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Guerra Chichimeca


Enviado por   •  9 de Abril de 2013  •  1.934 Palabras (8 Páginas)  •  696 Visitas

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La Guerra chichimeca

Para 1531, los españoles ya conocían la existencia de un extenso territorio entre el reino de Michoacán y la Provincia de Pánuco, conocido como tierra de los chichimecas. Del Paso y Troncoso registra:

Hay y está mucha cantidad de tierra e provincias que no están reducidas ni traídas a servicio de su majestad e que la dicha tierra toda está de guerra [de lo que] se recresce e redunda daño a los pueblos e provincias de paz que confinan con la dicha tierra de guerra, porque los dichos indios de guerra dan guerra a los que así están de paz e sirven a su majestad e asimismo muchos de los indios comarcanos que sirven, se pasan a la dicha tierra de guerra por no servir.

El descubrimiento de las minas de Zacatecas en 1546, en pleno territorio chichimeca, provocó el enfrentamiento entre los chichimecas y los recién avecindados españoles.

Al suroeste, la Guerra del Mixtón permite establecer importantes antecedentes del conflicto chichimeca. Fue una rebelión indígena en la que los hechiceros zacatecos provocaron una exaltación religiosa y bélica en la comarca cazcán, al norte de Guadalajara, que casi arrojó de ahí a los blancos y a sus aliados indios entre 1541 y 1542. El resultado fue la derrota de los zacatecos y cazcanes. Algunos de ellos, capturados y esclavizados, escaparon después y consiguieron volver a la Gran Chichimeca.

La Guerra chichimeca estalló hacia 1550, y se considera como la más cruenta y costosa entre españoles e indígenas. Comenzó con el ataque de los zacatecos a un convoy de españoles. Casi inmediatamente los guachichiles empezaron a atacar a los extranjeros. Al sur de los guachichiles, los guamares también optaron por la guerra y el botín.

Para estas fechas, Querétaro, la zona de los otomíes, era la frontera con las extensas llanuras chichimecas. Para comunicar esta frontera con Zacatecas (a 320 km de distancia) se tendió lo que se conoció como Camino Real de la Tierra Adentro o de la Plata; pero el camino estaba despoblado, lo que facilitaba los ataques chichimecas.

En general, los chichimecas tendían emboscadas y atacaban al amanecer o al atardecer. No importaba lo numeroso de la comitiva de "vestidos", los chichimecas caían sorpresivamente sobre los españoles y se llevaban, sobre todo, el vestido y la comida. Los atacados rara vez lograban escapar con vida.

Los aliados indígenas de los españoles casi siempre eran tarascos, mexicanos, otomíes o cazcanes, y estaban tan dispuestos como los blancos a combatir, esclavizar y matar a los chichimecas. Además del odio ancestral que les tenían, sentían la atracción de los salarios en granos de cacao, regalos y privilegios, y el prestigio de montar a caballo y esgrimir las armas del hombre blanco.

Con el paso de los años, los chichimecas encontraron su propia bonanza en la corriente continua de forasteros que iban tras las minas que se descubrían más al norte y en las décadas de lucha y despojo que llegaron a ser su modo de vida.

Pronto los chichimecas fueron célebres por su desprecio hacia los indios que habían abrazado la religión de los blancos y trataban con especial hostilidad a los misioneros que capturaban. Es probable que parte de ese anticristianismo se difundiera por la zona chichimeca después de la victoria de Cortés, cuando algunos indios del sur emigraron a esa zona.

Como los ataques se intensificaban y parecía que no había forma de detenerlos, los indígenas de la zona occidental alrededor de Guadalajara comenzaron de nuevo a rebelarse; volvieron a encenderse algunos rescoldos de la Guerra del Mixtón. Los indios pacificados pidieron la protección de los españoles.

La situación de Zacatecas y los nuevos minerales era cada vez más delicada debido al constante bloqueo de abastecimientos y la imposibilidad de transportar con seguridad los metales extraídos.

El virrey Luis de Velasco, entre octubre de 1551 y abril de 1553, organizó tres expediciones para acabar la guerra. Comisionó a capitanes que querían la paz, interesados en velar por sus propios intereses; todos llevaron a sus aliados indígenas. Ni la persuasión benévola ni el castigo pudieron aplacar a los chichimecas. Entonces, el virrey Velasco mandó establecer dos nuevas poblaciones entre Querétaro y Zacatecas para proteger un poco más este peligroso camino. Las nuevas poblaciones fueron San Miguel el Grande (hoy de Allende) y San Felipe.

Se cedieron terrenos a los nuevos habitantes, pero con obligación de residir allí y mantener armas para su defensa. Además, dio orden a los gobernadores y jefes militares de los otomíes de operar en la Gran Chichimeca como diplomáticos, guerreros y colonos en los puestos defensivos.

Sin embargo, otros asuntos graves distraían la atención virreinal, pues estalló la rebelión de Martín Cortés —hijo del conquistador— en contra de la autoridad real y la hizo tambalear peligrosamente.

Fue hasta 1568, en el virreinato de Martín Enríquez de Almanza, cuando se tomaron medidas más serias para enfrentar el problema y se establecieron los presidios de la frontera, unidos por un sistema de escoltas militares.

En la década de 1570 se cuestionó por primera vez la moralidad de la guerra. Se escucharon muchas voces, pero finalmente se llegó a la conclusión de que la guerra era justa y obligatoria, pero sin esclavos. Los dominicos fueron los únicos en sostener que los españoles eran invasores y agresores de la Gran Chichimeca.

En este contexto, a los 20 años de edad, Miguel Caldera inició su participación formal en la Guerra chichimeca, conflicto en el que habían transcurrido todos los días de su vida. Caldera nació en Zacatecas en 1548, de padre español y madre guachichil. Su madre murió cuando él era muy pequeño y prácticamente quedó bajo la custodia de los franciscanos del convento de Zacatecas. Miguel Caldera nació en la época en que se estaban descubriendo y abriendo las primeras vetas realmente ricas en las sierras de Zacatecas, cuando los descubridores, incluso su padre, apenas podían subsistir en las más burdas chozas, peligrosamente rodeados

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