Articulos
anairam2015 de Septiembre de 2014
4.137 Palabras (17 Páginas)202 Visitas
la forma
en que la dinámica social de conflicto de clases se
exprese en la dimensión de las obras de arte o productos
culturales. Los dos extremos casi esperpénticos
en que parece mostrarse la totalidad del abanico
de posibilidades serían, por ejemplo, el “realismo
socialista” tal como se produce en las sociedades
del socialismo real y la apología del capitalismo de
consumo tal como aparece en el cine americano
más belicista del período de la guerra fría.
En su formulación más filosófica, el problema
diría: el carácter progresivo de una obra de arte, ¿es
el resultado de su mensaje explícito o, por el contrario,
está predefinido por la forma del objeto, en este
caso la obra de arte? Buena parte de la producción
de la teoría estética y política de la época contiene
esta pregunta implícitamente. Dejando de lado las
teorizaciones directamente apologéticas de las dos
respuestas extremas a aquella pregunta, la del reaN
Ú M . 2 2 , J U N Y , 1 0 LA ESTÉTICA ES YA SOCIOLOGÍA
40
lismo más craso y la del idealismo más ingenuo,
la cuestión que se planteaba era como concretar
la idea marxiana de la interrelación entre infraestructura
económica productiva y superestructura
cultural, habida cuenta del enorme desarrollo
de las fuerzas productivas (también culturales) y
de la imbricación de los medios creadores de ideología
en las sociedades de consumo masivo. Otras
cuestiones, igualmente importantes, surgían en
este contexto; la herencia de la Ilustración europea,
con sus ideales de libertad, igualdad y fraternidad,
¿estaba definitivamente perdida como herramienta
de liberación en un mundo planificado,
incluso en las formas de destrucción como habían
sido testimonio los campos de exterminio? ¿Podía
escapar la obra de arte, y toda producción cultural
en definitiva, al destino de ser “propaganda”, al
servicio de éste o aquél bloque ideológico? Esto es:
considerar la obra de arte como un simple medio
puesto al servicio de un fin extrínseco a ella, fuera
éste la educación del pueblo, la loa de las virtudes
del sistema político o la necesidad de erradicar tal
o cual práctica social.
Esto último es lo que en la historia del arte y la
teoría estética se ha venido en llamar la autonomía
del arte, su autonomía respecto al sistema económico
y social dentro del cual se produce. La expresión
de altos ideales era el producto de esta autonomía
respecto de las condiciones sociales y tenía en obras
como la de Beethoven, Schiller o Miguel Ángel su
más alta expresión.
Teoría estética es la obra en la que Adorno pretendía
analizar estos problemas para darle una respuesta
de acuerdo con el estado de los medios artísticos
y culturales en general de la segunda mitad
del siglo XX. El presupuesto implícito en la obra es
que el tiempo de la estética sistemática se acabó con
el siglo XIX; “estética sistemática” en cuanto trasposición
al ámbito de la experiencia estética de los
sistemas filosóficos idealistas, ejemplo máximo de
lo cuáles sería el de Hegel; sistemas filosóficos organizados
deductivamente a partir de un primer principio
o idea suprema obtenido por abstracción de los
fenómenos particulares. Sin contar que se trataba,
esencialmente, de una trasposición al ámbito de la
filosofía de lo que era el método y la razón del tipo
de saber que había demostrado su eficiencia y resultados,
el método y la razón de la ciencia empírica.
Quien quisiera impugnar, pues, la forma hegemónica
y establecida de analizar el ámbito de la experiencia
estética debía, ante todo, recoger y justificar el
debate habido a principios de siglo en torno al concepto
de “filosofía” y de “ciencia”. En la tradición
alemana más nuclear esto tenía un nombre y unos
resultados: se trata del neokantismo de principios de
siglo y su propuesta de división entre ciencias de la
naturaleza y ciencias del espíritu, una nomenclatura
que aún hoy permanece residualmente en el
sistema universitario alemán.
Realmente, ¿qué quie re decir el título Teoría
estética?
En alemán, como en muchas otras lenguas, el
título consta de un substantivo y un adjetivo: “teoría”
y “estética”. El adjetivo, “estética”, tanto en
alemán como en otras lenguas, no es de uso cotidiano,
aunque esta afirmación debería revisarse
desde la proliferación de comercios en las ciudades
occidentales más pudientes que se dedican a la Estética,
sea el antiguo negocio de la peluquería, la
cosmética, el masajista, el dentista, el entrenador
y un largo etcétera. En todo caso este fenómeno
no era tan masivo alrededor de 1965 como lo es
ahora. Difícilmente hubiera pensado Adorno en la
acepción actual, aunque habría comprendido rápidamente
sus entresijos. Es un adjetivo que remite
directamente a la estética en cuanto disciplina
o especialidad de la filosofía, que se dedica a los
asuntos del arte, fundamental pero no exclusivamente.
Hasta el punto que en alemán se dice más
Kunstphilosophie que Ästhetik, como quería Hegel.6
Por tanto, “teoría estética” es una teoría sobre la
disciplina o especialidad de la filosofía, que se dedica
a los asuntos del arte, fundamental, pero no
exclusivamente. Con lo cual nos encontramos ya
ante la mirada de Friedrich Schlegel, quién en sus
6 G.W.F. HEGEL: Filosofía del arte o estética, Ábada, Madrid 2007, traducción de Domingo Hernández de la edición alemana del juego
de apuntes de 1816.
N Ú M . 2 2 , J U N Y , 1 0 LA ESTÉTICA ES YA SOCIOLOGÍA
41
colecciones de aforismos escribió: “En filosofía del
arte, o falta filosofía o falta arte”.7 En definitiva
sería, de esta forma, una teoría (la estética) sobre
una teoría (la filosofía) que habla de algo existente
fuera de la mente, tal como el arte.
Pero el adjetivo puede referirse, también, al
substantivo y no a una cosa o actividad exterior a
la frase, de la realidad, tal como “la Estética (en
mayúsculas, pues se trata de una disciplina científica,
un “área de conocimiento”, para entendernos).
En este caso alude a un determinado tipo de
discurso, uno entre los posibles, que se ha referido
siempre al significado primitivo de “Teoría”; término
éste proveniente del griego y que allí significaba
aquella relación con el Mundo, con todo lo
demás, en la que no interesa llegar a acuerdos o trabar
conversación con otros, ni tampoco hacer algo
útil, agradable o, simplemente, algo; sino que solo
interesa saber como es algo, por saberlo, por pensarlo
y para poder explicar más y más cosas. Algo
tan complejo puede organizarse de muchas formas,
incluso entenderse de muy variadas formas. Entonces
el adjetivo puede aludir a una de estas formas.
En este caso aludiría a una forma que fuera “estética”,
como hay otras que son “impresionantes”,
“conspirativas”, “bellas” e “imaginativas” para
mencionar sólo cuatro.
Quién dude de lo anterior puede comprobarlo
con cierta facilidad. La prensa diaria (ya que no
disponemos de transcripciones de los noticiarios y
demás productos audiovisuales) usa con frecuencia
“teoría”, sobre todo en la información política,
aunque también en la deportiva. No es necesario
recurrir a la Hemeroteca, el buscador Google nos
puede ayudar. Por tanto, “teoría estética” podría
tener el sentido de: “teoría hecha de la forma estética”,
teoría que se construye de forma estética, en
la que el texto no sólo remite a un significado, sino
que también lo muestra en su forma, en la forma
en que remite a aquél significado.
Parece evidente que, si bajo el título en la portada
del libro, se aclarase cual de los dos significados
es el correcto, podríamos decidir con más conocimiento
de causa como coger el libro. Si es el
primer significado, teoría de la estética en cuanto
disciplina filosófica, etc., entonces esperaremos encontrarnos
con una obra valiente (osar hoy poner
orden en el caos teórico merecería como mínimo
ese epíteto), proponiendo ideas nuevas para renovar
el edificio de la disciplina: teoría del agente productor,
condiciones necesarias o suficientes para, primero,
la cuestión de la diferenciación de la obra,
después, la explicación de la obra, por último, la
interpretación de la obra, y así hasta abarcar todo
el campo definido por una área de conocimiento
universitario.
Su lectura requiere cierta disciplina, frecuentes
consultas a otras fuentes, comprobaciones rutinarias,
alguna búsqueda,
...