CONCLUSIÓN EVOLUCION HISTORICA DE LOS ESTILOS ARTISTICOS
Keisy78Resumen5 de Junio de 2020
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CONCLUSIÓN EVOLUCION HISTORICA DE LOS ESTILOS ARTISTICOS
Comparando el paralelismo existente entre la evolución de la escultura griega y de la escultura románico-gótica, se aprecia la existencia de “ciclos artísticos”, sometidos a una especie de eterno vaivén. Por ello, podemos observar que el ciclo evolutivo completo de un estilo recorre las siguientes etapas:
- Estadio primitivo arcaico, correspondiente a la edad experimental
- Estadio clásico correspondiente a la edad madura
- Estadio académico y estadio manierista
- Estadio barroco
Estadio Arcaíco
En este estado de génesis, el hombre no deslinda aún netamente su alma de la del universo; las formas múltiples del mundo le aparecen como en un estado de creación contínua y pudiéndose cambiar mutuamente entre sí. El estilo está dominado por ciertos datos mentales que el artista proyecta sobre su obra y que imponen a los objetos de la Naturaleza deformaciones esquemáticas y ornamentales que se atenúan, a medida que, al despertar el instinto de observación, el hombre es empujado a tomar conciencia de la realidad de un mundo exterior sobre el cual puede actuar con su razón.
Estadio Clásico
Este estadio representa el equilibrio entre la receptividad del alma, abierta al mundo exterior, y el poder de creación del espíritu, que informa al alma de sus conceptos e ideas, gobernando con ello la observación y la espontaneidad de la sensación. Estas dos corrientes del ser hallan su equilibrio armónico en la imaginación, induciéndola a respetar las apariencias, pero bajo el ilusorio desorden de éstas, también a perseguir la armonía profunda que detrás de ellas se disimula.
Estadio Académico y estadio Manierista
Estos dos estadios pueden manifestarse tras todo gran período creador, incluso barroco, pero se hacen ostensibles después de una época de clasicismo. La armónica receptividad que, en la época precedente, alimentaba el alma con los recursos inagotables de lo universal, aparece provisionalmente atrofiada por el imperio que ejercen sobre la imaginación de los artistas las formas inventadas por la generación precedente.
Una actitud perezosa empuja a los menos valerosos al academicismo, es decir, a un conformismo que consiste en someterse a reglas (deducidas del arte de los maestros) que dispensan de toda invensión. Pero los más dotados, al rebelarse contra este sentimiento de impotencia, crean la fase de los estilos denominada manierista. El artista con el espíritu desecado por las formas convencionales propuestas por la memoria, con el alma debilitada por esta brusca desvitalización que la sustrae del universo, no tiene otro recurso sino crear un universo ficticio, especie de sustitución del mundo. Esta esclerosis, que le arroja a lo artificial, se traduce por la pasión de los extremos y arrastra a los artistas a deformaciones tales como el alargamiento desmesurado de los cuerpos, la gesticulación frenética, actitudes convulsas y las expresiones caricaturales.
Estadio Barroco
El fin normal del manierismo, es decir su curación, se halla en el barroco. Al restablecerse la comunicación del alma con el mundo, la imaginación hurga de nuevo en la fuente de las formas universales, con una avidez estimulada por el prolongado ayuno que tuvo que sufrir. El alma experimenta la emoción grandiosa de sentir en sí misma la pulsación del cosmos.
Para los pensadores germánicos el barroco es la fuerza de creación esencial,que informa tanto a las obras primitivas como a aquellas de las épocas denominadas “barrocas”¸esta fuerza que tendría sus centros genéticos en los pueblos nórdicos y en los “derivados” asiáticos, en vano tendería a ahogarla el espíritu académico de los pueblos del Sur. El concepto de un barroco “resultante”, última expresión de la evolución de los estilos y que revela la decadencia de ciertas técnicas, tales como la arquitectura y las artes menores, en provecho de la pintura, es principalmente válido para el Occidente. Pero existe también un institnto barroco inmanente cuyo depósito de fuerzas se halla en Oriente y viene a animar a ciertos pueblos de Occidente, como el español y el alemán. El encuentro del barroco “resultante” con el barroco “inmanente” produce un ultrabarroquismo; es éste el caso del gótico flamígero y del rococó, en España y en Alemania, y del arte de la América posterior a la Conquista.
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