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LA PEREGRINACIÓN AZTECA


Enviado por   •  11 de Febrero de 2012  •  723 Palabras (3 Páginas)  •  881 Visitas

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LA PEREGRINACIÓN AZTECA

(RELATO)

Soy de la raza mexica mi nombre es Xochitlhuehuetl que significa en mi idioma “flor vieja”, al momento de hacer este relato tengo más 70 años mexicas que posiblemente sean 80 o 90 años conocidos por los españoles, mi relato empieza así:

Yo era pequeña y desde que me dí cuenta veníamos caminando por cerros, montañas, llanuras extensas algunas llenas de plantas y pasto y otras cubiertas de fina arena que hasta nos lastimaba cuando se nos introducía en los ojos; cruzábamos ríos incluso en varias ocasiones recuerdo que vimos cerca el mar, oíamos sus retumbos hacer eco en las exuberantes y frescas montañas que nos rodeaban, también sentíamos la brisa fresca del mar que nos llenaba de entusiasmo a seguir en esta pesada caminata que según nuestros sacerdotes deberíamos llegar a la tierra prometida y que era donde los dioses nos dieran una señal, que consistía en encontrar a un ser majestuoso destruyendo al símbolo de la maldad, y nos explicaban los sacerdotes que el ser majestuoso era nuestro gran dios Huitzilopochtli y el símbolo de la maldad eran las tribus que encontraríamos y que nos harían la vida imposible.

Muchas veces vimos como el puma cazaba a un venado y lo devoraba, entonces decíamos, esta es la tierra prometida, los sacerdotes nos decían, no todavía no, el puma es majestuoso; pero un venado no significa la maldad, sino al contrario el venado es un ser indefenso que no hace mal a nadie lo cual no puede representar a la maldad, muchas veces el ocelote o tigrillo hacía lo mismo con los conejos y se repetía la historia contada por los consejeros y sacerdotes.

En la peregrinación veníamos gran cantidad de gente, había niños jóvenes, adultos y ancianos, muchos murieron en la travesía, otros venían enfermos, pero los consejeros los curaban con plantas que íbamos encontrando en el camino y que ellos conocían de sus propiedad curativas. Los hombres jóvenes con lanzas, arcos y flechas, cazaban animales para el alimento de todos, también nos defendían de ataques de otras tribus peligrosas y agresivas que fuimos encontrando en nuestro camino, las mujeres jóvenes nos dedicábamos a recolectar frutos, plantas y raíces para comer, las mujeres adultas y ancianas se dedicaban a cocinar y a preparar una masa especial que la hacían de unos granos que recogíamos en grandes mazorcas, estos granos eran de color blanco muy abundantes y sabrosos aún comiéndolos crudos y tiernos.

Muchos ancianos murieron, los adultos se hicieron ancianos, nosotros nos hicimos adultos y aún ancianos y seguíamos caminando en una peregrinación que sentíamos que nunca tendría fín.

Finalmente un día cuando el sol estaba en la parte más alta del firmamento llegamos a un lago, había un nopal y vimos un águila que devoraba

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