Buenos Aires
charolastra10Informe24 de Enero de 2013
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Detrás quedaba en la Buenos Aires de entonces el debate que Siqueiros dejó en el aire como un revulsivo, llamando a un movimiento artístico que llevara el arte a las "grandes masas populares" y muchas de sus declaraciones que produjeron convulsiones en el medio intelectual en un momento de cambios en el país.
Alvaro Abós consultó a Helvio Botana, el hijo de Natalio, para escribir la biografía de éste, quien describe lo que provocaba el mural: "Era como estar dentro de un huevo redondo, el piso, las paredes cóncavas, el techo todo decorado con motivos de fondos de mar. Estar allí era como estar adentro del mar: plantas, peces, elementos marinos".
Otro hablaron de la enorme magia de aquel Ejercicio plástico y mencionan la idea de una gran burbuja que toca al espectador.
Pero la historia misma de la casa también sirvió para enterrar mucho más tiempo aquella obra de arte, ya que a la muerte de Botana, en 1941, vinieron feroces peleas sucesorias y otros se quedaron con la casa e incluso intentaron "adecentar" la obra, hasta terminar ocultándola con una capa de cal.
Finalmente, uno de los tantos propietarios de aquella casa, Héctor Mendizábal, fue quien llamó en 1990 al restaurador mexicano Manuel Serrano para rescatar aquel Ejercicio plástico, que no sucumbió a los intentos de destrucción.
El rescate, que tenía una intención comercial más que artística, requirió de "los más sofisticados adelantos de la técnica. El mural, que tenía sobre sí nada menos que una casa, fue despojado de su entorno. Su superficie fue adelgazándose desde el exterior hasta ser reducida a 10 milímetros de espesor y blindada con una resina sintética de alta resistencia. Material que asegura hoy como ayer su pervivencia, cuidando su estructura y posibilitando su traslado sin riesgo", precisa la crítica de arte argentina Ana Martínez Quijano.
Recuerda que "como este rescate se organizó inicialmente con la intención de comercializar el mural, se dividió en trozos para introducirlo en dos contenedores. Sin embargo, un destino adverso pareciera impedir que esa obra vea la luz. Problemas judiciales aún lo mantienen en la sombra".
La increíble saga de la pintura mural, cortada en pedazos y mantenida en contenedores, no termina y los litigios judiciales se suceden e impiden moverlo o exhibirlo. Una oscura lucha de intereses mezquinos pone en peligro el salvataje definitivo.
En noviembre de 2001, en el contexto de intensas peleas para determinar quién es el dueño de aquel mural, la Cámara de Diputados de Argentina declaró por ley monumento histórico a la obra de Siqueiros, según consignó entonces el diario Clarín.
De acuerdo con un peritaje realizado en enero de 2003 por expertos argentinos, el mural podría estar afectado por una "enfermedad estructural grave", pero la entonces subsecretaria de Cultura de la Nación, Magdalena Faillace, negó este deterioro y en cambio habló de una necesaria restauración.
"Milagrosamente, ya que no está en las condiciones que requiere, el mural está en buen estado", dijo entonces la funcionaria argentina.
Ahora otra vez todo comienza a moverse. Doris Carpani, viuda de Ricardo Carpani, y artistas locales, hablan de la necesidad de un gran movimiento en América Latina y el mundo para obligar finalmente a decidir el destino de esta obra, que es también un patrimonio de la humanidad. "Ni su fuerza expresiva, ni su indudable valor estético e incluso económico lograron desenterrarla. Los solitarios personajes horadan el vacío con sus ojos, buscando esos ojos que no los miraron y esos mensajes que no se cruzaron. Sin espectadores que brinden sentido a la creación, el mural provoca la angustia de un destino que no se cumplió",
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