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PROYECTO GUZMANCISTA EN LA SOCIEDAD VENEZOLANA

yelimar13 de Octubre de 2011

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IMPACTO DEL PROYECTO GUZMANCISTA EN LA SOCIEDAD VENEZOLANA.

Antonio Guzmán Blanco, hijo de Antonio Leocadio Guzmán, tramó junto con su padre el retorno al poder de los liberales. Al huir por el rechazo del gobierno, organizó en Curazao una invasión apoyada por caudillos regionales como Joaquín Crespo y Francisco Linares Alcántara. En 1870 desembarcó en Curamichate y tomó posiciones por el centro-occidente del país mientras engrosaba sus fuerzas. Tomó Caracas en abril, por lo que su acceso al poder se conoce como la Revolución de Abril.

Por haber vivido muchos años en París y otras ciudades europeas, percibió muchos de los cambios producidos en el siglo XIX, por lo que una vez hecho presidente implementó medidas tendientes a modernizar el país e instaurar el orden definitivo. En sus proclamas, creó el Conservatorio de Bellas Artes, dictó el Decreto de Instrucción Pública y Obligatoria, hizo del peso venezolano la moneda nacional, fomentó la agricultura, mejoró la infraestructura e inició una ambiciosa transformación urbanística de Caracas, a la que quiso darle cualidades parisinas,[12] sin abandonar un carácter centralista y autoritario. Combatió varios alzamientos caudillistas, logrando aquietar el turbulento panorama de insurrecciones. Fue su política una promoción del culto a los héroes del pasado, especialmente a Simón Bolívar, como estrategia para unir el país. Igualmente, debilitó el poder de la Iglesia Católica, al pasar al Estado funciones que tradicionalmente eran realizadas por ésta.

En 1877 pasó el mando a Francisco Linares Alcántara para que continuase su obra y marcharse a Europa. Pero la ruptura de Linares con él y la descontinuación de la línea progresista, provocaron la Revolución Reivindicadora que le derrocó en 1879. Guzmán Blanco tuvo que regresar al país y tomar nuevamente las riendas del gobierno. En esta ocasión designó al bolívar como moneda nacional, y decretó el canto Gloria al Bravo Pueblo como himno nacional, además de seguir con las medidas político-económicas que habían tenido éxito. Luego de cinco años pasó el mando a Joaquín Crespo. Los efectos de la introducción del positivismo y la creciente oposición del sector estudiantil cobraron fuerza, por lo que Crespo cerró la Universidad. Esto ameritó un segundo regreso de Guzmán, elegido por el Congreso para presidir entre 1886 y 1888, pero se retiró en 1887, dejando a Hermógenes López para la transición.

El General Joaquín Crespo y los jefes de la Revolución Legalista, de Arturo Michelena.Le siguió Juan Pablo Rojas Paúl, quien se alejó de la línea centralista mantenida hasta el momento. Creó la Academia Nacional de la Historia y enfrentó disturbios anti-guzmancistas. En 1890 fue elegido Raimundo Andueza Palacio. Su intento por ampliar su mandato de dos años causó la Revolución Legalista de 1892 encabezada por Joaquín Crespo, quien obtuvo el poder y estableció la presidencia de cuatro años y el voto directo. En su jefatura se malversaron los recursos públicos y hubo mayor endeudamiento, aunque permaneció popular entre sus soldados. Su candidato a sucesor, Ignacio Andrade, venció en las elecciones de 1897, pero su rival José Manuel Hernández, alias el Mocho, acusó fraude y se rebeló en Queipa. Crespo pereció al mando de sus tropas, pero el alzamiento fue derrotado. El saldo final del siglo XIX fue de recesión económica, pero de avances en cultura, tecnología y urbanismo.

PROYECTO NACIONAL DE LA CLASE DOMINANTE

Con la instalación de la Constituyente de 1830, en esta ciudad de Valencia, se ratifica, en términos jurídicos y políticos, la separación de Venezuela de Colombia. A partir de esta fecha, la formación social venezolana estaría expuesta a un accidentado proceso de estructuración nacional, el cual toma inicio con el intento de sentar las base jurídico-políticas del Estado nacional. El modelo de Estado que se adopta es el patrón euroocidental y norteamericano, fundado en la división de poderes, de carácter centralizado, de democracia restringida y de orientación liberal, en cuanto a su función económica y relaciones con la sociedad. A esta voluntad política la llamaremos el Proyecto Político de 1830. La acción de gobierno se orienta a la búsqueda de salidas a la crisis estructural de la sociedad implantada. Las medidas apuntan, por un lado al restablecimiento de la base agropecuaria y, por el otro, a la creación de formas de gobierno y marcos jurídicos propios, como fórmula para la reconstrucción de la legitimidad después de la ruptura del nexo colonial. Con las nuevas formas políticas y jurídicas buscaban los criollos apuntalar su control sobre el orden . Control que había resultado comprometido durante las luchas de emancipación a causa de la dislocación del orden social, la movilización de los sectores dominados y la reducción de la población blanca. En el orden económico se intenta liberalizar la economía, reconstituir el capital y responder a la crisis de mano de obra. Las llamadas leyes económicas [Ley de 10 de abril (1834); de Espera y

Quita (1841)], la creación del Banco Nacional (1841), la búsqueda de inmigración y la formalización de las relaciones con los centros de desarrollo capitalista son, sin duda, algunas de las piezas fundamentales de tales propósitos. Debemos recordar que la crisis estructural de la sociedad implantada, cuyo origen se sitúa a fines del siglo XVIII, tuvo como manifestación general una pérdida del dinamismo social -cesación de

los procesos de ocupación del territorio y contención en el desarrollo y diversificación de la estructura social-, acompañada de una agudización de los conflictos sociales, pues de esa manera se expresaron las luchas que por la libertad e igualdad se plantearon los distintos sectores sociales (criollos, esclavos y pardos) de aquella sociedad. Luchas de clases e intra clase de tanto encono que, a juzgar por lo que dicen algunos autores, las guerras de independencia resultaron ser cruentas guerra sociales.

Esa crisis estructural, en la medida en que no pudo encontrar prontas y efectivas respuestas, debido a la acción combinada de factores históricos de distinta naturaleza, significó para el país un largo proceso de estancamiento y una crónica conflictividad sociopolítica -luchas de clases e intra clase- que minaron gravemente la posibilidad del progreso y la paz social durante buena parte del siglo XIX. Para los años 1830, la formación social venezolana es un "ente tan desintegrado o desarticulado como podía serlo a mediados del siglo XVIII" (1); y se encuentra marcado además por la destrucción de las guerras de emancipación. Ocupa un espacio territorial de más de un millón de

kilómetros cuadrados, en el cual tiene asiento una escasa población próxima al millón de persona (2), ubicada en los mismos espacios que ocuparan a fines del mencionado siglo, sin contar con mayores infraestructuras: Se carece de puertos y caminos, y, lo que es peor, no se tiene la posibilidad material inmediata de modificar tal panorama.

Obviamente que las nociones de libertad política y económica del grupo dominante estaban en abierta oposición con las prácticas del esclavismo y los intentos hechos desde el poder de creación de un régimen de trabajo forzado, para someter la fuerza de trabajo libre (el peonaje), a las pésimas condiciones de trabajo de las haciendas venezolanas de aquel tiempo. Pero todo indica, que tales contradicciones encontraron entonces justificación en la escasez de mano de obra que afectaba a la economía, que aún no mostraba una total recuperación de los destrozos sufridos durante los largos enfrentamientos bélicos de la emancipación. Pardos -expresión propia de la colonia-, peones y esclavos, sin embargo, no dejarían de hacer sentir sus reclamos de igualdad y libertad a través de luchas específicas (4), o como expresión de apoyo a los bandos en pugna de las clases dominantes, en los conflictos que estos mantendrán por el control y dirección del orden social.

Asimismo, estaba pendiente la satisfacción de las aspiraciones históricas socio individuales de los grupos sociales dominados (pardos y esclavos), pues el proyecto de redención social de la Independencia seguía sin tener realización; pese a que la guerra había contribuido a acercar las "castas", introduciendo un componente social de igualitarismo que históricamente habría de profundizarse.

La voluntad de constituir a Venezuela en Estado soberano partió, entre un gran consenso y armonía, de la clase dominante criolla. Propietarios agrícolas, comerciantes, el sector ilustrado y los jefes militares nucleados en torno al liderazgo caudillista (3) del general José Antonio Páez (1790 - 1873), entonces la figura política central del país, se acuerdan para impulsar, bajo las orientaciones de la Constitución de 1830, las tareas propias de la construcción de una sociedad liberal. A la élite civil -el sector ilustrado- le correspondió la gestión del gobierno.

Este propósito de edificar las formas políticas y socioeconómicas liberales ha de entenderse como una clara influencia de los círculos dirigentes de Europa y Estados Unidos, pero, a la vez, como la búsqueda de creación, en el interior de la formación social venezolana, de estructuras comunes a los centros de desarrollo, para los fines de la articulación con el sistema capitalista mundial, estimada como necesaria para la recuperación económica. Este vínculo, para el tiempo histórico bajo atención, se expresa básicamente a través del

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