ALGO HICIMOS MAL, ALGO HACEMOS MAL

ENSAYO

ALGO HICIMOS MAL, ALGO HACEMOS MAL

El Quindío, nuestro terruño y hogar, que deja en nosotros profunda huella para un mejor vivir, no puede quedarse rezagado de los profundos cambios estructurales que viene teniendo Colombia en los últimos años en cuanto a su economía se refiere.

No se puede argumentar por ejemplo que parte de la problemática en cuanto a su déficit económico y laboral, es debido a la escasa edad del departamento, que a sus cuarenta y tantos años no ha podido adaptarse a la dinámica productiva del resto del país; ni mucho menos expresar que su clase política (cleptócrata por tradición), es la culpable del retroceso económico, aunque podemos decir que si han colaborado con eficiencia para que esta situación se vuelva crónica en nuestro departamento.

Tampoco se puede argumentar que el Quindío ha tenido escaza capacidad adaptativa para marchar al ritmo de nuestros pares departamentales con su misma eficacia y eficiencia, que sin lugar a dudas lo han logrado, como es el caso de Antioquia o el Valle, que a pesar de enormes retrocesos históricos (la permeabilización del narcotráfico en la economía, la política y la sociedad en general en la década de los 80´s y 90´s en estos dos departamentos, generó una falsa prosperidad económica, que se tradujo posteriormente en una sobrevaluación de los bienes, productos y servicios, pero ante este acto inflacionario sine qua non, devino una enorme crisis producto de la captura, extradición y/o muerte de los capos fundadores de este engendro que tanto daño ha hecho en el país), han podido solucionar de cierto modo sus desavenencias internas y salir avante de tremenda situación.

A pesar de que el autor del artículo hace una extensa reseña del Quindío, buscando los por qué de nuestras décadas perdidas y nuestra infructuoso ingreso al siglo XXI, lo que propongo es encontrar una mejor perspectiva frente a la “involución” quindiana y conocer su enorme capacidad resiliente, es decir, la habilidad que tenemos de salir y superar obstáculos de mayor envergadura como por ejemplo el sismo de 1999 que nos dejó con mayor rezago económico y social, pero que pudimos afrontar con valentía y entrega.

En nuestra región, la bonanza cafetera ocurrida en los años 70´s generó un “boom” económico y comercial, dado que el poder adquisitivo creció y se fortaleció para algunas personas, redundando en mejor capacidad de compra e incremento de la calidad de vida. El Comité de Cafeteros pudo establecer una planeación sistemática a corto plazo no tanto de sustentabilidad propia sino de otorgamiento de infraestructura para muchos municipios, tanto en su zona urbana como rural, es decir, la infraestructura vial de redes secundarias y terciarias se vio beneficiada, al igual que la creación de muchas escuelas del sector agrario, redes eléctricas, mejoramiento de alcantarillado, acueducto y en el mejor de los casos, el ingreso de la telefonía fija.

Este “boom” no duró mucho tiempo, pero cuando las dirigencias gremiales cafeteras se dieron cuenta, y cuando el centro de toda actividad económica rural se centraba en el café, ya era demasiado tarde. Pasamos del amparo del pacto por cuotas que le daba a los cafeteros una tranquilidad al saber que toda su producción tendría el respaldo del mercado internacional, a un libre comercio que los adentraba en una competencia salvaje con otros países productores de café, y del cual el Quindío salió muy mal librado puesto que nuestra dirigencia no conocía la manera de competir con una bolsa internacional que ponía y deponía precios al antojo del mercado especulativo, injusto y rapaz; ni mucho menos en actualizar sus métodos de producción con calidad. Esto ocasionó otro “boom”, pero esta vez fue catastrófico para la economía local y del cual, nuestro departamento

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