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Carta pública Enrique pinot sobre la lengua Aymara


Enviado por   •  17 de Agosto de 2019  •  Apuntes  •  20.909 Palabras (84 Páginas)  •  310 Visitas

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 UNIVERSIDAD PÚBLICA DE EL ALTO[pic 1]

CARRERA: COMUNICACIÓN SOCIAL

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     Nombre:

MOISES CHAVEZ CHOQUE

                            Materia:

       TEORIA Y PRÁCTICA DE LA COMUNICACIÓN

                            Docente:

Lic. Luis Fernando García Sanabria  

                            Paralelo:

1 “B”

                            Gestión:         2019

                                                           El Alto- Bolivia


CARTA PÚBLICA A ENRIQUE PINOT
SOBRE LA LENGUA AYMARA

La Paz, 20 de abril de 1911

Señor

Don Enrique Finot

Sucre

Muy señor mío y mi dueño:

Debo a "El Diario” de esta ciudad que ha transcrito un artículo de “La mañana” de Sucre, titulado “Pobre Tamayo”, la feliz casualidad de saber que usted existe, y tomar conocimiento y saber igualmente que usted ha escrito dos artículos, con pretensiones de crítica científica sobre el libro de Franz Tamayo titulado "Creación de la Pedagogía Nacional".

Si usted se hubiera limitado señor y dueño mío, a morder a Tamayo, no me hubiera usted dado la feliz ocasión de dirigirle la presente, porque aquí, como allá ha mordisqueado el desventurado libro, pero ni usted ni ellos han descubierto ni descubrirán jamás el sitio o lado sensible de él que hoy por hoy es entre nosotros una especie de Aquiles invulnerable para las flechas vulgares y poco aptas.

Pero como Ud. ha tenido a bien ocuparse de otras cosas que no sea Tamayo ni su libro, con riesgo de desviar al espíritu público sobre altas y trascendentales cuestiones sociales y de porvenir, me he creído obligado a dirigirle la presente, cuyo objeto es rectificar sus juicios.

De entre los varios asuntos que V. trata, hoy por hoy sólo he de tocar lo referente a la lengua aymara que trata usted con desdén olímpico y marcado desprecio. Dígame V. señor Finot y mi dueño, si en sus elucubraciones ha sospechado siquiera lo que es el aymara?

Dígame Ud. si conoce esa magnífica y soberbia lengua y si alguna vez ha oído Ud. pronunciar algunos vocablos de ella, para calificarla de gutural, grosera, etc., etc.?

Si Ud. hablará del guaraní o del sirionó, vaya se comprendería, pero que Ud. se atreva a hablar así del aymara... Vamos, eso pasa de castaño a oscuro, voy a decirle a V. que el aymara es la lengua clásica entre las clásicas: que es la más rica entre las lenguas vivas y muertas, que su declinación tiene doce casos, que al frente del sánscrito que es la única, la más rica de las lenguas conocidas, que entre todas ellas es la única que tiene trece modos para la formación de los verbos, el aymara tiene cerca de trescientos, que es tan rica y variada que sólo el acto de levantar un objeto con la mano o con las manos, se expresa de 10 maneras, que no hay lengua en el mundo que exprese cor* tanta precisión los diferentes matices de las sensaciones, de los sentimientos, de los afectos y del pensamiento humano en general, que eso que llama V. gutural al frente de las suavísimas y dulcísimas modulaciones le sirve para dar carácter a la expresión del pensamiento. Ud. y los intelectuales de su laya que admiran, y con razón aquello de “El trueno horrendo, que en su fragor revienta”, etc., de Olmedo, quedarían pasmados al oír los efectos de las armonías imitativas que se construye con el aymara.

El aymara tiene raíces no sólo en el griego antiguo, el hebreo, el sánscrito, el egipcio, el caldeo, sino que también en la lengua absolutamente desaparecida, el Ke, de la cual no existen en el mundo más reliquias que los libros sagrados de la Verna, escritos en dicha lengua. Hay opiniones de sabios, no de intelectuales como usted y los de su marca que sospechaban que si Renán el más sabio de los orientalistas modernos, el filósofo más honrado que Taine y Cousin, hubiera conocido el aymara, acaso no hubiera llegado a los fatales errores que contienen sus libros. Que si los ochenta sabios de la versión de la Biblia hubieran conocido el aymara, acaso los libros santos serían más comprensibles y no darían lugar a las acusaciones de oscuridad, contradicción, etc., con que sus enemigos los combaten...

Pero recién y tarde vengo cayendo en cuenta de que poco a poco y sin pensarlo he ido introduciéndome en terreno que ni usted ni yo comprendemos ni llegaremos a comprenderlo jamás, porque ni tenemos la grande superioridad intelectual que para ello es necesario, ni la sólida y fundamental preparación, ni la grandeza de alma para desnudarnos de prejuicios y de ruines pasioncillas.

Tiene usted talento, señor Finot, eso se conoce; es usted joven y aún está usted en estado de reparar los errores del pasado; estudie usted, pero estudie usted (concienzudamente) aprenda con métodos, sin alucinarse con Nietzsche, Shopenhauer. Ni la escuela italiana de Lombroso, después de un prolijo y riguroso análisis. Tome usted lo que hay de bueno en ellos, desechando lo que hay de pernicioso y falso y hágase usted, de esa manera, una sabiduría propia, independiente y honrada, sobre todo renuncie usted a la petulancia y a la audacia de manosear lo que no se sabe ni se conoce. Y así será usted un verdadero intelectual y un hombre útil a su patria.

¡No extrañe Ud. que haya puesto un poco de calor, en el curso de esta misiva; soy indio, indio aymara legítimo; amo con pasión y con orgullo mi raza y mi lengua, lengua que con las ruinas de Tiahuanacu constituyen las dos solas, las dos únicas fuentes para conocer y estudiar la prehistoria.

Conque, señor Finot, (amigo mío! trátenos usted en otra ocasión no ya con más educación y más cultura, sino también con más consideración y el respeto que merecemos.

De usted obediente servidor

Q.S.M.B.

Thajmara.

Esta carta dirigida al por entonces flamante profesor y novel periodista Enrique Finot, fue escrita por Franz Tamayo en tercera persona, utilizando el pseudónimo de su padre, Isaac Tamayo quien escribió "Habla Melgarejo" bajo el seudónimo de "Thajmara". Finot nació en Santa Cruz de la Sierra,(1891 - 1952). Diplomático y escritor, fue Canciller de la República. En su vasta producción sobre temas pedagógicos, históricos y sociales sobresale su "Historia de la literatura boliviana" (1942), publicada simultáneamente al libro de Fernando Diez de Medina sobre Tamayo. En esta obra Enrique finot trató de no formular juicios propios sobre los escritores vivos y naturalmente no hizo excepción con Tamayo. Hablando de la década de 1910 al 20, cuando Tamayo ya había publicado "Odas" y "Proverbios" señala Finot que: "en aquella época se aparentaba no tomarle en serio, se le consideraba y se le miraba con respeto. Se decía de él que era un extravagante pero no se resolvió del todo si era un gran artista o simplemente un simulador". Citando a José Eduardo Guerra añade Finot: "La personalidad de este escritor, desconcertante por lo contradictorio, ha sido blanco de diatribas mordaces y despiadados epigramas... pero tampoco han faltado estudios serios sobre su personalidad artística...". Como opinión personal de Finot sobre Tamayo figura la siguiente: "El juicio definitivo sobre Tamayo lo dirá la posteridad, no tanto porque hasta el presente se le discute y sólo excepcionalmente se le comprende, cuanto porque su figuración política ha sido objeto de controversias en las que el interés partidista no ha tenido la hildaguía de marcar un límite entre la actuación del caudillo y la obra del pensador y del poeta.

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