Argentina: La Formación De Un Orden Unificado (1850 - 1880)
dianejael15 de Octubre de 2013
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La formación de un orden unificado (1850 – 1880)
Introducción
La revolución de mayo de 1810 abre un nueva etapa para el espacio rioplantense, la que tiene como desafío la formación de un “orden pos revolucionario” y en la que se abren diferentes caminos para alcanzarlo. La formación del estado argentino no será tarea fácil y requerirá de los aportes y prácticas de quienes van construyendo la historia, sin saber realmente que historia están haciendo. La constitución de un ser nacional tendrá hacia el año1880 un carácter muy distinto al que se imaginó en la revolución de 1810, la unificación del territorio intentará edificar una identidad nacional, pero al mismo tiempo los cambios nacionales estarán sujetos al “avance ciego y avasallador de un orden capitalista que se apresta a dominar todo el planeta”.
La formación de un orden unificado (1850 – 1880)
Soñar con Rousseau y despertar con Hobbes
Para Chiaramonte el rasgo más decisivo de la estructura social rioplatense, en lo que respecta al problema nacional, fue la inexistencia de una clase social dirigente de amplitud nacional capaz de ser el sujeto histórico del proceso de construcción de una nación, solo se diferenciaban clases o grupos sociales de alcances locales que no lograban imponer o acordar colectivamente un proyecto nacional.
Esto es debido a que el fenómeno de la independencia sobreviene cuando el grado de maduración de los principales sectores sociales estaba aún muy lejos de permitir trascender los particularismos regionales o locales, cuestión que será uno de los obstáculos que impedirá la organización nacional. Los límites que la naturaleza mercantil pre-capitalista de las burguesías provinciales imponía a sus relaciones recíprocas explican la dificultad de su fusión en una clase nacional. Esta burguesía tenderá a obstruir toda política organización que implique renunciar a sus intereses particularistas.
Cuando se derrumba el régimen colonial y fracasan las nuevas autoridades surgidas a partir de mayo de 1810 queda un vacío de poder que tendrá como resultado la fragmentación política, visibilizada en la existencia hacia 1826 de catorce provincias autónomas. Al no concretarse la conformación de la nación argentina la unidad sociopolítica de mayor vigencia en el periodo será la provincia. En palabras de Chiaramonte, “Provincia-región, unidad sociopolítica, primer fruto estable del derrumbe del imperio español que presenta el grado máximo de cohesión social que ofreció la ex colonia al desaparecer las instituciones anteriores”. Esta reducción de la cohesión política dejará lugar al dominio de una figura individual, que en el caso de América Latina se representa a través del caudillo.
El autor destaca que, a pesar del reinante localismo (aislamiento local) entre las ciudades, centros productivos y comercializadores, el capital comercial cumple las funciones de movilizar las producciones requeridas por el tráfico interregional y colocar las mercancías que recibe de otras regiones o de la metrópoli. El dominio ejercido por el capital comercial sobre la producción generará, el particularismo regional. Pero, si bien es cierto que el particularismo provincial seguirá caracterizando la vida económica y política rioplatense, también es cierto que, el proceso de independencia habría ido acompañado por una crisis de los viejos sectores mercantiles y un reemplazo de ellos en su función dirigente, en la economía y política, por productores rurales, cuyo ascenso se habría expresado políticamente en la figura del caudillo. Por otro lado, el peso creciente de la propiedad pecuaria en los patrimonios familiares generará las condiciones para la transformación de esa situación, lo que ocurrirá con el pleno acoplamiento al mercado mundial capitalista que comenzará a cumplirse con el cambio de coyuntura, externa e interna, en la segunda mitad del Siglo.
El autor señala que Buenos Aires era el punto de encuentro de dos grandes tendencias que condicionaban, contradictoriamente, las políticas provinciales. Por un lado, era necesaria la eliminación de los privilegios políticos económicos que Buenos Aires disfrutaba. Se exigía desde las provincias una redistribución de los ingresos aduaneros y aranceles protectores. El monopolio de los ingresos aduaneros ponía en sus manos una insalvable distancia en cuanto a la posibilidad de costear los recursos necesarios para imponer por la fuerza sus intereses. Por otro lado se desatan las disputas por el librecambio (Bs. As. Litoral, con Roxas y Patron) y el proteccionismo (Interior con Ferré). En definitiva “La nacionalización de la aduana sólo podía resultar de la nacionalización de la economía argentina, es decir, de la formación de un mercado nacional” .
Por último el autor destaca que el proceso de organización definitiva de la nación (1853-1880) no es producto del triunfo de la “oligarquía porteña”, por el contrario, lo derrotado en los 80 son los sectores políticos, incluso el más tradicional de Buenos Aires, que expresaban aquellos particularismos provinciales gestados a fines del período colonial y fortalecidos durante las primeras etapa de la vida independiente. Lo que triunfa y hace realidad la organización nacional es la conjunción de parte de los viejos protagonistas, transformados en el proceso de paulatina integración del país en el mercado mundial, que conciliaron sus intereses en pos del objetivo común que les permitía disfrutar de las brillantes perspectivas que al promediar el siglo ya se habían advertido en la posibilidad de integración. Es ese proceso de conjunción que culmina en el 80, favoreciendo ciertos intereses provinciales y dejando el camino a otros, el que marca también la cristalización de una clase social nacional, distinta de los grupos particularistas que habían caracterizado la historia anárquica argentina de la mayor parte del siglo XIX.
La cuestión nacional en el proceso de gestación del Estado Nacional Argentino
Para Waldo Ansaldi el proceso histórico de formación del Estado argentino se caracteriza por su tortuosidad y por la necesidad urgente de otorgarle al territorio un orden que garantice la organización nacional.
La Revolución de Mayo, acto del proceso fundacional, es un contexto singular (virreinato del Río de la Plata) que se integra en uno englobante (crisis de la monarquía y del sistema colonial, invasiones napoleónicas, revoluciones burguesas, expansión del capitalismo), es una Revolución Política y de independencia. Política porque el poder estatal es una cuestión clave y existe en el una necesidad de precisar qué clase, fracción o grupo social detenta el control de los medios de coacción jurídica, militar, impositiva y de dominio y/o dirección ideológica. Este es el primer problema al que se enfrenta la conformación del Estado Nacional ya que en este caso la lucha por el poder político no se da en términos clasistas, sino en términos de ruptura de una relación de dominio colonial, es decir, colonia vs. Metrópolis. Es el pasaje de estado colonial a estado nacional, aquí es donde aparecen en el horizonte político, teórico y práctico de los revolucionarios ESTADO y NACIÓN.
El autor sugiere que se hace necesario establecer un nuevo orden político fundado en una nueva legitimidad política, en nuevas y diferentes maneras de hacer y pensar la política y en la apelación a valores y a una ética diferente a la tradición ideológica colonial. El principio legitimador del nuevo sistema que inaugura la revolución es la voluntad general (Moreno- Rosseau). La polémica que se desatará en los territorios rioplatenses durante este periodo será la de establecer si la soberanía reside en la nación o en el pueblo. Pero cabe preguntarse a qué nación y qué pueblo se referían los revolucionarios, pues ambos factores todavía estaban en un horizonte muy lejano al de 1810.
La revolución rioplatense se inscribe en la crisis internacional que rodea el mundo en un contexto de expansión del capitalismo, y es un hecho político que ha comenzado en 1806-7 con las invasiones inglesas. Ansaldi destaca dos elementos claves para entender el complejo proceso de constitución del Estado Nacional a través de una revolución y guerra de la independencia, en primer lugar la convocatoria a las armas involucra de un modo creciente a las clases subalternas, las que por esta vía ingresan abruptamente a la vida política. En segundo lugar, la dificultad para sujetar el poder militar a un único centro de decisión política, de poder central (monopolio estatal de la violencia, Weber).
En su trabajo el autor identifica entre 1806-1812 un nudo histórico que da comienzo a una larga crisis orgánica, de la cual la revolución es su acelerador, más no su solución. A lo largo de él comienza a disolverse el sistema hegemónico colonial y es posible constatar acontecimientos que señalan un avance de los grupos que constituirán la burguesía argentina -comerciantes, librecambistas, ganaderos bonaerenses, alcanzan un elevado nivel de conciencia que supera sus intereses corporativos-. Este nudo histórico pone de manifiesto el agotamiento de la dominación colonial y la desintegración del bloque ideológico de la metrópolis. En palabras de Ansaldi “Hay crisis porque el viejo sistema colonial se resiste a morir y el poder burgués criollo está naciendo”.
Entre el periodo que abarca los años 1810-1812 hay una ampliación de la participación activa de los grupos subalternos. Sin embargo, una revolución no se define únicamente por el uso de la violencia, sino también por la irrupción abrupta de y masiva
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