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Biografia De Coahuila


Enviado por   •  20 de Abril de 2012  •  4.244 Palabras (17 Páginas)  •  3.002 Visitas

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Coahuila

Coahuila de Zaragoza es un estado del Noreste de México y uno de los 31 estados que junto con el Distrito Federal conforman las 32 entidades federativas de México.

Su capital y ciudad más poblada es Saltillo, el estado limita al norte con el estado de Texas en los Estados Unidos; al este, con Nuevo León; al oeste, con Durango y Chihuahua; y al sur, con Zacatecas. Su extensión territorial es de 151,563 km² también es el tercer estado más grande por su territorio, sólo detrás de Chihuahua y Sonora. Su población es de 2,748,391 habitantes.

Primeros pobladores

El territorio del hoy estado de Coahuila, al igual que la mayor parte del ahora norte de México, fue originalmente habitado por nómadas cazadores-recolectores. Eran hábiles cazadores y utilizaban el arco e instrumentos primitivos fabricados con piedras talladas. Sólo en algunos lugares propicios, como la Región Lagunera, los indios enriquecían su alimentación practicando la pesca. No se han encontrado indicios de fundaciones permanentes que permitan suponer sedentarismo, pero, en cambio, estos nómadas dejaron huella de su presencia en piedras grabadas (petroglifos) y pinturas rupestres.

Los nómadas de esta región carecieron de un nombre genérico que los identificara. Para los habitantes de Mesoamérica, pertenecientes a sociedades más desarrolladas y constructores de impresionantes templos y ciudades, eran chichimecas, denominación con fuerte carga despectiva, pero de significado dudoso. Gracias a documentos coloniales conocemos decenas de nombres de tribus que habitaron en territorio coahuilense. Algunos investigadores proponen agruparlas en cinco grandes colectividades: huauchichiles, coahuiltecos, tobosos, irritilas y rayados.

Calificados de “gente bárbara y salvaje”, los primitivos habitantes del territorio se mantenían en constante movimiento, empujados por la necesidad de conseguir alimentos. No parece que hayan tenido una idea de divinidad, aunque temían a los remolinos de polvo, a los que atribuían poderes malignos y llamaban “cachi nipas”.

Eran frecuentes las guerras entre los distintos grupos y organizaban fiestas (“mitotes”), en las cuales el consumo del peyote formaba parte del ritual. Desconocedores de la cerámica, almacenaban alguna cantidad de alimento moliendo vainas del mezquite hasta convertirlas en harina. El trabajo de machacar las vainas lo realizaban en morteros portátiles y en morteros fijos hoyos en la roca, de los que todavía existe gran cantidad. Los nómadas del septentrión mexicano, a quienes el historiador Carlos Pereyra aplicó el calificativo de “gallardos”, jamás se integraron, como grupo social, a la vida sedentaria de los occidentales. Todos los esfuerzos de los misioneros por asimilarlos a la, para ellos nuevas formas de cultura, fueron infructuosos. No hubo mucho mestizaje debido a las causas descritas anteriormente, desaparecieron como expresión cultural particular. No queda memoria de su historia y los pocos vestigios que nos dejaron resultan insuficientes para reconstruirla.

Conquista y colonización

El año de 1521 marcó el inicio de la verdadera conquista de México con la llegada de miles de inmigrantes españoles, que se dispersaron por toda la Nueva España. Comisionado por el gobernador de la Nueva Vizcaya y al frente de una partida de soldados, Alberto del Canto fundó la villa del Saltillo en 1577. Años más tarde, en 1598, el capitán Antón Martín de Zapata y el jesuita Agustín de Espinoza fundaron oficialmente Santa María de las Parras, hoy Parras. Las dos poblaciones se hallarían hasta poco más de un siglo después bajo la jurisdicción del gobierno de la Nueva Vizcaya. En sólo 56 años la labor de exploración, conquista o fundación se había desplazado al norte (desde México a Saltillo) 850 kilómetros. A lo que hoy es Monclova, penetró en 1583 la trágica expedición de don Luis Carvajal y de la Cueva, quien a orillas del río levantó una población con el nombre de Nueva Almadén. Hasta ese momento el avance colonizador había sido progresivo y sistemático. Sin embargo, la oleada colonizadora se detuvo durante casi un siglo y ni siquiera esta primera fundación, la de Almadén, logró permanecer. Poco después de la llegada de Carvajal a la hoy Monclova, la población quedó abandonada por el constante acoso de los indios. En las siguientes décadas fracasaron no menos de nueve intentos de repoblar el sitio. Abundaban los grupos de indios bárbaros divididos en numerosas parcialidades o rancherías. Así lo consignaron los cronistas españoles que llegarían más tarde. El más notable de todos los misioneros en el centro y norte de Coahuila fue fray Juan Larios, franciscano de profunda fe, sincero amor apostólico y, sin duda, gran fortaleza física. Larios logró con su catecismo y su devoción lo que no pudieron personajes que usaron la fuerza y las armas: establecer al norte de Monclova las primeras poblaciones de carácter permanente. A fines de diciembre de 1674, los franciscanos salieron de lo que alguna vez fuera Nueva Almadén con destino al norte. Un mes después se les unió el Justicia Mayor de la villa del Saltillo, Francisco de Elizondo con 30 hombres, cuyos apellidos quedaron desde entonces ligados a la historia de Coahuila: Diego Ramón, Fernando del Bosque, Diego Luis Sánchez Navarro, Ambrosio de Cepeda, Rodrigo de Morales y Juan de Aguirre. En el punto de reunión fundaron la misión de San Ildefonso de la Paz, el 28 de enero de 1675. La región se estabilizó entonces en las décadas siguientes, en particular bajo el gobierno de Gregorio de Salinas Varona, entre 1692 y 1705, quien reforzó el control sobre los indios multiplicando las reducciones y asentó la presencia de la Iglesia.

La independencia

A mediados de septiembre de 1810, Mariano Jiménez solicitó y obtuvo de Allende la autorización para extender el movimiento insurgente a las provincias del norte.

Las fuerzas de Coahuila, que entre soldados y voluntarios sumaban no más de 700 efectivos al mando del gobernador don Antonio Cordero y Bustamante, se encontraron el 7 de enero de 1811 en la hacienda de Agua nueva frente a los ocho mil hombres de Jiménez. Los soldados realistas, desalentados ante la superioridad de su enemigo, rindieron sus armas y corrieron a unirse a las filas insurgentes. Al día siguiente, Jiménez y la enorme columna que lo acompañaba, hicieron su entrada a Saltillo. Desde esta ciudad, Jiménez había mantenido comunicación con los jefes Hidalgo y Allende, que se hallaban en Guadalajara. El 17 de enero, después de que los insurgentes sufrieron su peor derrota en la desastrosa batalla de Puente de Calderón, lo que quedaba del ejército se dirigió al norte a reunirse

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