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Alvin Tofler

lukery25 de Septiembre de 2013

6.360 Palabras (26 Páginas)426 Visitas

Página 1 de 26

Titulo del original inglés, The third wave

Traducción, Adolfo Martín

Cubierta. Viano

Ediciones Nacionales Edición no abreviada

Circulo de Lectores Licencia editorial para Circulo de Lectores

Edinal Ltda. por cortesía de Plaza Janes

Calle 57, 6-35, Bogotá Queda prohibida su venta a toda persona

que no pertenezca a Circulo

Alvin Toffler. 1980

Plaza & Janes. S.A.. Editores. 1980

Impreso y encuadernado por

Primer Colombiana

Calle 64, 88A-30

Bogotá 1981

Printed in Colombia

¿Hemos venido aquí para reír o para llorar?

¿Estamos muriendo, o estamos naciendo?

Terra nostra, por CARLOS FUENTES

INTRODUCCIÓN

En una época en que los terroristas practican juegos de muerte con rehenes; cuando las monedas se

desploman entre rumores de una Tercera Guerra Mundial, arden las Embajadas y tropas de asalto

bollan el suelo de numerosos países, nosotros contemplamos, horrorizados, los titulares de los

periódicos. El precio del oro —ese sensible barómetro del miedo— bate todos los récords. Tiemblan

los Bancos. La inflación se dispara, incontrolada. Y los Gobiernos del mundo quedan reducidos a la

parálisis o la imbecilidad.

Ante todo esto, un apiñado coro de Casandras llena el aire con sus agoreros cantos. El proverbial

hombre de la calle dice que el mundo “se ha vuelto loco”, mientras que el experto señala todas las

direcciones que conducen a la catástrofe.

Este libro presenta una perspectiva completamente distinta.

Sostiene que el mundo no se ha extraviado en la insania y que, de hecho, bajo el tumulto y el

estrépito de acontecimientos aparentemente desprovistos de sentido, yace una sorprendente pauta,

potencialmente llena de esperanza. Este libro versa sobre esa pauta y esa esperanza.

La tercera ola es para los que creen que la historia humana, lejos de concluir, no ha hecho sino

empezar.

Una poderosa marea se está alzando hoy sobre gran parte del mundo, creando un nuevo, y a menudo

extraño, entorno en el que trabajar, jugar, casarse, criar hijos o retirarse. En ese desconcertante

contexto, los hombres de negocios nadan contra corrientes económicas sumamente erráticas; los

políticos ven violentamente zarandeadas sus posiciones; Universidades, hospitales y otras instituciones

luchan desesperadamente contra la inflación. Los sistemas de valores se resquebrajan y hunden,

mientras los salvavidas de la familia, la Iglesia y el Estado, cabecean a impulsos de tremendas

sacudidas.

Al contemplar estos violentos cambios, podemos considerarlos como pruebas aisladas de

inestabilidad, derrumbamiento y desastre. Pero si retrocedemos un poco para disponer de mayor

perspectiva, acaban evidenciándose varias cosas que, de otro modo, pasan inadvertidas.

En primer lugar, muchos de los cambios actuales no son independientes entre sí. No son fruto del

azar. Por ejemplo, la quiebra de la familia nuclear, la crisis mundial de la energía, la difusión de cultos

y de la televisión por cable, el incremento del horario flexible y los nuevos conjuntos de beneficios

marginales, la aparición de movimientos separatistas desde Quebec hasta Córcega, tal vez parezcan

acontecimientos aislados. Sin embargo, lo cierto es lo contrario. Estos y muchos otros acontecimientos

o tendencias aparentemente inconexos se hallan relacionados entre sí. Son panes de un fenómeno

mucho más amplio: la muerte del industrialismo y el nacimiento de una nueva civilización.

Si los consideramos como cambios aislados y dejamos que se nos escape su más amplio significado,

nos es imposible planear una respuesta coherente y eficaz a los mismos. Como individuos, nuestras

decisiones personales carecen de objetivo o se hallan impregnadas de un carácter autoanulador. Como

Gobiernos, vamos dando tumbos de crisis en crisis, avanzando a bandazos en el futuro, sin plan, sin

esperanza, sin visión.

Al carecer de un sistema para comprender el choque de fuerzas que se produce en el mundo actual,

somos como los tripulantes de un barco atrapado en una tempestad y tratando de navegar sin brújula ni

mapa por entre peligrosos arrecifes. En una cultura de especialismos beligerantes, ahogada bajo

fragmentados datos y sutiles análisis, la síntesis no es solamente útil, es crucial.

Por esta razón, La tercera ola es un libro de síntesis a gran escala. Describe la vieja civilización, en

la que muchos de nosotros hemos crecido, y presenta una cuidada y vasta imagen de la nueva

civilización que está haciendo irrupción entre nosotros.

Es tan profundamente revolucionaria esta nueva civilización, que constituye un reto a todo lo que

hasta ahora dábamos por sentado. Las viejas formas de pensar, las viejas fórmulas, dogmas e

ideologías, por estimadas o útiles que nos hayan sido en el pasado, no se adecuan ya a los hechos. El

mundo que está rápidamente emergiendo del choque de nuevos valores y tecnologías, nuevas

relaciones geopolíticas, nuevos estilos de vida y modos de comunicación, exige ideas y analogías,

clasificaciones y conceptos completamente nuevos. No podemos encerrar el mundo embrionario de

mañana en los cubículos convencionales de ayer. Y tampoco son apropiadas las actitudes o posturas

ortodoxas.

Así, pues, a medida que la descripción de esta extraña nueva civilización vaya desplegándose en

estas páginas, encontraremos razones para desafiar el elegante pesimismo que tanto predomina hoy. La

desesperación —presentable y auto-complaciente— ha dominado la cultura durante una década o más.

La tercera, ola concluye que la desesperación no sólo es un pecado (como dijo creo que fue C. P.

Snow), sino que, además, está injustificada.

No estoy bajo los efectos de ninguna ilusión como las que dominaban a Pollyana. No es preciso hoy

en día insistir en los auténticos peligros a que nos enfrentamos —desde la aniquilación nuclear y el

desastre ecológico, hasta el fanatismo racial o la violencia regional—. Yo mismo he escrito acerca de

esos peligros en el pasado y, sin duda, volveré a hacerlo. Guerra, cataclismo económico, desastre

tecnológico a gran escala... cualquiera de estas cosas podría alterar de forma catastrófica la historia

futura.

Sin embargo, al explorar las numerosas nuevas relaciones que están surgiendo —entre cambiantes

pautas de energía y nuevas formas de vida familiar, o entre avanzados métodos de fabricación y el

movimiento de autoayuda, por mencionar sólo unas pocas—, descubrimos de pronto que muchas de

las mismas condiciones que producen los más grandes peligros de hoy abren también la puerta a

fascinantes potencialidades nuevas.

La tercera ola nos muestra esas nuevas potencialidades. Sostiene que, en medio de la ruina y la

destrucción, podemos encontrar ahora sorprendentes pruebas de nacimiento y vida. Demuestra

claramente, y creo indiscutiblemente, que —con inteligencia y un poco de suerte— puede lograrse que

la civilización que está surgiendo sea más sana, razonable y defendible, más decente y más

democrática que ninguna que hayamos conocido jamás.

Si el razonamiento central de este libro es correcto, existen poderosas razones para un optimismo a

largo plazo, aunque, con toda probabilidad, los años de transición inmediatamente venideros hayan de

ser tempestuosos y estar plagados de crisis.

Mientras trabajaba en La tercera ola durante los últimos años, los asistentes a mis conferencias me

preguntaron repetidamente en qué se diferencia de mi anterior obra, El “shock” del futuro.

Autor y lector nunca ven exactamente las mismas cosas en un libro. Yo considero La tercera ola

radicalmente distinta de El “shock” del futuro, tanto por la forma como por lo que constituye en cada

caso el punto focal de atención. En primer lugar, abarca una extensión de tiempo mucho mayor...

pasado, además de futuro. (El lector perceptivo advertirá que su estructura constituye un reflejo de su

metáfora central, el entrechocar de las olas.)

Sustantivamente, las diferencias son aún más acusadas. Aunque exigía la realización de ciertos

cambios, El “ shock” del futuro hacía hincapié en los costes personales y sociales del cambio. La

tercera ola, aunque tomando nota de las dificultades de adaptación, hace hincapié en los costes,

igualmente importantes, de no cambiar ciertas cosas con la suficiente rapidez.

Además, mientras que en el libro anterior hablaba de la “prematura llegada del futuro”, no intentaba

bosquejar en él la sociedad del mañana de ninguna forma comprensiva ni sistemática. El libro se

centraba en los procesos del cambio, no en la dirección del cambio.

En este libro se invierte la perspectiva. Me concentro

...

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