación inclusión-exclusión, modificando en este sentido el mundo del trabajo, y por otro, una difuminación de la concepción de soberanía del tradicional Estado-Nación.
Este proceso, que se profundiza en toda Latinoamérica en la década del `90, instaura en cierta medida una ideología onmicomprensiva, en donde toda contingencia debe necesariamente resolverse en los confines del discurso pretendidamente dominante. En esta dinámica, el Estado valoriza la "previsibilidad" para el mantenimiento del orden social, intentando evitar toda posible fuente de conflicto.
Simultáneamente, el Estado debe generar las condiciones locales para la valorización del capital a escala mundial. Esta política implica el desmantelamiento de los ya "devaluados" derechos laborales históricos y de los servicios sociales, así como también la "desdemocratización" de algunos ámbitos, sin fracturar en lo posible el cascarón de la democracia formal. En este contexto, los países latinoamericanos que históricamente fueron configurándose según las necesidades estratégicas de las distintas potencias coloniales,"...fueron arrastrados..., por la crisis global de los países centrales hacia un proceso de resignificación-readaptación que alteró y profundizó las distancias sociales preexistentes" (Formento: 1997,10,11). La pobreza, la exclusión y la explotación social se incrementaron en esta Latinoamérica sacudida por sucesivas crisis, en su búsqueda del "pasaporte al primer mundo". Instalado el "desencanto", proclamado cuasi-oficialmente el "fin de la historia" y una especie de "clausura" de proyectos alternativos, emergen nuevos actores, que ponen en jaque la agenda política neoliberal.
Dentro de este contexto, surgieron "nuevos movimientos sociales", llevados a cabo por sectores históricamente marginados. Decimos "nuevos movimientos sociales" aludiendo a que declina en cierta medida la forma de movilización política de grandes actores colectivos en beneficio de otra no vinculada a un conflicto central y más fragmentada. Los movimientos sociales, "... constituyen intentos fundados en un conjunto de valores compartidos para redefinir las formas de la acción social e influir en sus consecuencias." (Bobbio: 1991,1015) El desafío planteado sitúa a las instituciones en la adaptación a las
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