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Aciertos y desaciertos de las Reformas Borbónicas en Nueva España


Enviado por   •  23 de Agosto de 2015  •  Ensayos  •  2.115 Palabras (9 Páginas)  •  235 Visitas

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Aciertos y desaciertos de las Reformas Borbónicas en Nueva España

En el siglo XVI, el continente que hoy se conoce como América estaba habitado por “sociedades y poblaciones con sistemas políticos, sociales y económicos muy diversos”[1]. Su base económica estaba mayoritariamente en el cultivo intensivo de la tierra con maíz, frijol, chile, calabaza y otras plantas. En cambio, al norte de lo que se le conoce como Mesoamérica vivían cazadores-recolectores y agricultores. Sin embargo, la llegada de Hernán Cortés en 1519, seguida de la conquista del imperio azteca, cuya cohesión imperial era inconsistente, cambiaría la estructura precolombina del territorio, aprovechando su conexión con el Caribe y las islas filipinas.  De suerte tal que pasó de estar aislado, a conectarse con diversas redes comerciales del mundo.

Nació entonces un nuevo orden, que se sustentó en cambios económicos, jurídicos e institucionales y culturales, que se vio favorecido por un despoblamiento de la región a causa de la propagación de epidemias, así como por la riqueza minera de la región. El sistema económico colonial que se empezó a instalar tuvo la tarea de fortalecer la demanda y el consumo, objetivo que se logró gracias a la minería. Pero éste:

[…] no funcionó como un simple intercambio entre productos importados y exportados. La importancia de los flujos de suministro a las minas radica en el hecho de que en ellas se consumía gran cantidad de artículos de producción interna, incluso mayor que los importados. Al pagar el consumo minero en metálico, se dio origen a la circulación interna y a la parcial monetarización de la economía. La plata  fluía de en mano en mano, hasta entrar al final, en gran parte, en las arcas de la Real Hacienda y en las bolsas de los grandes comerciantes, quienes la transferían a los circuitos exteriores. [2]

De esta forma remarcamos que tanto los sectores de la economía colonial, como las regiones se mantenían articulados a través de la oferta y la demanda, cuyo lubricante fue la plata, bajo una mentalidad mercantilista. Al mismo tiempo se desarrolló una organización político-administrativa, con representación militar (capitanías generales) y política (virreyes) de la corona, quien buscaba mantener su control sobre sus territorios ultramarinos. En su afán de control, se tendió hacia una centralización del poder político y económico que revirtió en problemas para la corona. Por ello, el fraude, la corrupción, el contrabando “hizo frente” a la reglamentación y coacción desmesuradas.

En el caso más específico de la Nueva España, ésta ganó cierta autonomía, puesto que la corona se concentró en aquellos territorios llenos de riqueza “a la vista”. Situación que se mantuvo hasta “el ataque de las reformas borbónicas” (1740-1800), como lo menciona Hausberger. Reformas que buscaban ser respuesta a los problemas que enfrentaba el imperio Español, pues éste se encontraba en un severo atraso en cuanto a su industria, por lo que se encontraba endeudado. Así se elaboró, “un plan de reformas, que buscaba ratificar tanto la situación interna de la península, como sus relaciones con las colonias”[3]. Es por ello que nos interesa saber las consecuencias de su aplicación en la economía novohispana; esto es: tanto en  las actividades económicas, como en lo que estaba en el fondo de su dinamismo (nivel fiscal e institucional).

Consecuencias de las Reformas Borbónicas sobre las actividades económicas novohispanas

Uno de los propósitos de las reformas Borbónicas fue el del control económico, es por ello que éstas afectaron directa o indirectamente a las diversas actividades económicas. En función de los intereses de la corona, éstas se preocuparon por el fomento de ciertas actividades para llevarlas a un incremento en su productividad y por ende de sus ganancias obtenidas. De esta forma en primer lugar interesó por el fortalecimiento de la minería, en seguida, pero en menor medida, en el comercio y, aún menos, en la agricultura. 

Tras un crecimiento económico, se dio una estructuración sectorial que diversificó a la producción aunado a las condiciones favorables que presentaba la población de la Nueva España; se hablaba de un ciclo largo de “prosperidad”, durante la que en el campo de la minería se intensificó la explotación de yacimientos. Esta actividad fue el motor de la economía tanto externa como interna, puesto que sirvió a la articulación sectorial de la economía. En segundo lugar,  su función fue más allá de permitir el ciclo de capital minero, pues tuvo un efecto de arrastre que formó un mercado interno novohispano basado en un sistema de encadenamientos productivos y un tejido de redes de circulación y redistribución, interna que se conectaba con el exterior. De forma que se establecieron regiones de producción (minas) y refinación a gran escala, en torno a las que se generó un sistema regional de abastecimiento, lo que insertó al sector minero al mercado. En ese sentido, se buscó disminuir los costos de la producción minera, mediante la reducción de los costos de sus principales insumos y de sus transacciones, por lo que se le otorgaron subsidios y derechos, de forma que las Reformas, favorecieron al sector, pero existieron cargas fiscales al consumidor. Alrededor de la producción argentífera se encontraba la producción de alimentos, esencial para su continuación.

La estructura rural se encontraba con una productividad estancada o con poco crecimiento, por lo que las reformas si bien ignoraron al sector agrícola, propiciaron un cambio acelerado en su interior, así como contradicciones sociales. El campo estaba conformado por haciendas, ranchos y pueblos de indios, cuyo tamaño territorial dependía de la densidad demográfica de la región, mientras que su producción dependía de factores climáticos. Se organizaron, en principio, así, como protección ante las epidemias.

La agricultura no india se desarrolló al interior de ranchos y haciendas, cuyas tierras eran patrimonio personal del rey y se daban a trabajar mediante encomiendas. En ese sentido se prestó atención a ciertos cultivos por parte de las “inversiones fuertes”, como el del tabaco, debido a su potencialidad en el exterior, así como el del maguey, por la producción de pulque cuyo mercado interno era importante. Otros productos fueron la caña, destinada a la elaboración del aguardiente de caña.   De suerte tal que los precios se incrementaron, por lo que se hizo más rentable la agricultura a gran escala y se dinamizó su comercio. Sin embargo, los salarios percibidos por esta actividad bajaron, lo que trajo como consecuencia un enorme empobrecimiento y proletarización rurales; dando lugar, de esta forma, a un crecimiento presente, con un desarrollo ausente. Mientras que la agricultura de los pueblos de indios iba enfocada al autoconsumo, pero tuvo una fuerte presencia en el funcionamiento del comercio inter o intralocal[4]. Siendo su producción un medio no para enriquecerse, sino para pagar impuestos. Otras actividades económicas arrastradas por la minería y sus reformas, fueron la industria textil, en la que sí se usaba mano de obra esclava, la arrería que se refería a un “comercio a lomo de mula” y las artesanías que se hacían por gremios. De esta forma  remarcamos que las reformas dirigidas a la minería, se reflejarían en todas las actividades económicas que se articulaban en torno a ella, así como se enlazarían unas regiones a través de otras. Entonces, tanto los productos demandados y ofrecidos por la minería y por la agricultura (y demás actividades), daban lugar a la existencia de un intercambio continuo interno y externo a la colonia.  Además, en cuanto al comercio se dio su liberalización, a través de las reformas, pero ésta fue paulatinamente a través de cambios impulsados por ellas en la administración y las instituciones encargadas de su aplicación.

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