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CULTURAS DEL NORTE ARIDOAMÉRICA MNAH


Enviado por   •  11 de Septiembre de 2013  •  568 Palabras (3 Páginas)  •  437 Visitas

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Visita al Museo Nacional de Antropología e Historia

Después de cualquier visita, de cualquier experiencia, siempre es imprescindible conservar algo, aunque sea una pequeña pizca. Tras años de no haber pisado el Museo de Antropología, pude recuperar mis ganas de seguir aprendiendo más de México. Y eso es lo que me llevo. Y qué mejor manera que escribiendo lo que vi.

Entré. Recorrí la explanada y del lado derecho ingresé a la Sala Orígenes del Hombre, en la cual está plasmada la evolución de nuestra especie. Es muy impresionante ver cómo la naturaleza, tan increíble e inexplicable a la vez, se encargó de transformar al mono en un ser racional que ha construido enormes avances, a partir de la imaginación y el pensamiento.

Pude notar que los factores para lograr un cambio son numéricamente muchísimos. Es decir, la evolución –que es un cambio– dependió de muchísimas condiciones (que se convirtieron en causas) para que el hombre dejara de estar encorvado y pasara a ser erguido, tales como el clima, las características geográficas de un lugar determinado, etc. Me sorprende (y me seguirá sorprendiendo) el hecho de, en algún momento, haber sido un Australopithecus y el día de hoy ser un Homo Sapiens Sapiens. El tiempo, concluí, también tiene su lado mágico y sensacional.

Por otra parte, visité la Sala de las Culturas del Norte, no muy extensa, pero con elementos muy rescatables. Los mexicas le llamaban a esta zona “tierra de los chichimecos” y equivale a Aridoamérica. En dicha sala descubrí que estas culturas fueron diferentes a las mesoamericanas, pues no eran sedentarios, sino y semi-sedentarios y hasta nómadas. Se caracterizaban por ser violentos. Pude notar en las maquetas que hacían pinturas en las cuevas donde se alojaban, poseían armas de filo, trabajaron la cerámica.

Su vida cotidiana estaba basada en la recolección de alimentos, ya sea a través de la caza o de la adquisición de algún fruto. Con esto se demuestra su semi-sedentarismo. Predominaba la escasez de agua. Eran sociedades igualitarias; es decir, que todo lo que juntaban era igual para todos y no había excepciones ni discrepancias. Cada grupo estaba constituido aproximadamente por 30 miembros, los cuales desempeñaban labores similares.

La representación de las pinturas rupestres fue el objeto que más me llamó la atención. Pude percibir que estaban hechas en las paredes de las cuevas, como una especie de murales. Se usaban colores muy básicos, como lo son el negro, el amarillo el rojo. Trazaban una especie de ser humano, en la que intentaban comunicar algún tipo de actividad; también se pueden apreciar animales terrestres y marinos, como venados y diferentes peces. Estas pinturas, sin duda, despertaron mi interés, debido a algo muy sencillo: son una huella de la que se puede exprimir hasta saber lo más intrínseco de ella.

Por lo tanto y en efecto, ésa es la importancia de dejar huella: conservar a nuestro patrimonio nacional. Porque a partir de él parten nuestros orígenes, nuestra identidad, nuestra forma de ser, de actuar y de pararnos frente al mundo. Porque la huella es algo imborrable que deja y nos nutre a nosotros y a los que siguen. Y nos hace generar, dentro de nuestras almas, un sentido de pertenencia a nuestro país, a nuestro territorio, que a su vez genere amor, compromiso y responsabilidad hacia él. Así, es más fácil proyectar lo que somos y lo que queremos ser. Así, México sería mejor.

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