CARTA ABIERTA AL HOMBRE BLANCO

Según pude entender de esta carta, trata de la unión del hombre a la tierra y de la tierra al hombre, que no somos más que fibras del tejido de la vida, y lo que sea que el hombre blanco le hiciere a la tierra se lo estaría haciendo a sí mismo.

El jefe Seatle dice en esta carta que como es posible vender la sabe brisa, o el correr del agua pues la propiedad de la tierra se ve ligada a la existencia del hombre, pues los ancestros de los piel roja, dígase los indios no se olvidan de la tierra al morir sino que permanecen en ella pues esta es su madre.

Aunque el jefe Seatle promete estudiar la propuesta de vender las tierra a lo que hoy es Washington, en todo momento dice que meditara en la oferta y que si decidiera vender lo haría con la condición de que el hombre blanco prometiese cuidar la tierra y a los animales, pues no comprende por qué el hombre blanco va por ahí adueñándose de cada pedazo de tierra como si fuera suya, y dejando a su paso un desierto, olvidando las cenizas y tumbas de sus antepasados y el derecho de sus hijos.

Que el hombre blanco debe amar la tierra y a los animales, pues sin estos seria un solitario espiritualmente porque el hombre blanco correrá la misma fortuna que los animales y tal vez un poco mas anticipada que las demás tribus.

Dice que sabe que si no vende el hombre blanco vendrá con armas y los sacara de ahí, y en todo el proceso de la carta solo le habla del cuidado de la tierra y sobre su explotación; cuando dice que Dios envía al hombre con grandes maquinas para ayudar al hombre blanco con su trabajo de crear poblados y que abundaran en gran manera.

Haciéndole también saber que los ríos no son solo eso, sino que son la sangre de sus antepasados, que están unidos al rio pues este los ayuda y alimenta a sus hijos; y que por tanto si venden deben mostrar amor por el y tratarlo con benevolencia.

Que no entiende por que matan a los animales sin necesidad para dejarlos morir rompiendo el equilibrio de las cosas ya que estos solo matan lo necesario para comer. El mismo principio anterior se aplica para los bosques y montañas que los piel roja aman y viven por ella y para ella pues son sus antepasados.

La relación con Dios se plantea, también, desde ángulos opuestos. Para los blancos, Dios camina a su lado y habla con ellos, de amigo a amigo. Pero al parecer el hombre blanco no conoce a su propio Dios, y por causa de ese desconocimiento actúa como lo hace.

El Suwamish entiende, equiparándose por única vez al hombre blanco, que Dios es el mismo para toda la Humanidad. La diferencia radica en los modos de actuar. Mientras unos no ven que los desprecios que se hacen a la tierra y a los hombres se le hacen al mismo Dios, los otros buscan, una vez más, la armonía entre los hombres y con la naturaleza y, por ende, con Dios.

También habla de que las

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