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Carcel De Belem

zaradc25 de Septiembre de 2013

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Este trabajo tiene por finalidad exponer las condiciones carcelarias y de salud de la

prisión más representativa e importante de la ciudad de México durante la segunda mitad del

siglo XIX: la cárcel de Belem. El periodo de estudio elegido va de 1863 a 1900 y obedece a

que durante esos años dicha prisión fue el blanco de los más encarecidos esfuerzos por

mejorar sus condiciones internas. Ya en 1900, su importancia decaería con la inauguración de

la flamante penitenciaría del Distrito Federal, lo que habría de relegarla a un segundo plano en

cuanto a los esfuerzos por mejorar sus condiciones internas.

En este trabajo abordaré el contexto en el que surgió Belem, heredera de la

cárcel en su acepción moderna (castigo). En ella se emplearon ciertos mecanismos para

configurar, a partir del tipo delincuente, al hombre “necesario”, es decir, al prototipo moderno

que demandaba la sociedad mexicana de la segunda mitad del siglo XIX y que debería ser un

hombre instruido, laborioso, laico de pensamiento, higiénico; en suma, ideales secundados

por la élite mexicana.

Los mecanismos “modernizantes” que se instauraron en la cárcel de Belem partieron

de modelos comprobados y utilizados en los sistemas penitenciarios occidentales. Por tanto,

en la cárcel, se instalaron talleres, escuelas y se permitió el auxilio espiritual a través de misas

y de recibir consejo de sacerdotes católicos; poco después se iniciarían de manera más

decidida una serie de disposiciones encaminadas a sanear la higiene dentro del penal. En este

trabajo de investigación, veremos cuáles fueron las necesidades, prácticas y condiciones

sanitarias dentro de la cárcel de Belem y cómo fue que influyeron en la realización de los

ideales carcelarios gestados durante el siglo XIX.

1. De los modelos penitenciarios y la salud

Los proyectos penitenciarios que políticos mexicanos estudiaron durante la primera

mitad del siglo XIX para explorar la posibilidad de adoptarlos en México, partían de un

principio básico: la implementación de ciertos mecanismos de resocialización criminal. Luego

de que la cárcel fuera adoptada como el castigo por excelencia, por encima y en sustitución de

los castigos infamantes como los azotes, las mutilaciones y las vejaciones que se hacían en

plazas públicas; se reparó en que el encierro por sí mismo no bastaría para lograr el

arrepentimiento y la reincorporación social y útil del infractor, por ello se desarrollaron

mecanismos para lograr el nuevo propósito de la cárcel: la enmienda.

Dos de los sistemas penitenciarios en boga, utilizados durante buena parte del siglo

XIX, fueron el de Filadelfia y Auburn. El primero de ellos surgió en los Estados Unidos a

finales del siglo XVIII y contemplaba la regeneración del reo con base en el encierro solitario,

la oración y la incomunicación absoluta las 24 horas del día mientras durara la condena. El

sistema de Auburn, por su parte, contempló como sus ejes de acción el encierro solitario (o

celular) por las noches y el trabajo en común y en silencio durante el día dentro de talleres de

la penitenciaría.

Dos políticos mexicanos, Manuel Payno en 1845 y José María Luis Mora en 1846,

realizaron viajes de exploración al extranjero en busca de un sistema penitenciario que

pudiera adoptarse en México. Manuel Payno fue comisionado por el entonces ministro de

Instrucción Pública, Mariano Riva Palacio para realizar un estudio sobre cárceles en los

Estados Unidos2. Mientras José María Luis Mora era embajador en Inglaterra fue

comisionado por el gobierno de Valentín Gómez Farías

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