Algunas Aproximaciones Metodológicas Para El Estudio De La Historia Del Tiempo Presente Y La Memoria.

La Historia del Tiempo presente es hija del dolor, con esta aseveración en la que coinciden variados historiadores, queremos decir que nuestro Tiempo Presente está marcado por acontecimientos violentos, y que marcan a sucesivas generaciones, por tanto busca comprender como se relacionan los sujetos con su pasado, poniendo en el centro de análisis la categoría de Memoria. Cómo abordar el estudio de la memoria es lo que revisaremos a continuación en base al texto de Anne Pérotin-Dumon “Liminar Verdad y memoria: escribir la historia de nuestro tiempo”

Para Anne Pérotin-Dumon el pasado reciente es un pasado vivo y se caracteriza porque

“forma parte de los recuerdos de muchos y que su carácter dramático convierte en un problema moral duradero para la conciencia nacional. Se trata de hechos violentos y moralmente graves que sembraron discordia y provocaron sufrimientos. (…)Hoy, en América Latina, la gente se refiere a ese pasado violento y vivo como “la memoria”. (3)

Pero entonces, ¿Qué es la memoria?

Para Pierre Nora, la “memoria” remite a la presencia del pasado, generando una identidad en los grupos sociales que comparten la experiencia común, comprendiendo que la evocación del pasado en el presente provoca la sensación de que el saber histórico no responde al sentido de pasado que en el presente se constituye. Es como si el pasado, no estuviese completo, por tanto no puede entenderse como un pasado cerrado, mientras éste se pueda recordar y por tanto reinterpretar.

El estudio de la memoria tiene relación con la forma en cómo se lee, crea y recrea el pasado en cada tiempo presente. Es por ello que la memoria se considera como un fenómeno que no solamente ataña y configura identidades entre las “generaciones activas” si no que también este es transmitido a las generaciones pasivas:

“Memoria” designa tanto los recuerdos vividos y transmitidos como los ritos del recuerdo: conmemoraciones, asociaciones, monumentos, y los relatos elaborados por los grupos y colectividades para explicar el pasado.” (12)

La Historia no es lo mismo que la Memoria, sin embargo, coinciden en que son procesos de reinterpretación del pasado, toda vez que ni la historia ni la memoria pueden decir como realmente fue el pasado, pues ambas contienen elementos ficcionales, por tanto ni Historia ni memoria son sinónimos de verdad, pero sí de acuerdo a lo planteado por Koselleck el oficio del historiador es construir “el relato verídico de las cosas sucedidas”. (13)

Es por ello que Anne Pérotin-Dumon describe ciertos principios metodológicos que son necesarios para que el Historiador del Tiempo Presente.

1. Dimensionar el imperativo de la objetividad, esta no debe ser entendida como “lo neutral” sino como, la posibilidad de abrirse intelectualmente a encontrarse con memorias distintas y no negarlas, sino que

“Distanciarse, tratar de comprender “por qué pasaron las cosas como pasaron” sopesando la información de la que disponemos hoy en día, en lugar de especular sobre la manera como habríamos debido hacer las cosas de otro modo. Cuando se trabaja sobre el pasado “pasado” es preciso, por el contrario, esforzarse por recrear mentalmente condiciones de empatía con referencia a una vida a la cual no nos vincula nada vivo.” (19)

2. Revalorizar el establecimiento de los hechos, toda vez que los posmodernistas consideran que estos son meras construcciones discursivas, relativizando los hechos, por ejemplo:

“A fines de la década de 1970, los historiadores de Europa Occidental eran más sensibles a los límites del “discurso” que al principio de realidad que funda la historia.20 Dos cosas vinieron a matizar las posiciones. La primera fue el surgimiento de voces (algunas desde la universidad) que

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