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La America Latina

410891 de Abril de 2013

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EL PENSAMIENTO LATINOAMERICANO

Por Freddy Quezada y Guillermo Gómez

La América Latina de nuestros tiempos no es la misma de antes, que podía contar con un

puñado de hombres rudos y apasionados que, ofreciendo sus vidas, la fundaron. Ahora

existen los delicados quienes se atreven a dudar de su existencia (Tomás Eloy Martínez,

Darcy Ribeiro, Mario Vargas Llosa, Alfredo Bryce Echenique, Guillermo Cabrera Infante)

o negarla en broma (Jorge Luis Borges) o en serio (Freddy Quezada). ¿Es que nadie puede

salir ya a gritar, como hacían nuestros mayores, sin darles explicaciones a nadie y con la

simplicidad de las personas de buena voluntad !!! Viva Bolívar, Viva Zapata, Viva Sandino

y Viva el Che Guevara!!!?

América Latina como subcontinente puede ser estudiada desde varios enfoques. Dos de los

más importantes son:

a) como producción propia desde sus pensadores, debatiendo entre ellos si lo que

produce el subcontinente es propio o no, si los modelos que proponen son los más

adecuados o no para superar la pobreza y el subdesarrollo, como en la célebre y

siempre presente polémica entre Leopoldo Zea (1982) y Augusto Salazar Bondy

(1968) o entre los dependentistas moderados y radicales (Cardoso/Faletto y

Marini/Gunder Frank) y;

b) como un objeto de estudio académico, efectuado por latinomericanos o no, en

nuestras universidades y centros de investigación o en los centros metropolitanos

europeos y norteamericanos. Sólo en esta última modalidad es admisible el empleo

del concepto “latinoamericanismo” que es un imaginario asociado al “macondismo”

de García Márquez, donde los países latinoamericanos, para el europeo o

norteamericano, guarda una serie de características fijas surgidas de su

“mentalidad” y de la relación que establecen con la realidad. Expresión de un

“pilotaje” , por denominarle así, de los modelos políticos y económicos transferidos

como lata de atún a nuestros países.

En cualquiera de estas dos formas, pesan tres grandes componentes para el que quiera

examinar nuestro pensamiento subcontinental

1. EL PENSAMIENTO LATINOAMERICANO

1.1 Filosófico

El pensamiento latinoamericano cuyas bases arrancan con José Vasconcelos, José Martí,

Enrique Rodó, José Carlos Mariátegui y otros, encuentra en el debate entre el filósofo

mexicano Leopoldo Zea y el pensador peruano Augusto Salazar Bondy, su máxima

expresión. El eje del debate entre ellos, si existe o no una filosofía latinoamericana o una

filosofía sin más, sigue teniendo actualidad entre nosotros. Todos los filósofos

latinoamericanos actuales están gobernados por dos posiciones frente al tiempo

latinoamericano: por un lado, efectuando un movimiento doble de crítica del presente y

recuperación del pasado cultural y, por otro, como consecuencia del primero, una profunda

y sincera creencia en una emancipación y liberación descansable en un futuro pletórico y

prometedor, cuya tensión utópica es creativa. El presente, como tiempo, sufre los embates

de todos los pensadores latinoamericanos y sólo se le atiende como un medio para sus

utopías o como una plataforma para resemantizar un pasado generalmente concebido como

heroico y digno.

Es un reto todavía ver al presente de frente, sin el “imperialismo de las categorías”

europeas, como decía José Gaos. Asimismo, todos parten de la creencia que la base de la

redención de América Latina, desde un sufrimiento colectivo al que de previo le han

asignado sentido para justificar su propio papel liberador, está en los ejes más clásicos de la

modernidad desde Augusto Comte, Emile Durkheim, y Carlos Marx: el trabajo

desalienado y la educación liberadora.

Todos, también, centrados en un cristianismo, religioso o secular, activo y

mesiánico, que muchos hicieron acompañar de Hegel/Marx y las combinaciones de moda

en Europa (Lévinas, Camus, Sartre, Toynbee, Ricoeur, Braudel, Bloch, Scheler, etc.) que

terminaron por producir lo que conocemos como filosofía y teología de la liberación.

Incluso, José Carlos Mariátegui, probablemente el más original de todos nuestros

pensadores, no sea, desde esta perspectiva, más que una combinación loca, pero fecunda, de

George Sorel y los ayllus incaicos.

Así, podemos ver, pues, en un desfile impresionante a un Arturo Ardao y su

obsesión por el nombre de América Latina, amenazada por la llegada de la era de la

“diferencia”; a Horacio Cerutti y la presentación como virtud de algo que hoy se ve al

revés: la crítica como lo “otro” de la Utopía; a Carlos Cullen Soriano, y su separación en

América Latina del “ser” y del “estar” de la mano con el regreso a Kant por la vía de la

educación, el cuidado del otro (sorge) y la autonomía; a Rodolfo Kusch y Juan Carlos

Scannone con su “estar siendo” y la “gratuidad”, venidos de la combinación de las

escuelas clásicas antropológicas y las teorías narrativas de Paul Ricoeur; a Enrique

Dussel y su fácil rendición a las modas junto a su paso sin remordimientos de Lévinas,

a Marx y ahora a Said y Bahba sin nombrarlos; a Franz Hinkelammert, y su

imperturbabilidad sobre su discurso emancipador donde nada ni nadie lo puede hacer

cambiar de sus viejas ideas sobre una combinación de Marx con Abraham o Tomás de

Aquino, al menos tan ricas e imaginativas como las de Paulo Freire con Rosseau y

Hegel, pero distintas a las rígidas de Pablo Guadarrama, Raúl Fornet- Betancourt y

Ricaurte Soler sobre Marx, Fidel Castro, el nacionalismo y los recientes estudios

culturales (convertidos en filosofía intercultural) que ya empiezan, por cierto, a

agotarse en algunos círculos; a Francisco Miró Quesada y a Arturo Andrés Roig dentro

de la filosofía del lenguaje y los universos discursivos y emancipatorios tributarios del

marxismo y el hegelianismo; a Alejandro Serrano Caldera y su profundización (después

de polemizar contra un marxismo fácil y evangelizador que casi lo asfixia) en el

pensamiento de la ilustración de Kant y Rousseau (para oponerlo al racionalismo

instrumental del mercado y de la política cínica) a través de un Nuevo Contrato Social y

la Unidad en la Diversidad; a Abelardo Villegas y su desgarramiento ético, a lo Camus,

entre la libertad y la igualdad; a Augusto Salazar Bondy y su contundencia y valentía,

al denunciar que nunca (idea vieja, como ven) hemos producido nada propio y la

respuesta, también contundente, del maestro Leopoldo Zea, nuestro Edward Said,

aunque con su verruga emancipadora, que se anticipó un poco al postmodernismo y a

los estudios culturales con su deconstrucción de la cultura occidental europea.

Y razón no le faltaría a Salazar Bondy, si atendiéramos esa línea de pensamiento

que está llevando a algunos de nuestros pensadores latinoamericanos, en su

desesperación por brindar salidas nuevas y auténticas, a regresar en el tiempo

europeo, hacia atrás; hacia los esquemas clásicos de la democracia con las añadiduras

de moda para presentarlo seductor. Me parece que en vez de explorar con más fuerza

que nunca nuestras raíces (precolombinas y postcoloniales) pero las de hoy, y no las

acartonadas de ayer ni las de un mañana que nadie conoce, donde incluso la época se

presta para ello, seguimos imitando.

A que nos referimos cuando hablamos de pensamiento latinoamericano y caribeño

Existe un pensamiento

El pensamiento político es el conocimiento de obras de vital importancia, pues en ellas se encuentra impresa la gestación de procesos históricos que han marcado nuestro presente los debates en torno de la organización democrática del país, las razones que sustentaron nuestra plataforma legislativa, los idearios que dieron nacimiento a organizaciones y partidos políticos, los complejos caminos que siguen los pensamientos de las distintas fuerzas sociales y políticas.En la actualidad uno de los retos es que se estudie a nuestros pensadores en las escuelas de secundarias para este fin, se ha iniciado un proceso de divulgación en los medios de comunicaciónsobre la importancia que tiene el pensamiento latinoamericano para el fortalecimiento de la identidad nacional.

A QUE NOS REFERIMOS CUANDO HABLAMOS DE LATINOAMERICA

El sentido literal del término América Latina, aunque usado

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