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Las Ciudades Burguesas


Enviado por   •  22 de Abril de 2015  •  8.637 Palabras (35 Páginas)  •  627 Visitas

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Las ciudades burguesas

La ciudad, como realidad histórica y representación ideológica es sujeto de la historia en dos mundos -el viejo y el nuevo-; es el contorno donde se estructuraron en ambos continentes (Europa y América, este último como reflejo receptivo del primero) sucesivas formas de conflicto y convivencia; y es el disparador que abrió curso a un proceso urbano -político, social, económico y cultural- que aún no ha concluido. En Latinoamérica: las ciudades y las idea, José Luis Romero utilizó dos métodos de trabajo. Con el primero, fijó en términos sincrónicos cinco tipos de ciudades: las ciudades hidalgas de Indias, las ciudades criollas, las ciudades patricias, las ciudades burguesas ( objeto de análisis del presente informe de lectura) para finalmente dedicarse a las ciudades masificadas; con el segundo, introdujo en estos cinco estadios del proceso histórico una dialéctica entre realidad e ideología, designios y resultados no queridos, que exigía de parte del historiador poner a punto el relato de los hechos y el relato de las ideas.

Esta confluencia de dos vertientes clásicas del conocimiento histórico -la sincrónica y la diacrónica- infunde a su obra titulada Latinoamérica: las ciudades y las ideas una resuelta contemporaneidad.

Desde 1880 las ciudades latinoamericanas experimentaron múltiples y diversos cambios percibidos tanto en su fisonomía como en su estructura social debido a que se modificaron no sólo las costumbres tradicionales sino también las maneras de pensar complementado con modificaciones del paisaje urbano, la población y su actividad. Estos cambios se evidencian en las grandes ciudades causadas por los experimentados en la estructura económica de la mayoría de los países latinoamericanos con repercusiones sobre los capitales, los puertos, las ciudades que concentraron y orientaron la producción de productos demandados en el mercado mundial.

En este período los países industrializados alcanzaban su apogeo dado que habían acumulado capitales y poseían industrias en plena expansión, requiriendo materias primas como mercados para sus productos elaborados mientras que en todos los países latinoamericanos hubo consenso entre las clases dirigentes que vieron en la acción indirecta del mundo industrializado los símbolos del progreso. La red se tejía en los grandes centros económicos del exterior, y el mundo industrializado era quien fijaba el papel de cada uno de los sectores de la periferia. Esta acción indirecta se advirtió en la promoción de ciertos tipos de productos.

Las empresas eran casi siempre de capital extranjero como así también sus profesionales (ingenieros, mayordomos, gerentes, entre otros); lo único que era nacional era la mano de obra como así también los intermediarios de la producción y de la comercialización. Este sector fue el que más creció en las ciudades las cuales se llenaron de bancos y de oficinas, de casas de negocios y de gentes que con artes diversas progresaba con lo que sobraba de tanta riqueza concentrada en lo que era el viejo casco colonial.

Estos grupos heterogéneos en contacto con las antiguas familias, provocaron a largo plazo una renovación de las costumbres cotidianas en la que se notó una creciente tendencia a imitar las formas de vida de las ciudades europeas. Quedó relegado a la vida provinciana el pasado colonial y patricio pero las capitales no deseaban la paz de las ciudades coloniales sino el torbellino de la actividad de las ciudades burguesas que provocaba lujo y riqueza. Las nuevas burguesías querían borrar el pasado y algunas ciudades comenzaron a transformar su fisonomía reflejada en suntuosas avenidas, parques, teatros, cafés y restaurantes. Estas características transformarían la gran aldea y la ciudad colonial en una moderna y progresista metrópolis.

El impacto que produjo en la economía Latinoamérica el ajuste de los lazos que vinculaban a las ciudades burguesas de esta parte del mundo con los grandes países industrializados no se manifestó con la misma intensidad en toda la región. Algunas ciudades quedaron fuera de los nuevos circuitos económicos que se producían, provocando el estancamiento; en otras se profundizó ese retraso; pero en otras los negocios de importación y exportación junto con las actividades subsidiaria financieras, multiplicaron el movimiento de las mismas. En ellas el dinero corría junto con las especulaciones, que alimentaban las esperanzas de un rápido enriquecimiento junto con el ascenso social. Estas fueron las ciudades que progresaron. Todas las ciudades burguesas presentaban un nuevo estilo de vida, caracterizado por la influencia extranjera pero, al mismo tiempo, original como resultado del proceso social y cultural que se desenvolvía en ellas.

En las ciudades donde con mayor claridad se advirtió la prosperidad y la trasformación fueron las capitales que coincidía con el funcionamiento de los puertos, por ejemplo Río de Janeiro, Buenos Aires, Montevideo, Panamá, por mencionar algunos de los más importantes. Los puertos les permitía a estas ciudades capitales latinoamericanas un contacto directo con el exterior pero también las ciudades interiores, que eran la capital política y administrativa, experimentaron un crecimiento importante, por ejemplo Caracas, Lima o México. No todas las capitales alcanzaron el mismo desarrollo pero la mayoría de las capitales latinoamericanas duplicaron o triplicaron la población en los cincuenta años posteriores a 1880, y en proporción ocurrió lo mismo con su actividad, dado que la conjunción del poder económico y del poder político posibilitó ese crecimiento. En las capitales se encontraba el centro de los grandes intermediarios, los banqueros, los exportadores, los financistas, y los magnates de la bolsa. Pero la riqueza entraba y salía por los puertos, y en ellos la inmigración extranjera especialmente de origen europeo, pero también norteamericano o asiático, que se combinada con la población indígena, mestiza o negra daba un encuadre inusual y diferente a las tradicionales ciudades patricias.

El crecimiento de muchas ciudades de provinciana a moderna metrópoli comenzó hacia 1880, y tanto el crecimiento como la declinación de las mismas fueron rápidos y vertiginosos guardando siempre relación con el patrón internacional de riqueza. Entre las ciudades modernas y de crecimiento sostenido podemos mencionar a San Pablo, que, en pocas generaciones, una nueva aristocracia vinculada a la explotación del café le dio la complejidad que haría de ella un importante centro cultural como así también un polo de desarrollo industrial. En el caso de Argentina el autor hace referencia a la ciudad de Rosario como centro de atracción de la inmigración y como un importante puerto de exportación de

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