Arte Colonial Peru
eliaem23 de Abril de 2013
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Arte del Perú
Con la llegada de los españoles al territorio peruano la activa producción de elementos simbólicos-representativos andinos (al que hoy en día llamamos arte prehispánico) sufrió un revés sin precedentes. La incompatibilidad entre las percepciones españolas (basadas principalmente en el realismo) y las tradiciones andinas (basadas en el simbolismo) hizo que, ante la incomprensión del mensaje, los españoles destruyeran casi todas las formas de representación local. Las quilcas o tablillas pintadas, los quipus, los tocapus o los dibujos simbólicos de los incas no fueron entendidos por los peninsulares, pues no encontraban ningún elemento cercano a sus tradiciones visuales.Con este bagaje visual, los españoles utilizaron las imágenes de Cristo, la virgen María, Santos, etc. para llevar a cabo las primeras evangelizaciones en el vasto territorio peruano, ante la estupefacta mirada de los indígenas. Lo que probó ser una medida muy efectiva, pues logró facilitar el entendimiento de la fe cristiana a los vernaculares.El arte durante los primeros años virreinales fue exclusividad de los religiosos y su uso tuvo un fin práctico principalmente en el adoctrinamiento. No sólo pinturas o imágenes estuvieron presentes en esta tarea. Esculturas de diversos tamaños y retablos fueron herramientas imprescindibles para los misioneros católicos.
La ciudad de Lima jugó un rol preponderante en el desarrollo del arte en el virreinato del Perú. Su rápido crecimiento urbano, la acumulación de riqueza por parte de los encomenderos y la construcción de templos e iglesias fueron motivos para la demanda de pinturas y esculturas de las principales ciudades de los reinos españoles. Especial preferencia se tuvo por las obras provenientes de Flandes e Italia, aunque las obras sevillanas y andaluzas tuvieron igualmente gran demanda.Lima como centro político del más importante virreinato durante el siglo XVI fue plaza importante para destacados artistas que no dudaron en venir y ofrecer su arte a la iglesia.
Destacan Angelino Medoro, Bernardo Bitti, Mateo Perez de Alesio, entre otros.Otro rasgo importante en la evolución de las artes durante la colonia lo constituye la exquisitez de la arquitectura religiosa. Los templos fueron encomendados a alarifes que dominaban las técnicas de la edificación en piedra y barro, por lo que erigieron obras de buena factura, muy superior a las realizadas en otras partes del continente. Tan solo mencionar a los conventos e iglesias de Santo Domingo, San Francisco el viejo, San Pedro, Las Trinitarias o La Merced para dar cuenta del refinado gusto estético de los alarifes limeños. En el interior del virreinato la situación no fue diferente. En Cuzco, Arequipa, Cajamarca, Huamanga, Puno y Trujillo hubo una clara tendencia hacia la búsqueda de lenguajes propios, basados en la utilización de elementos locales.
La utilización del sillar en Arequipa o la Piedra en Cuzco es muestra clara de la adaptación del arte europeo y su transformación para el uso local.Otro punto a resaltar en el derrotero de las artes en el virreinato peruano es la llegada del barroco. Como parte de la contrarreforma de la iglesia, el barroco buscó sensibilizar al espectador a través de los sentidos antes que por la razón. Es por ello que este estilo se caracterizó por la gran concentración de elementos y ornamentos (mayormente vinculados a temas religiosos) y también por la meticulosidad que tuvieron los artistas en colocarlos de tal manera que crearan una atmósfera mística y ascética. El barroco dominó casi por 200 años las artes en el Perú e impuso su sello en la pintura, escultura, arquitectura, música y literatura. Hubo una gran influencia externa, aunque la respuesta peruana fue a todas luces autóctona. El barroco se reinterpretó, y el resultado fueron obras de excelente calidad, que no dejaron de plasmar los elementos simbólicos y realistas que el barroco exigía.El siglo XVIII se caracterizó por la llegada de nuevas tendencias procedentes de Francia, Austria y Alemania.
Las artes ya no fueron exclusividad de los religiosos, por el contrario, fueron los civiles y la corte los principales compradores de estas tendencias. Uno de estos estilos fue el rococó. Impulsado por los reyes borbónicos, este estilo manifiesta un gusto exquisito y refinado, mostrándose principalmente en la pintura y la arquitectura. Destaca la torre de la catedral de Santo Domingo, bello ejemplo de rococó en el Perú y atribuida al diseño del mismo virrey Manuel Amat y Juniet.Los moldes neoclásicos llegaron a finales del siglo XVIII, producto de las corrientes ilustradas. Los mejores receptores para esta tendencia fueron los criollos, no obstante en la política virreinal también tuvo acogida. Matías Maestro fue el introductor de esta corriente y manifestó su arte no solo en la pintura sino también en la arquitectura, de la cual fue su máximo exponente.
PinturaLas diferencias entre el simbolismo andino (basado en una concepción geométrica de la realidad) y el realismo español no permitieron una adecuada interpretación de las obras producidas antes de la llegada de los peninsulares. La tradición de la que provenían los españoles no exigía un conocimiento previo de los elementos, bastaba mirar la pintura para entender el mensaje del autor. En cambio, la tradición andina exigía un conocimiento de los símbolos que muchas veces estuvieron restringidos a un sector elite.Fue esta falta de entendimiento la que llevó a los españoles restarle importancia a las obras producidas por los andinos y lo que los condujo a destruirlos en su mayoría. Tan solo quedaron los quipus y algunos uncus con tocapus como muestra de la complejidad simbólica del mundo andino.
Ante esta situación, los indígenas fueron apropiándose poco a poco del lenguaje artístico traído por los españoles. Otros, los más hábiles, lograron plasmar sus creencias en pinturas representativas de la sagrada familia, superponiendo para ello elementos andinos sobre figuras sagradas. Las pinturas jugaron un rol importante después del primer desencuentro entre las tradiciones españolas e incaicas. Los peninsulares se dieron cuenta de este gran obstáculo y decidieron romper la falta de comunicación entre ambos grupos utilizando la pintura. En la etapa de evangelización los cuadros de la sagrada familia, de Cristo crucificado, de santos y mártires fueron utilizados como herramientas para la enseñanza de la fe católica. Así, durante la segunda parte del siglo XVI, la pintura al igual que otras manifestaciones artísticas fueron monopolizadas por la iglesia. Con el afán de una mejor evangelización encargaban muchos cuadros con temas específicos (alusivos a la sagrada familia, pasión de Cristo, etc.) a los más importantes talleres andaluces y sevillanos.En estos trabajos se nota la influencia del renacimiento italiano. La época de mayor auge de esta tendencia fue cuando llegó al Perú el jesuita Bernardo Bitti. Desde 1575 difundió su obra por todo el virreinato, a pesar de que su taller se encontraba en Lima. Bitti fue el primero de una serie de pintores extranjeros que llegaron al Perú para ponerse al servicio de la iglesia. Junto al maestro jesuita Leonardo Bitti destacan, dentro de la corriente italiana llegada al Perú, Mateo Pérez de Alesio y Angelino Medoro. Con los años, la iglesia optó por el naturalismo y por el realismo descriptivo, tal vez prefigurando la escena local para la llegada del barroco.
En este tránsito el antimanierismo y contramanierismo fueron utilizados con fuerza entre los pintores locales. El antimanierismo apeló a crear mayor sensibilidad a través de los efectos visuales que el autor le otorgaba a la pintura. Manos y cuellos alargados, posturas rebuscadas y efectos dramáticos demostraban la manera que tenía el artista a la hora de representar al mundo. Destacan la Virgen de la leche (Pérez de Alesio), La coronación de la virgen (Bernardo Bitti).El barroco llegó al virreinato peruano con las pinturas encargadas por el convento de Santo Domingo al gran pintor sevillano Miguel Güelles. Sus obras reunidas bajo la serie La muerte de Santo Domingo tuvo un impacto profundo en el medio limeño, pues su naturalismo e idealismo fueron las características comunes en las pinturas locales del siglo XVII. En este siglo la proliferación de aristas españoles propició la apertura de varios talleres no solo en Lima, sino también en las principales ciudades del virreinato peruano. Estos talleres tuvieron en Zurbarán (artista español, 1598-1664) uno de sus principales referentes. Muchos de sus cuadros fueron copiados o sirvieron de molde para nuevas producciones. De igual manera, algunas de sus obras llegaron al Perú y fueron motivo de orgullo y satisfacción para la orden religiosa que lo había encargado (En Lima algunas de sus obras se pueden apreciar en el iglesia de la Buena Muerte).Sin duda, Cuzco fue durante el siglo XVII uno de los referentes pictóricos mas importantes del virreinato peruano.
La presencia de Bernardo Bitti (1583-1585 y 1596-1598) en el Cuzco tuvo un gran impacto en la plástica cuzqueña. Sin embargo, a pesar de que el "movimiento italiano" fue base para muchas de las obras producidas en esta ciudad, lo cierto es que se empezó a dejar elementos y a incorporarse otros propios de la región. En otras palabras, se desarrolló con los años una personalidad y lenguaje diferenciado que sin duda reflejan la personalidad de los pintores (la gran mayoría andinos y mestizos) y también cual era su base de inspiración (fue Rubens el artista predilecto por los talleres cuzqueños). Uno de ellos fue Diego Quispe Tito, pintor vernacular que se inspiró en los cuadros flamencos naturalistas y de los que tomó el paisaje para recrearlo con motivos andinos.
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