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Pensamiento Del Mexico Prehispanico


Enviado por   •  23 de Febrero de 2015  •  1.851 Palabras (8 Páginas)  •  424 Visitas

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Hombre y medio ambiente en

el pensamiento prehispánico

Manuel Alberto Morales Damián

Área Académica de Historia y Antropología,

Universidad Autónoma del Estado de Hidalgo

De la biología mítica a la ecología mítica

En Ideas fundamentales del arte prehispánico en México, Paul

Westheim [1991] dedica un capítulo a exponer una postura

que ha animado durante un largo tiempo la comprensión del

pensamiento religioso prehispánico. Me refiero a la idea de

que son las creencias en torno al maíz el elemento esencial

de la religiosidad mesoamericana:

Para el hombre del mundo mesoamericano el maíz era el milagro

cósmico de la eterna renovación de la vida. Gracias a este

milagro existía y subsistía la comunidad humana; gracias a él el

hombre podía cumplir con la tarea que le estaba encomendada:

mantener a los dioses y, a través de ellos, el orden cósmico

[ibid.:78].

Debemos aclarar que no se trata de una postura creada

por Westheim ni mucho menos que él sea uno de sus más

destacados exponentes. Me refiero a su obra, específicamen-Manuel Alberto Morales Damián

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te, porque en dicho capítulo habla de una botánica mítica en la que describe

el misterio de nacer-morir-renacer propio de los vegetales especialmente

representados por el maíz y el maguey. Según Westheim, la botánica mítica

“explica los fenómenos de la naturaleza como actos, tribulaciones y triunfos

de las deidades” [ibid.]. La botánica mítica —seguimos a Westheim— otorga

su valor a las plantas por el hecho de que ellas poseen un espíritu o son la

morada de una deidad.

A pesar de que no comparto todos los postulados de Westheim con respecto

al arte prehispánico considero afortunada su idea de que el pensamiento

religioso explica las plantas no tanto por sus cualidades biológicas, sino

por lo que él llama su cualidad mítica. Pero debemos matizar el concepto.

En la década de los sesenta, Calixta Guiteras [1965:249], en su estudio

sobre la visión tzotzil del mundo, afirmaba que “Todo lo que tiene sentido

para el hombre posee un alma, la que se manifiesta en sus actitudes con

respecto a él.” Veinte años más tarde, Laughlin y Breedlove [1984:349] al

estudiar la etnobotánica zinacanteca describen una idea semejante: “…los

tzotziles ven el mundo lleno de seres, un mundo enriquecido por almas. Lo

que nosotros llamamos sobrenatural, para ellos es netamente natural”.

En este sentido, existe un buen número de testimonios que hacen patente

que entre diversos grupos mesoamericanos a las plantas y animales se les

considera seres “vivos”, con “corazón”, capaces de “hablar”, dotados de una

“conciencia” y susceptibles de manifestar lo sagrado,1

en otras palabras, la

flora y la fauna están incorporadas a un mundo imaginario que sirve justamente

para explicarse el mundo real, a esto es a lo que llamé en otro lugar

[Morales, 2006], ampliando el término de Westheim, una biología mítica,

considerando que el término alude a un aspecto esencial de la cosmovisión

mesoamericana.

Es indudable el conocimiento preciso y práctico que la Mesoamérica prehispánica

tuvo de las plantas y los animales, lo demuestra la multiplicidad de

usos que se les dieron, las representaciones gráficas que a veces son prolijas

en detalles, así como la forma en que han sido integrados a la explicación del

1. Nájera [2000:35] hace notar que el pensamiento religioso suele presentar al universo como un

todo humanizado y, a la inversa, al hombre como un universo. Siguiendo esta idea, los elementos propios

del “mundo” tales como las plantas y animales se identifican con rasgos humanos, y de la misma manera

el hombre es concebido con características animales o vegetales.Patrimonio, identidad y complejidad social: Enfoques interdisciplinarios

Hombre y medio ambiente en el pensamiento prehispánico

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cosmos, ya que es posible utilizar el estudio biológico contemporáneo para

entender la manera en que tal o cual especie vegetal o animal ha sido aprovechada

en el proceso de simbolización.

Nos engañaríamos, sin embargo, al suponer que vieron a la ceiba, al jaguar

o al maíz como nosotros los vemos, árbol leñoso, felino o gramínea

para luego transformarlos en elementos significativos de su cosmovisión.

Por el contrario, justamente los conocieron a través de la manera concreta

en que fueron dotados de significado y se ubicaron dentro de las múltiples

relaciones simbólicas de su modelo explicativo del cosmos.2

Sin embargo,

no se trata sólo de los reinos vegetal y animal, también los elementos topográficos

(montañas, valles, ríos, lagos), los fenómenos atmosféricos (viento,

lluvia, arco iris, etc.) y los cuerpos celestes (la luna, el sol, Venus, Marte, etc.)

poseen las mismas características que hemos señalado para la flora y la fauna:

vida, corazón, habla, conciencia, sacralidad. Además, todos ellos interactúan

en el imaginario prehispánico entre sí y con el hombre. De esta manera, más

que a una biología mítica debiéramos referirnos a una ecología mítica. Dicho

de otra manera, debemos considerar que dentro del pensamiento prehispá-

nico todos los elementos que componen el espacio que habita el hombre

forman una red de relaciones naturales (muchas de las cuales nosotros consideramos

sobrenaturales) dentro de la cual es posible la existencia. Está claro

que lo que nosotros llamamos físico, biológico o humano se concibe como

sujetos interrelacionados en forma compleja y sinergética, un continuum del

cual el hombre no es ajeno.

Hábitat imaginado

En realidad algo que ya aceptamos es que no existen los territorios “naturales”.

No existe una naturaleza en sí, el hombre ya la ha trastocado a través

de su cultura. Si el hábitat es un soporte ecológico, habitar es una “forma de

inscripción de la cultura en el espacio geográfico” [Leff, 2004:279]. El hombre

construye su medio ambiente, para él no existe una naturaleza prístina, toda

se ha humanizado.3

2. En el estudio actual de la religión prehispánica resulta muy útil el conocer las características biológicas

para luego abordar el estudio del simbolismo; sin embargo, el

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