Guerra Mundial

El diplomático pagaba la renta del hotel y las cuentas de la actriz, a quien pronto relaciono con todos sus conocidos. Fue así que Hilda conoció a Paul C. Gontard y a su hermano, Gert, quienes contribuían económicamente con la causa de Adolfo Hitler.

Hilda estrecho su amistad con Gert von Gontard, después de que este hiciera explicito su interés en pretenderla con fines matrimoniales. Las constantes llamadas de Gert a la actriz fueron monitoreadas por el FBI.

Pero Hilda nunca fue mujer de un solo hombre. Mientras estuvo en Los Ángeles también mantuvo contacto con el millonario Jean Paul Getty, era todo un playboy.

Para 1940 Jean Paul Getty era investigado por el FBI por realizar “actividades anti-norteamericanas en favor de los alemanes”. Su empresa formaba parte de la fraternidad de compañías petroleras estadounidense que vendían crudo a Hitler durante los inicios y hasta bien entrada la Segunda Guerra Mundial.

Informes de los agentes de FBI señalan que Getty ayudo a introducir a Hilda a la República Mexicana en calidad de “ciudadana norteamericana”.

A su llegada a la ciudad de México, Kruger estableció relaciones con Thomas F. Hamilton directivo de la Unidet Aircraft Corporation. Otro de los hombres Juan Andrew Almazan quien habría de relacionar a la espía alemana con altos funcionarios del gobierno mexicano.

Los agentes militares y los agentes de la Oficina de Servicios Estratégicos, reportaron una y otra vez que Hilda Kruger mantenía comunicación con el barón Friedrich von Schlegrugg y con Georg Nicolaus, altos oficiales de inteligencia militar alemana.

Georg Nicolaus comenzó a operar en México en 1940. Sus objetos principales eran recolectar información sobre la producción industrial y sobre los movimientos militares estadounidenses, reportar los barcos que salían rumbo a Europa, alertar sobre las preferencias políticas de gobiernos latinoamericanos y estableces bases aéreas y navales en América del Sur.

Cuando Hilda Kruger llego a la capital estaba terminando el periodo de Lárazo Cardenas y empezaba el de Manuel Ávila Camacho.

Además de la Gestapo y la Abwehr, en el Distrito Federal operaba un capítulo del Partido Nacional Socialista fundado en 1933 por Arthur Dietrich, quien posteriormente seria agregado de Prensa en la Embajada Alemana. El partido era integrado por ciudadanos germanos, aunque contaba con un gran número de simpatizantes mexicanos.

Arthur Dietrich publico el periódico Deutsche Zeitung Von México, el único medio de comunicación nazi que halla existidi en nuestro país.

Mientras Hilda Kruguer trabajaba a lado de la nomenclatura del poder, múltiples agentes nazis bajo apariencias e identificaciones falsas. Alemania tejió una inmensa red de coberturas, dependía de empresas como Casa Bayer y Unión Química subsidiaria en México de IG Farben.

Bayer y Unión Química daban empleo a los espías alemanes funcionando así como tapadera de los hombres de Hitler.

La complicidad fue tan grande que cuando la guerra llegó a su fin, los servicios de inteligencia estadounidense habían enviado al Departamento de Estado una lista detallada en la que figuraban un total de 150 espías y encubridores, cada uno con nombres y direcciones; de más está decir que todos estos operaban a favor de la Alemania nazi.

Hilda Kruger vino a México precisamente para consolidar esta red de espionaje nazi y para ampliar el tejido de intereses políticos, afianzando las relaciones entre Alemania y un importante sector de los políticos, militares y empresarios en mexicanos.

Apenas unas cuantas semanas después de haber llegado a México, Hilda contaba entre sus amantes a varios ministros del nuevo gobierno: Ezequiel Padilla, de las Relaciones Exteriores, Mario Ramón Beteta, subsecretario de Hacienda, y Miguel Alemán Valdés, Secretario de Gobernación.

Todos los funcionarios que se involucraron con Kruger terminaros encubriendo

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