Bogota, Ciudad Globalizada

Colombia tiene grandes ciudades pequeñas Cali, Medellín Barranquilla y una gran ciudad Bogotá que acoge a millones de personas propias y extrañas que conviven en espacios públicos calles, avenidas y plazas las cuales se hacen parte de la cotidianidad y de a poco estos espacios se van convirtiendo en superfluos; demasiado comunes a los ojos de quien los ve constantemente.

Las calles de Bogotá convergían hace ya bastante tiempo en una sola plaza, la plaza de bolívar. Esta plaza por las dinámicas sociales era el punto de encuentro del comercio y las ramas del poder del país.

Al llegar a un sitio como este se pueden ver los contrastes de gente de todo lado, visitantes de fuera del país, visitantes de otras regiones, trabajadores, empresarios estudiantes y habitantes del sector.

La ciudad se ve convocada siempre a este lugar bien sea para el apoyo o el rechazo de cambios, como se ha visto en los últimos tiempos, las marchas por la paz, las marchas en contra de la Ley 30 entre tantas otras que se ven en la ciudad.

Pero también la cultura tiene un espacio importante en esta plaza, con conciertos organizados generalmente por la alcaldía o muestras artesanales.

Con la llegada de la globalización las sociedades tienden a cambiar a modificar sus hábitos y sus maneras de convivir, de interactuar uno con otros y con el entorno que los rodea.

La plaza de bolívar un símbolo de cambios, de cultura, de debates y desacuerdos es un lugar que generalmente está sucio, en sus alrededores los muros de diferentes edificaciones están pintados con grafitis alusivos a distintas ideologías a distintos sentires.

Pero sería ideal que eso no sucediera, que la llegada de la globalización muestre mejores maneras de expresión, nos convoque a los ciudadanos a generar cambios culturales como no botar papeles al piso o no rayar las paredes.

La cultura que empieza a llegar desde distintos lugares del mundo con la globalización no debería ser únicamente una moda. Que llegan los norteamericanos entonces celebremos los días que ellos celebran, que llegan asiáticos peinémonos como ellos lo hacen.

Estas modas son imposibles de evitar, lo que se podría intentar es que en la entrada de estas modas lleguen también modales; para que los sitios públicos como las plazas o los buses empiecen a ser lugares de convergencia, en los cuales se respete la diferencia se acepte la igualdad y los desacuerdos se puedan expresar de manera tranquila si dañar o ensuciar nuestros entornos.

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